¿Es Chernobyl una serie tan buena como dicen?
El fenómeno televisivo del momento no cabe duda que es la miniserie de HBO Chernobyl. Tanto es así que ha conseguido lo que parecía imposible: que la gente más seriéfila se olvide del final de Juego de Tronos. Pero, ¿es para tanto? ¿Está esta serie a la altura del revuelo que se ha levantado entorno a ella?
La primera cuestión que debemos abordar es la de qué hace que una serie o una película se pueda calificar como «buena». La calidad de la producción, las interpretaciones, una buena historia… Sí, sin duda todos esos son ingredientes indispensables de una buena serie. Pero para mí el elemento fundamental es saber contar la historia, lo que los ingleses llaman storytelling.
Puedes tener el mejor guion, los mejores actores y el mejor presupuesto y estropearlo todo si no sabes contarlo con un buen ritmo. Y a la inversa, puedes tener una historia de mierda -con perdón- y hacer una película estupenda porque la has sabido contar con buen pulso.
Pues bien, yendo al grano, Chernobyl no solo tiene todos los ingredientes para ser una gran serie, sino que además lo es porque está narrada de forma excepcional. Hacía tiempo que no veía una serie que me atrapara de principio a fin y me dejara pegado al sofá como esta. Los cinco capítulos que la forman pasan volando y te los ves uno detrás de otro como si no pasara el tiempo.
El creador de la serie y guionista Craig Mazin y el director Johan Renck están en estado de gracia y han conseguido un prodigio que se merece todas las alabanzas que están recibiendo.
Como sin duda habréis adivinado, Chernobyl nos relata los hechos del accidente nuclear ocurrido en la central Vladímir Ilich Lenin en abril de 1986, situada al norte de Ucrania. Aunque es una dramatización, lo hace de forma casi documental, lo que le da un realismo inusitado. Aún así el guion se toma muchas licencias, y a la vez consigue mantener el misterio de qué es lo que ocurrió realmente para atrapar al espectador hasta el final.
La ambientación y la escenografía son perfectas. Te crees en todo momento que estás en la Ucrania soviética de mediados de los años 80. He hecho se pueden leer en Internet múltiples testimonios de personas que vivían en Prípiat en aquella época que ratifican la verosimilitud de lo mostrado en la serie.
El problema de este enfoque casi documental, y de esta estética tan realista, es que hace que, en general, el público que la ve baje las defensas críticas y se trague todo lo que cuenta como hechos probados. Si bien es cierto que la mayoría del relato se basa en hechos, no lo es menos que, como he dicho antes, Craig Mazin se toma varias licencias.
Las más inocuas y comprensibles son las que hacen referencia a personajes o hechos que no ocurrieron exactamente así, pero que se incluyen por las necesidades de la trama. Al fin y al cabo estamos viendo ficción, y para que funcione -y funciona de lujo- hay que tomar ciertas decisiones. La más evidente de esas licencias es el personaje de la física nuclear Ulana Khomyuk -interpretada por Emily Watson-, que no existió en realidad y que, según el creador de la serie, se incluyó para homenajear a todas las mujeres científicas que colaboraron con el accidente de Chernóbil.
Pero lo peor el es tufillo antisoviético que destila toda la serie. No cabe duda ni discusión posible sobre el hecho de que el accidente nuclear se produjo por una cadena de acontecimientos y decisiones erróneas, todas ellas fruto de una planificación y una seguridad muy deficientes en la Unión Soviética.
Sin embargo, el guion tiene un enfoque claramente occidental y revisionista. No sé si esto responde a una intencionada propaganda antisoviética -que no sé a cuento de qué vendría a estas alturas-, o simplemente que los creadores de la serie tienen tan interiorizados años y años de propaganda neoliberal que no les puede salir otra cosa.
Es verdad que el accidente fue causado por gravísimas deficiencias en el sistema soviético, pero también es verdad la respuesta que dieron las autoridades consiguió frenar lo que podría haber sido una catástrofe planetaria de consecuencias impredecibles.
No es correcto el enfoque de que unos pocos científicos independientes se enfrentaran al anquilosado y obtuso aparato del Politburó del PCUS. Este enfoque de que pueden gobernar mejor los tecnócratas que los organismos públicos es una falacia neoliberal que hace tiempo que nos quieren meter en la cabeza.
Esta idea impregna toda Chernobyl, pero queda abiertamente expuesta en el segundo capítulo en la escena más bochornosa de toda la serie. Ulana Khomyuk intenta alertar del peligro a un dirigente del partido y este hace oídos sordos. Entonces ella alega que es física nuclear y que él antes era solo zapatero. Es decir, que una trabajadora o un trabajador no puede hacer política ni tomar decisiones, eso debe quedar para los tecnócratas. Esta visión clasista y tan neoliberal es muy moderna y no pega con la época y el lugar de la serie.
Lo cierto es que las decisiones científicas se tomaron por parte de un amplio comité de expertos y expertas que el gobierno organizó a tal efecto. En la serie, y en aras de la dramatización, todas estas personas se resumen en el personaje de Valery Legasov -que sí fue real- interpretado por Jared Harris. Además, miles de personas arriesgaron sus vidas para frenar el desastre y evitar que se convirtiera en una catástrofe aún mayor. Algo que no sé yo si hubiera ocurrido igual de haberse producido el accidente en el un país capitalista del sálvese quien pueda, en vez de en la Unión Soviética, donde existían unos valores de solidaridad y sacrificio que, también es cierto, sí se ven reflejados en la serie.
Más allá de estos matices al enfoque del guion, insisto en que Chernobyl es una serie excelente. Y a todo lo comentado hay que sumarles las excelentes interpretaciones del trío protagonista Jared Harris, Stellan Skarsgård y Emily Watson; pero también de todas y todos los secundarios.
En el apartado técnico, además de toda la escenografía, Chernobyl cuenta con una excelente fotografía en tonos grises y marrones muy acorde con la época y con lo que se cuente. Quiero hacer también una mención especial a sonido de la serie, que por momentos pone los pelos de punta y hace que la tensión sea máxima.
Sin duda Chernobyl pasará a ser una de las mejores series de todos los tiempos. Si no la habéis visto ya, estáis tardando.
Hacia tiempo que una seria no me ponía los pelos de punta, me angustiaba y a la vez me gustaba tanto. Maravillosa!
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