Succession se confirma como una de las mejores series de la última década
Esta semana ha finalizado en HBO Max la tercera temporada de Succession, la serie que ha devuelto a ese canal la gloria que tuvo en otros tiempos con series como The Wire y que había perdido.
Succession nos relata las peripecias de la familia Roy, un poderoso y multimillonario clan propietario de un gran imperio empresarial y mediático. Sin duda nos recuerda a series míticas como Dallas, Dinastía o Falcon Crest. El conflicto shakesperiano entre el todopoderoso pero debilitado padre y sus hijos, que están deseando medrar y heredar el trono, llega en esta tercera temporada a su punto más alto en lo que llevamos de serie.
Ya alerté cuando hablé de la primera temporada de Succession del enorme potencial de esta serie, pero nada hacía presagiar que pudiera alcanzar los elevados niveles a los que ha llegado. Sin duda Succession, aún empezando en un nivel muy alto, va de menos a más convirtiéndose en una tragedia griega con tintes de ópera.
Lo mejor de la serie son las relaciones entre los hermanos, cómo evolucionan tanto estas como los personajes en sí mismos. El conflicto frontalmente abierto entre Kendall y su padre; la relación de pareja de Shiv con Tom y la constante lucha de esta por no verse relegada por se mujer; la evolución de Roman de ser el hijo rebelde a intentar tener opciones por heredar el trono; y la irrelevancia de Connor con su intento por ser candidato a presidente de los EE.UU. Todo funciona en un engranaje perfecto de intereses particulares y traiciones constantes por el poder que, irónicamente, parece que nunca llegan a romper el elemento nuclear que los une a todos: la familia.
No menor importancia tiene la puesta en escena, que en esta temporada llega a su punto más alto. No estamos hablando de efectos especiales, ángulos imposibles o una fotografía impactante. No, desde el principio la estética de Succession es de corte clásico y realista. Pero no solo funciona a la perfección para hacer verosímiles los momentos más extremos, sino que cada plano está cuidadísimo y trabajado hasta el detalle. Uno de los mayores ejemplos lo hemos podido ver en el último capítulo de la temporada donde vemos cómo se reconfigura la relación entre los hermanos y esto queda claramente señalado por la posición de los mismos en cada plano.
Y por supuesto, están las interpretaciones, que también han ido a mejor a lo largo de las temporadas. Voy a destacar a Sarah Snook como Shiv y a Matthew Macfadyen como Tom, ambos no solo realizan un gran trabajo, sino que siempre me han parecido los personajes de mayor interés. Desde luego también merece una mención especial Jeremy Strong, el cual borda el patetismo de su personaje. Y también Kieran Culkin -sí, hermno de Macaulay Culkin- como el cínico Roman.
Por su todo esto fuera poco, Succession cuenta con una impresionante banda sonora a cargo de Nicholas Britell. No solo es su impactante y pegadizo tema principal, sino todo el desarrollo musical que lleva cada capítulo. Si bien en la primera temporada la música consistía principalmente en variaciones del tema principal que, seamos sinceros, a veces se hacía un poco pesada; en las siguientes temporadas Britell ha creado una banda sonora mucho más extensa y compleja ideal para cada momento, adquiriendo tintes operísticos en esta tercera.
Succession no ha llegado a su final, ni mucho menos. Aun queda mucho por resolver en la familia Roy y el indiscutible éxito de la serie nos garantiza que va a haber Succession para rato. Y yo que me alegro. Ojalá HBO tome nota y vuelva a hacer series como a las que nos tenía acostumbrados a principios de siglo.
- Las relaciones entre los personajes
- La composición de cada plano
- La música
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