La Maldición de Bly Manor no es Hill House, ni falta que hace
Esta semana ha llegado a Netflix la serie La Maldición de Bly Manor, la continuación de la excelente La Maldición de Hill House (2018) a modo de antología. Es decir, que no hay relación directa entre ambas tramas, salvo el marco general de que se trata de historias de terror sobre casas encantadas. Y también, por supuesto, porque detrás de ambas está como creador Mike Flanagan, un director que ha demostrado tener sobrado talento para llevar un poco más allá el cine de terror, por lo general tan vulgar y manido.
A la hora de abordar la crítica de La Maldición de Bly Manor se puede hacer de dos formas: como una serie por completo independiente, o como una secuela de La Maldición de Hill House y, por lo tanto, comparándola con ella. Voy a liquidar esta segunda opción lo primero para poder adentrarme luego en profundidad en el análisis de La Maldición de Bly Manor.
Pues bien, esta no resiste de ninguna manera la comparación con su predecesora. Es una auténtica lástima, pero es así. La Maldición de Hill House dejó el listón tan alto -tanto el narrativo, como el técnico-, que era muy difícil que la secuela estuviera a su altura.
El problema es que no solo no llega, sino que se queda bastante lejos. Quizá la razón sea la falta de implicación de Mike Flanagan -y quizá también la falta de presupuesto-. Ya que mientras que en La Maldición de Hill House Flanagan dirigió los diez capítulos de los que constaba, en esta ocasión solo ha dirigido uno, el primero, dejando los demás episodios a cargo de otros directores. Y esto se ha notado. Mucho.
No vais a encontrar en Bly Manor otra Hill House. Olvidaos de eso. Pero sí que vais a encontrar una estupenda serie de suspense, fantasmas y amor, siempre que consigáis mantener a raya las altas expectativas que generó su predecesora. A mí al principio me costó bastante, pero luego conseguí liberarme de prejuicios y disfrutarla por completo.
La Maldición de Bly Manor, al igual que la primera temporada, también se basa en un libro de terror gótico libremente adaptado al formato de serie y a los tiempos. En esta ocasión se trata del clásico de Henry James Otra Vuelta de Tuerca, que ha tenido varias adaptaciones al cine y a la televisión, la más famosa la estupendísima Suspense (The Innocents, 1961).
Al igual que hizo en La Maldición de Hill House, Flannagan adapta el texto muy libremente, manteniendo ciertos aspectos de la narrativa y añadiendo otros para contar su historia, que no necesariamente tiene que ser la misma que la original aunque comparta algunos elementos con ella.
La historia de la institutriz -aquí nombrada con el neologismo au pair– que va a la mansión a cuidar a unos niños y ve los fantasmas de la anterior institutriz y su amante sigue ahí. Pero en La Maldición de Bly Manor lo que se nos cuenta es una -o varias- historia de amor.
La estructura es similar, que no idéntica, a la de Hill House. Con flashbacks, o saltos en el tiempo -o entre los recuerdos- que nos van dando pinceladas de lo está ocurriendo, para que poco a poco vayamos completando el puzle. Esto es lo que mejor funciona. Sin embargo, cuando el flashback es demasiado extenso y explicativo a mí me deja un tanto frío, por muy interesante que sea o muy bien hecho que esté técnicamente. Creo que cuando llega el momento en el que se lo dan todo mascado al espectador la serie pierde algo de magia y misterio.
Por otra parte, si al final La Maldición de Bly Manor es en esencia el relato de una historia de amor, creo que estaba debería haberse desarrollado más a lo largo de los primeros capítulos, y no explicada de golpe al final, lo que hace que resulte un tanto precipitada y menos creíble. Por no hablar del epílogo, que resulta demasiado extenso, aunque no por ello menos interesante y, quizá, necesario.
Los nueve capítulos que constituyen la temporada van construyendo el relato a un ritmo muy pausado que quizá no sea para todo el mundo. O por lo menos, no para quienes esperen una serie de terror llena de sustos y momentos de tensión. Más bien al contrario, Flanagan se toma su tiempo y se esmera en crear la atmósfera gótica adecuada y en desarrollar plenamente a sus personajes. Para relatarnos una historia de esas que dejan un buen poso al final y dan ganas de volver a verla para sacarle todo el partido que tiene.
El mérito de todo ello lo tiene un excelente guion que, al igual que ocurría con Hill House, está medido al milímetro y lleno de detalles que ganan con los sucesivos visionados. Como hemos dicho es una versión libre del libro de Henry James, pero también adapta de una manera u otra otros relatos góticos del autor, como por ejemplo ocurre en el capítulo 8. No cabe duda de que la serie hará las delicias de los fan de este tipo de literatura, ya que se nota que Flanagan aborda con mucho cuidado y respeto el género.
En esta segunda temporada de La Maldición de… contamos con algunos actores y actrices recurrentes, entre las cuales destaca sin duda Victoria Pedretti otra vez en el papel protagonista. En general las interpretaciones son buenas, aunque quienes más sobresalen son los niños Amelie Bea Smith y Benjamin Evan Ainsworth, ambos debutantes en papeles de esta envergadura.
Como conclusión cabe recordar una vez más que no vamos a encontrar aquí otra serie de la excelencia de su predecesora La Maldición de Hill House, pero es que tampoco hace falta. Es evidente que, aun siguiendo las mismas pautas, Flanagan ha querido hacer desmarcarse de la temporada anterior y hacer otra cosa con La Maldición de Bly Manor. Y ha conseguido producir una excelente serie de terror gótico profunda y de largo recorrido que tiene su propio valor por sí misma
Si no la habéis visto aún, ya tenéis planes para este Halloween.
- El tono gótico de la historia a fuego lento
- La historia de amor no resulta tan creíble como les gustaría