El Colapso, un ejercicio de estilo apocalíptico
Una de las miniseries más impactantes que pudimos ver el pasado verano fue la francesa El Colapso. Escrita y dirigida por Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto, está producida por Canal+. En España fue estrenada por Filmin, donde la podemos ver actualmente.
El Colapso nos habla de un presente apocalíptico. No sabemos cómo pero el sistema capitalista se ha desintegrado y la sociedad ha colapsado. En cada capítulo de la miniserie asistimos a un episodio aislado donde observamos las consecuencias de este caos.
Cada capítulo tiene como subtítulo un número de día desde que se desencadenó el colapso. Así por ejemplo, el capítulo 1 ‘El Supermercado’ es el Día 2, y el capítulo 5 ‘La Central’ es el Día 45. Aunque hay algún personaje que reaparece a lo largo de la miniserie, podemos observar por los saltos temporales que no existe ni de lejos una continuidad directa entre los episodios de la serie.
Argumentalmente El Colapso no aporta nada o casi nada. Se suma a una larga lista de películas y series que, de una forma u otra, ya han tratado el desmoronamiento del sistema. Está muy bien alertar de que el capitalismo es un sistema muy inestable que se puede venir abajo en cualquier momento por cualquier circunstancia, y que lo que nos espera es la barbarie si no existe una alternativa social articulada.
Pero más allá de ese trasfondo, de lo que realmente se trata El Colapso es de una serie de episodios aislados, anecdóticos todos ellos, de interés muy irregular. Los creadores han optado por hacerlo así para mantener el misterio de lo que ha pasado no explicando el origen de la situación. Eso me gusta en la serie, pero le falta un hilo argumental más fuerte que una los episodios para que a mí, como espectador, me resulte mínimamente interesante.
Entonces, ¿por qué hablamos de El Colapso como una de las series más impactantes de los últimos meses? Pues por la cuestión formal, claro.
Cada capítulo de El Colapso está rodado en un único plano secuencia. La duración de los episodios está en torno a los veinte minutos, así que tenemos que la serie consiste en un total de ocho planos secuencia de esa duración. Técnicamente resultan una proeza. Es un espectáculo ver en cada capítulo como se las ingenian para que encaje la coreografía entre escenarios, actores y actrices y movimientos de cámara sin perder el enfoque.
El avance de los medios técnicos ha permitido en los último años la popularización de películas realizadas conceptualmente con largos planos secuencia, como por ejemplo Birdman (2014) o, más recientemente, 1917 (2020). Aunque la mayoría de ellas recurren a trucos de montaje para encadenar los planos secuencia. Solo algunas pocas, como El Arca Rusa (2002), están rodadas con un solo y auténtico plano secuencia.
En el caso de El Colapso, la corta duración de los capítulos hace que, aunque no cabe duda de lo compleja que resulta su realización, en realidad no estemos viendo nada nuevo que no se haya hecho antes mil veces y mejor.
Por desgracia, pasada la novedad y el impacto de los primeros capítulos, uno tiende a olvidarse de la cuestión técnica y a centrarse en el relato. Y es ahí donde se le ven las costuras a El Colapso. Mucha habilidad técnica, pero poco fondo.
El Colapso, pues, no deja de ser un ejercicio de estilo un tanto pretencioso. Aunque este tipo de propuestas con más forma que fondo, a lo Black Mirror, me resultan un tanto molestas, la experiencia de El Colapso es interesante y recomiendo su visionado aunque solo sea por curiosidad.
- La crítica a la inestabilidad del sistema capitalista
- Se queda en un mero ejercicio de estilo