Mike Flanagan y el terror juvenil en El Club de la Medianoche

Ya viene siendo una tradición que cada año, en torno a Halloween, Mike Flanagan nos entregue su nueva serie de terror en Netflix. Desde la obra maestra que es La Maldición de Hill House (2018) hasta la reflexiva Misa de Medianoche (2021) pasando por la estupenda nueva adaptación de La Maldición de Bly Manor (2020).

En esta ocasión le toca el turno a El Club de la Medianoche, una serie que también pertenece al género de terror, con sus pertinentes sustos, por supuesto; pero que presenta un giro mucho más juvenil que en sus anteriores propuestas. De hecho la inclusión en el título de la palabra ‘club’ es toda una declaración de intenciones, que recuerda a películas de los 80 como El Club de los Cinco (1985).

Al igual que en Misa de Medianoche el tema principal era la religión, aquí Flanagan se centra en la enfermedad y la muerte como leitmotiv. Y es que si algo asusta en El Club de la Medianoche es el miedo a la muerte, más que los típicos recursos de género, de los que hay más bien pocos.

Sin embargo, el tema de la enfermedad está tratado con una honestidad y respeto que hacen de la serie una rara avis en el cine y la televisión que tratan este tipo de cosas, normalmente desde un punto de vista más melodramático o morboso.

El Club de la Medianoche es una adaptación de las novelas de Christopher Pike guionizada por el propio Flanagan y Leah Fong. Se trata de un grupo de jóvenes con enfermedades terminales que se encuentra en una remota casa en una especie de retiro donde pasar sus últimos días. Por supuesto, el hospicio tiene todos los elementos de casa encantada donde ocurren cosas raras, sino paranormales.

En este contexto, los jóvenes se reúnen cada noche para contarse historias de miedo que ellos mismos inventan. Historias que, en cierta manera, son analogías de sus propias vidas, miedos y anhelos. Esto convierte a El Club de la Medianoche en una antología de historias, donde en cada capítulo se cuenta una nueva historia dentro de la narrativa principal que guía toda la trama.

La idea es bastante original y hacen de El Club de la Medianoche algo diferente. Sin embargo, estas historias dentro de la historia se hacen demasiado largas. No es para nada necesario que tengan la excesiva extensión que tienen, comiéndose gran parte del contenido de cada capítulo y alejándonos de la trama principal, que es lo que nos importa.

El Club de la Medianoche tiene, por lo tanto, un evidente problema con el ritmo narrativo, porque constantemente está sacándote y metiéndote de una trama a otra. Al final el resultado es que el espectador se distancia de lo que ocurre en pantalla.

Otro problema de la serie es que, por primera vez en las producciones de Flanagan para Netflix, la temporada no es autoconclusiva. Al final del último episodio hay un to be continued que anuncia implícitamente una segunda temporada.

El problema es que, con la tendencia de las plataformas a cancelar series sin piedad, si El Club de la Medianoche no acaba de funcionar bien -que parece que no lo está haciendo-, puede que no haya segunda temporada. Habría sido mejor haber hecho más cortas las intrahistorias y aprovechado el tiempo para avanzar en la trama principal y terminarla en una sola temporada, como en anteriores ocasiones.

La factura de El Club de la Medianoche es buena, en la línea a la que nos tiene acostumbrados Flanagan. Y aunque el final de la temporada resulta un tanto anticlimático, lo cierto es que resulta ser una propuesta muy interesante de ver dentro de este género de terror psicológico más centrado en profundizar en los personajes y sus relaciones que en el susto fácil.

Aún así, El Club de la Medianoche ha resultado se la más floja de las series de Mike Flanagan para Netflix, el cual ha ido de más a menos: siempre la nueva propuesta es un poquito peor que la anterior.

Sea como sea, si aún no habéis visto alguna de las series de Flanagan para Netflix no desaprovechéis la oportunidad este Halloween de poneros al día.