El Sacrificio de un Ciervo Sagrado, la tragedia griega de Yorgos Lanthimos

Todavía está en los cines El Sacrificio de un Ciervo Sagrado, la última película del griego Yorgos Lanthimos. Es sin duda de lo mejorcito que vais a poder encontrar estos días, y os voy a contar por qué.

Lo primero que hay que hacer es explicar el título, lo cual ayudará en cierta manera a entender por dónde va. «El Sacrificio de un Ciervo Sagrado» es un título de lo más estúpido. De esto ninguna culpa tiene el director, que llamó a su película originalmente The Killing of a Sacred Deer; sino la consabida ignorancia de quienes se dedican a traducir los títulos de las películas al español. Un día me gustaría encontrarme con uno para ver qué demonios tiene en la cabeza.

Bien, para quienes no dominéis la lengua de Shakespeare, la traducción correcta es «El asesinato de un ciervo sagrado». Y hace referencia al mito griego en el cual el rey Agamenón mató a un ciervo sagrado de la diosa Artemisa. Esta se enfureció y la única forma de aplacar su ira era que el rey sacrificase a su hija. A quien se sacrifica es a la hija, no al ciervo, señores traductores de pacotilla.

Aclarado esto quizá le encontréis más sentido a esta tragedia griega que Lanthimos nos propone. El Sacrificio de un Ciervo Sagrado nos narra la historia de Steven -Colin Farrell-, un cirujano que entabla amistad con Martin -Barry Keoghan- un joven que se ha quedado huérfano de padre. Steven lo ayuda y protege hasta que la cosa se va tornando más siniestra.

No voy a desarrollar más el argumento para no hacer spoilers, pero Lanthimos nos sumerge en un relato que cada vez se va volviendo más agobiante y oscuro. Y lo hace con una maestría técnica que evidencia lo mucho que ha evolucionado desde la estupenda y perturbadora Canino (2009). También se hace evidente que esta vez al tratarse de una producción del Reino Unido cuenta con mucho más presupuesto que en sus anteriores películas hechas en Grecia.

El Sacrificio de un Ciervo Sagrado recuerda mucho en su estilo al mejor Haneke, influencia incuestionable en este film, que podríamos decir que cuenta con algún homenaje explícito al cine del director austriaco. Pero también podríamos hablar de Kubrick en lo que se refiere a la perfecta y simétrica composición de los planos, o esos travellings eternos por los pasillos del hospital.

La fotografía fría y clara a cargo de Thimios Bakatatakis completan un conjunto que es un despliegue de maestría cinematográfica. Un perfeccionismo poco habitual para mostrar una historia tan opresiva y truculenta.

En cuanto al reparto nos encontramos con un conjunto de estrellas que a mí no me disgustan en absoluto, ya que tienen por costumbre escoger estupendas películas de vez en cuando fuera del circuito más comercial. En El Sacrificio de un Ciervo Sagrado Colin Farrell no hace su mejor papel, pero está correcto en su rol de cirujano con problemas. Nicole Kidman también está a la altura. Si bien no es la mejor actriz del mundo, sí que suele escoger papeles extraños y arriesgados como este, lo que la honra.

Mención especial para Barry Keoghan en el papel del niño maldito Martin. También es un acierto de casting la elección de Raffey CassidySunny Suljic como los hijos de la pareja. Y hasta la aparición fugaz de Alicia Silverstone es estupenda.

Lanthimos juega con nosotros a la hora de mostrarnos qué es real y qué no. Pero eso da igual, El Sacrificio de un Ciervo Sagrado es una cinta en estado de gracia que lo consolida como autor. También hay que decir que no es para todo el mundo. Si bien el director griego ha suavizado su estilo en esta última producción inglesa, lo cierto es que su toque retorcido, ese que ya vimos en Canino, sigue ahí.

4 comentarios en «El Sacrificio de un Ciervo Sagrado, la tragedia griega de Yorgos Lanthimos»

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