Los Odiosos Ocho: Tarantino entre el tedio y el disfrute

Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight) es, según se afirma en los propios títulos de crédito, la octava película de Quentin Tarantino. Bueno, según se hagan las cuentas. Pero eso no es lo importante, sino si estamos ante otra obra maestra del director de Tennessee o de un film rutinario más.

Para ir al grano, en mi opinión Los Odiosos Ocho está lejos de las que para mí son las mejores y fundamentales películas de Tarantino. A saber: Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Kill Bill. Pero también creo que está por encima de sus dos anteriores: Malditos Bastardos, que me pareció muy floja; y Django Desencadenado, que me gustó bastante, aunque es más convencional.

Tarantino repite con el western en Los Odiosos Ocho. Está claro que le gusta el género y que los spaghetti western de Sergio Leone son una gran influencia para él. Pero seamos claros, Tarantino se luce más en el género de gangters contemporáneos que en las películas históricas, ya sean westerns o bélicas. Y eso limita bastante el terreno en el que se puede mover y que tanto nos gusta.

A pesar de eso Los Odiosos Ocho es una película bastante más gamberra que Django Desencadenado y eso es de agradecer. El guion es sencillo y no da mucho de sí, pero si lo pensamos bien esa es la norma en las películas de Tarantino: una premisa simple que sirve de sostén de estupendos diálogos, escenas de violencia extrema y grandes bandas sonoras. Los Odiosos Ocho no es la excepción, aunque los diálogos no están a la altura de sus mejores momentos.

Dividida en capítulos, el desarrollo de la trama comienza bastante bien, con una introducción magnífica que promete bastante. Sin embargo en el capítulo tres el ritmo se estanca, haciéndose la película larga y algo pesada. Es un momento donde los personajes no hacen otra cosa más que hablar, pero en esta ocasión los diálogos no son precisamente de los más brillantes que ha escrito Tarantino,  por desgracia. Le sobra metraje a la película y es en este capítulo tres donde se debería haber recortado y hubiera quedado mucho más redonda.

A partir de ahí la cosa mejora bastante. Aunque no exenta de problemas, es en la segunda mitad de Los Odiosos Ocho cuando entramos en el terreno típicamente tarantiniano que es lo que están esperando los fans. Y muy disfrutable, en mi opinión.

En cuanto al elenco de actores tenemos a muchos de los habituales en el cine de Tarantino, como son Tim Roth -algo desperdiciado, por cierto-, Michael Madsen, James Parks y especialmente Samuel L. Jackson, que es, en esta película coral, quizá el único al que podríamos llamar «protagonista». Kurt Russell está correcto y, por qué no decirlo, casi irreconocible. Pero para mí el personaje más interesante y el que se come literalmente la pantalla es el que encarna Jennifer Jason Leigh, a la que no había visto en un papel tan carismático quizá desde eXistenZ.

En cuanto al apartado técnico mucho se ha hablado del formato de rodaje en Ultra Panavision a 70mm. Por desgracia en la mayoría de cines no se podrá disfrutar en este formato por las limitaciones técnicas, aunque recomiendo encarecidamente ir a verla al cine en cualquier caso, porque es una película para disfrutarla en pantalla grande. La fotografía, especialmente la de los paisajes helados, es fenomenal; y hay planos donde se nota la maestría de Tarantino como director.

Mención especial merece la partitura original de Ennio Morricone. Magnífica y que le va como un guante a este spaghetti western moderno. A demás la banda sonora se completa, como no podía ser de otra manera en Tarantino, con canciones más roqueras de los White Stripes o de Roy Orbison.

En definitiva es una película para disfrutar en el cine, que gustará a los fans y que no decepcionará si no esperas ya ninguna nueva obra maestra del director norteamericano. Ya veremos si resiste un segundo o un tercer visionados, que es la prueba de fuego para el gran cine.

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