La agridulce victoria de la Syriza de Tsipras
En primer lugar mi enhorabuena a Tsipras y a Syriza por su victoria en lo que son las segundas elecciones que se dan en Grecia este año. Yo soy muy crítico con su claudicación ante la Troika y su gestión de la crisis. Pero las alternativas son Nueva Democracia -el PP griego- o los nazis de Amanecer Dorado, así que no puedo más que alegrarme del resultado -sí, lo sé, un discurso muy «voto útil«, perdón-.
Ahora bien, es una victoria agridulce, porque no solo sirve para poco, sino que el daño ya está hecho y no tiene remedio a corto plazo. Para empezar el triunfo de la Syriza de Tsipras -que no es la Syriza original- es a costa de sacar del panorama político a Unidad Popular, la parte más seria, coherente y honesta de lo que fue la Coalición Radical de Izquierdas. Tsipras se desprende de la izquierda para así apoyarse tranquilamente en la derecha. ¿Y con qué objetivo? Pues el de aplicar los mandatos de la Troika a rajatabla, no hay más margen.
Entonces, ¿de qué ha servido la victoria? Pues para para refrendar la gestión de un Tsipras que ha traicionado los principios que generaron tanta ilusión dentro y fuera de Grecia. El pueblo griego ha respaldado a Tsipras y eso es incontestable. También, tal y como quería la Troika, han resucitado al PASOK con otro nombre. Y eso tampoco tiene mucha discusión.
Rescate y vuelta al principio. Toda la ilusión para quedarnos como estábamos. Y aún así podría ser peor. En fin, que no nos pase lo mismo aquí.
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