Intemperie es la última película de Benito Zambrano hasta la fecha. En la última gala de los premios Goya contó con hasta cinco nominaciones, incluida mejor película. Sin embargo, al final solo se llevó los premios a mejor guion adaptado y mejor canción, que tampoco está nada mal.
Zambrano está especializado en cine social y cuenta en su filmografía con las estupendas Solas (1999) y la adaptación de la novela de Dulce Chacón La Voz Dormida (2011). A mí el cine social me provoca sentimientos contrapuestos. Por un lado suelo estar en sintonía con sus reivindicaciones; pero por otro, desde el punto de vista artístico, me resulta demasiado evidente, aunque quizá tenga que ser así para cumplir con su función. Dicho esto, películas como las mencionadas de este director se encuentran entre las mejores de este género, lo que demuestra la capacidad de Zambrano para hacer un equilibrado cine de calidad.
Intemperie, como no podría ser de otra manera, también es en cierta forma una película reivindicativa. En esta ocasión en lo que a memoria histórica se refiere. Situada en la posguerra en el sur de España, nos relata la huida de un niño que escapa del señorito que lo tiene acogido. Esta fuga sirve de excusa para narrar la absoluta miseria en la que se sumió el país tras la Guerra Civil y por la mala gestión y la corrupción de la dictadura franquista. Esta miseria contrasta con la opulencia y la impunidad de la que gozaban los señoritos fascistas.
El desarrollo de Intemperie es en realidad el de un western a la española. El ambiente árido y de desolación, en el que el paisaje es un actor más de la trama, está muy bien conseguido. A este respecto hay que destacar el trabajo de Pau Esteve Birba, ya que la fotografía en tonos marrones es una maravilla, de lo mejor que he visto en el cine patrio en mucho tiempo.
Quizá la parte más floja de Intemperie sea el guion, ya que peca de excesivamente sencillo y previsible. No va a haber sorpresas en el desarrollo de los acontecimientos, ni giros en la trama que no se vean venir de lejos. Una película de esta calidad general se merecía un guion más trabajado y más complejo para que no acabase quedando la sensación de que se trata de una obra menor.
La pareja protagonista se come la pantalla. En primer lugar el niño Jaime López, un acierto de casting indiscutible, lo mejor de la película. En segundo, por supuesto, Luis Tosar, quien hace una interpretación buena pero muy de su estilo, es decir, poco novedosa. Solo lo vimos salirse un poco de su línea habitual en la estupenda Ventajas de Viajar en Tren (Aritz Moreno, 2019). También quiero destacar el trabajo de Luis Callejo como el capataz que los persigue. Desde luego, hace un estupendo papel del malo de la película.
A pesar de su sencillez en cuanto al desarrollo de la trama, Intemperie es un excelente western español a través de la aridez del sur de España en tiempos de posguerra. No dejéis de verla.
- La fotografía