Adiós, Netflix. Por qué me doy de baja de esta plataforma

En casa nos hemos dado de baja de Netflix. Por supuesto que el debate de estos últimos meses sobre las cuentas compartidas ha sido el desencadenante final para tomar la decisión. Pero lo cierto es que hay muchas más razones por las que esta plataforma de streaming se ha convertido en una de las peores opciones. Voy a aprovechar la cancelación de nuestra suscripción para reflexionar sobre esto.

Las razones del éxito de Netflix

Netflix se convirtió en la plataforma líder de vídeo on demand fruto de una serie de acertadas decisiones. En primer lugar, cuando aún era un videoclub por correo postal supo ver lo que se avecinaba mucho mejor que sus competidores -véase el caso de la por entonces todo poderosa Blockbuster y su fulminante caída-, reconvirtiendo su modelo de negocio orientándolo al streaming en Internet.

Y en segundo lugar permitiendo compartir una sola cuenta con hasta cuatro personas a la vez. Recordemos el slogan que ellos mismos promocionaban en Twitter y que estos días ha vuelto a ser viral: «Love is sharing a password» (El amor es compartir una contraseña).

Y es que Netflix siempre ha sido relativamente cara -algo que se ha evidenciado más los últimos años cuando han surgido muchas más plataformas con las que comparar-. Pero desde el principio tuvieron claro que se dirigían principalmente a un público joven, con poco recursos, que se interesaba por un contenido más ligero y variado que, por ejemplo, el de su principal competencia HBO, que se centraba en menos series pero más densas y, en general, de mayor calidad.

Esta política de precios y flexibilidad con las cuentas de usuario fue un rotundo éxito. La convertía en la opción más barata siempre que compartieras la cuenta. Lo que todo el mundo hacía de forma activa. Es decir, los usuarios se convertían en comerciales de la compañía captando personas con las que compartir la cuenta. Brillante. Pronto Netflix se convirtió en líder del mercado, y con razón.

Persecución a sus propios clientes

Pero ahora todo eso ha cambiado. Los problemas económicos de la compañía -fruto, en mi opinión, de una política de inversión descontrolada en contenido mediocre de series y películas que han alimentado una burbuja que no da los beneficios esperados-; la han llevado a convertir a sus propios clientes, aquellos que la elevaron a lo más alto, en una especie de delincuentes y empezar en consecuencia una persecución contra ellos.

Algo absurdo, sobre todo teniendo en cuenta que la flexibilidad a la hora de compartir cuentas era algo promocionado por la propia Netflix y que, además, fue de hecho la clave de su éxito. Pero lo peor es el daño a la imagen de la compañía, que ha pasado de ser vista como algo cool entre la juventud a ser una empresa malvada que los persigue.

Contenido mediocre y cancelaciones por doquier

Lo cual se suma a ya un prestigio bastante deteriorado por la mediocre calidad del contenido y así como por una irracional cascada de cancelaciones de series que han irritado de sobremanera al público. Y estas son otras de las razones que nos llevan a darnos de baja de Netflix.

La plataforma cuenta con muy buenas series, que no voy a enumerar aquí, solo mencionaré una obra maestra: La Maldición de Hill House. Pero, en general, Netflix nunca ha despuntado por la calidad de su contenido. Apuesta más por la cantidad que por la calidad, frente a una competencia como HBO que hace lo contrario: menos series pero más elaboradas y para un público más adulto.

El problema llega cuando ya no puedes compartir cuentas y de repente el coste de la suscripción se dispara multiplicándose por cuatro. ¿De verdad merece la pena pagar lo que cuesta para este contenido? La respuesta a esa pregunta es obvia: no.

Pero es que, aunque compensara, ¿merece la pena pagar para ver una serie y que te la cancelen sin un final? Todas las plataformas cancelan series de vez en cuando si no acaban de funcionar. Pero ninguna tantas y con tan poco criterio como Netflix. Uno de los últimos ejemplos ha sido 1899, una serie avalada por los creadores de Dark y que por lo que parece ha funcionado muy bien en cuanto a público y visionados. Y aún así la han cancelado sin darle un final. ¿Merece la pena pagar y dedicarle diez horas a una temporada para que te dejen a medias? Eso se llama estafa.

Calidad de imagen mínima por un precio desorbitado

Y aquí entramos en la cuestión del precio y los distintos planes de suscripción que ofrece Netflix. Que son una tomadura de pelo, os lo digo ya. Para intentar paliar los efectos de la nueva política de persecución a los suscriptores lanzaron un plan básico con anuncios, que es lo mismo que el básico pero eso, añadiendo publicidad. Además, cuentan con el plan estándar y el premium.

La principal diferencia entre ellos, quitando el coste, es la calidad de imagen. Solo en el premium se tiene acceso al contenido en 4K. Con el resto de planes pagas lo mismo o más que cuesta cualquier otra plataforma para ver las películas y las series pixeladas. Algo que no ocurre con ninguna otra opción. Con ninguna. Todas dan el máximo de calidad si está disponible para un contenido con sus planes. (A excepción de la reciente ShyShowtime que acaba de aterrizar en España y que ofrece FullHD, pero es que por 3 € al mes qué más se puede pedir)

El plan premium de Netflix que ofrece 4K cuesta la friolera de 18 € en España. Es decir, por lo que cuesta Netflix puedes suscribirte a HBO Max, Disney+ y Amazon Prime (con ofertas anuales), todas a la vez y en 4K. Para ver en Netflix el contenido en calidad FullHD, que todavía es aceptable, hay que pagar 13 €, es decir, 4 € más de lo que cuesta, por ejemplo, HBO Max en 4K (sin oferta anual).

Ah, y si quieres compartir con estos planes te lo ponen fácil y barato: solo tiene que pagar 6 € más por cuenta. O sea, antes cuatro personas podían compartir cuenta por 18 €, salía a 4,5 € por persona (muy económico, la verdad). Ahora, para que cuatro personas vean Netflix en 4K hay que contratar el plan premium y sumarle tres cuentas extra, lo que hace un total de 36 € al mes, o lo que es lo mismo, 9 € por persona.

El plan básico con publicidad cuesta 5,50 € y el básico 8 € y ambos ofrecen HD, es decir, 720p. Una calidad lamentable que hace una década ya no era aceptable para ningún televisor, monitor o tableta. Insisto: por 8 € tienes HBO Max en 4K, pero lo mismo se puede decir del resto de plataformas (y con ofertas anuales o de Black Friday aún salen más económicas).

Conmigo que no cuenten

Recapitulemos. Netflix es, de lejos, la plataforma más cara, la que da peor calidad de imagen, un contenido en general mediocre con decenas de cancelaciones. A todo esto hay que sumarle que ha empezado una caza de brujas contra sus propios clientes tratándolos poco menos que de criminales. Todo ventajas.

De momento en España no estoy viendo casos de multas o cancelaciones de cuentas por seguir compartiéndolas. Lo cierto es que hay mucha confusión con las medidas que va a tomar la compañía o no, con qué pasa si te vas de viaje, o tienes una segunda residencia o cualquiera de los múltiples casos que se pueden dar. Si habrá que pasar algún tipo de verificación cada vez que accedas fuera de tu domicilio habitual o qué tipo de incomodidades va a suponer esto para los usuarios.

Tampoco me cabe duda de que no costaría mucho trabajo saltarse las restricciones de Netflix para seguir compartiendo las cuentas. Las opciones podrían pasar desde pasarse los códigos de verificación cuando fuese necesario, hasta el uso de VPN.

Pero, ¿de verdad merece la pena? Contenido mediocre, persecución de usuarios, quebraderos de cabeza… Para mí desde luego que no vale la pena seguir ni un minuto más con Netflix. Por decisiones empresariales menos peliagudas otras empresas se han ido al garete. Y en un momento en el que la competencia entre plataformas de streaming de todo tipo es cada vez más exacerbada, el camino que ha tomado Netflix le augura un futuro muy negro a la compañía.

Adiós, Netflix.

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