Disobedience de Sebastián Lelio, un soplo de aire fresco
Hace un par de semanas llegó a los cines sin mucha repercusión Disobedience, la última película del director chileno Sebastián Lelio. Lo recordaréis por haber triunfado en Hollywood este año llevándose el Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Una Mujer Fantástica (2017). En esta ocasión se trata de una producción inglesa, lo que confirma el salto del director al panorama internacional.
Disobedience nos narra la historia de Ronit Krushka (Rachel Weisz), la cual huyó de un hogar judío ortodoxo muy estricto dominado por su padre que era rabino. Cuando este fallece ella vuelve para el funeral y se reencuentra con su pasado, el cual incluye tanto la opresiva atmósfera religiosa, como a personas que fueron importantes para ella en otro tiempo.
Y en concreto Esti Kuperman (Rachel McAdams), una antigua amiga de la infancia la cual ahora está casada con uno de sus mejores amigos, además de haber sido el pupilo favorito de su padre. Entre Ronit y Esti hubo más que amistad, y esos sentimientos no tardan en aflorar tras el reencuentro.
La premisa es un tanto obvia: una relación lésbica en medio de una estricta comunidad judío ortodoxa. Conflicto asegurado. Y bueno, así es. Pero el guion plantea toda la cuestión de una forma bastante interesante y ágil, aunque con algún altibajo y algún elemento melodramático sacado de la manga muy oportunamente para que la historia avance por donde quiere el director.
Además Disobedience recuerda mucho a su anterior película Una Mujer Fantástica. También se trata de una mujer que se enfrenta a la familia, y a los prejuicios y a la moral de esta, tras el desencadenante de una defunción. Y también desde el punto de vista de la orientación y la identidad sexual. En aquella se trataba de una transexual y en esta de una pareja de lesbianas. De alguna manera Disobedience es una vuelta más al mismo tema que ya trató en Una Mujer Fantástica.
Creo que Sebastián Lelio es mejor director que guionista. Porque a pesar de algunas carencias de sus guiones -que son buenos, no me entendáis mal-, lo cierto es que la forma de plasmarlos en imágenes es más que solvente, llegando a rozar la excelencia en algunos momentos. En Disobedience hace un estupendo trabajo y toda la cinta funciona a la perfección. Un buen ritmo, manejo de cámara, fotografía, dirección de actrices y actores…
Por sacarle un par de pegas, creo que abusa aquí de los planos cortos. El director quiere transmitir la atmósfera opresiva, y eso es algo que puede funcionar muy bien en películas como El Hijo de Saúl que son más un ejercicio de estilo que otra cosa. Pero en mi opinión los planos cortos sirven para dar emoción o tensión a una escena, y si se abusa de ellos ese efecto se pierde.
La otra pega es el epílogo donde se le da todo masticado al espectador. Sobra. La película debería haber terminado unos minutos antes con un final más abierto dejando que sea el público quien le dé vueltas a lo que pasa después.
Otro de los elementos que hacen de Disobedience una buena película son sus protagonistas femeninas Rachel Weisz y Rachel McAdams. Weisz nunca ha sido santa de mi devoción -de hecho creo que esta es la mejor película que he visto de toda su carrera como actriz-. Sin embargo aquí hace un gran papel protagonista digno de mención. Por otra parte Rachel McAdams, que es mucho mejor actriz, hace una interpretación digna de Oscar, y no me extrañaría verla como una de las candidatas el próximo año. Ambas hacen aquí los mejores papeles de su carrera, así que ojito.
En esta época casi estival donde las salas de cine son un desierto de calidad y quedan solo para los blockbusters veraniegos, películas como esta Disobedience de Sebastián Lelio son un soplo de aire fresco. No os la perdáis.
- El buen hacer del director
- El epílogo