Por fin Juego de Tronos comienza a parecerse a los libros
Comencé a leer los libros de «Canción de Hielo y Fuego» escritos por George R. R. Martin hace ya unos cuantos años. De hecho bastante antes de que la serie de televisión «Juego de Tronos» -del mismo título que el primer volumen de la saga- fuera tan solo un proyecto.
Los libros son flojos. Es cierto que sus personajes son multitud, son complejos y en algunos casos muy interesantes y sorprendentes. Por no hablar de la vasta trama que se va desarrollando, de las subtramas políticas -muy logradas- y los inesperados giros que han dejado con la boca abierta a más de uno.
Sí, todo eso mola. Pero desde el punto literario los libros son tediosos y su estilo bastante vulgar. Por debajo de la media en el género de la fantasía épica, que ya de por sí no se considera muy dado a la alta literatura.
Es más, la calidad de los libros se desploma en progresión geométrica según avanzan las entregas. En mi caso hasta el punto que mientras leía el cuarto volumen «Festín de Cuervos» pedía la muerte ante el tremendo aburrimiento que me estaba produciendo. El quinto libro, «Danza de dragones«, directamente me lo dejé a la mitad. Cosa que no me pasa nunca con un libro. Me los suelo acabar aunque no me gusten. Sacad vuestras propias conclusiones.
Por el contrario la serie televisiva «Juego de Tronos» es sin duda alguna una de las mejores de los últimos tiempos. Tanto en lo que a producción se refiere -todo un derroche- como al ritmo, los guiones, las actuaciones. Que sea una de las más vistas y de las que más se habla no es una casualidad
El gran acierto de «Juego de Tronos» ha sido sin duda saber separar el grano de la paja, quedarse con la esencia de la historia obviando todo el relleno insustancial y convertirlo al formato televisivo, dinámico e inmediato, con un éxito indiscutible.
Pero claro, los libros siguen estando ahí y eso genera dos problemas serios. El primero es que la serie avanza y George R. R. Martin no. No sé los años que llevamos ya esperando a que se publique el sexto volumen de Canción de Hielo y Fuego: «Vientos de Invierno». Pero el caso es que la serie ya ha sobrepasado la trama de las novelas, y eso por un lado pone en riesgo su futuro a la misma vez que hace su historia menos consistente.
El segundo problema serio es el que ya es evidente para todo el mundo que ha visto la sexta temporada de «Juego de Tronos». Como decía antes, los libros, especialmente el cuarto y el quinto, son infumables y eso ya comienza por fin a reflejarse en su alter ego de la pequeña pantalla.
La sexta temporada es inconexa, repleta de pequeños sketches, breves, sobre cada una de las múltiples tramas sin hilo común alguno. Se va saltando de uno a otro sin que la historia avance significativamente. El espectador asiste con estupefacción a algo que no sabe si le interesa lo más mínimo o si le va a llevar a alguna parte.
Da la sensación que quieren estirar las tramas con relleno para hacer tiempo mientras llegan -si es que llegan algún día- eL resto de libros de la saga. Pero no parece ser del todo así, porque a la misma vez abusan de las elipsis temporales hasta el absurdo. Por ejemplo cuando un personaje está en una punta del mundo y al minuto siguiente está en la otra. ¿Cuándo ha hecho ese viaje?
Da igual, nada salva a la sexta temporada de ser inconexa, episódica y, lo peor, aburrida. Pero no le echemos toda la culpa a la producción de la HBO. No, es que resulta que los libros son exactamente así. Por fin la serie comienza a parecerse y ser fiel al estilo de las novelas George R. R. Martin. Es decir: un peñazo. Y eso es una mala noticia. Le auguro un futuro negro como un cuervo.
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