Un antes y un después tras el rotundo éxito de la Huelga Feminista
Hoy, 9 de marzo de 2018, nadie duda del rotundo éxito de la Huelga Feminista convocada en toda España por la Comisión 8 de Marzo. Millones de mujeres pararon ayer y salieron a la calle a reivindicar sus derechos, y a luchar contra el machismo y la discriminación dando lugar a las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en mucho tiempo.
El acierto de las convocantes ha sido saber leer muy bien el momento y ver que la sociedad ya estaba preparada para una movilización así y, sobre todo, muy harta. Solo con el hecho de poner el feminismo encima de la mesa durante dos meses en todos los debates y los medios ya la huelga era un éxito. Pero lo que ocurrió ayer superó todas las expectativas y desbordó todas las previsiones.
Los medios
La presión social acabó afectando a los medios de comunicación -que al fin y al cabo son los que mueven masas-. Ya sea porque valoraron que no apoyar la huelga daba muy mala imagen, o porque se vieron obligados por la cantidad de compañeras de trabajo que la secundaban, el caso es que muchas cadenas cambiaron su emisión porque las mujeres no estaban.
El hito más significativo fue cuando Ana Rosa Quintana, la que más se resistió, se vio obligada a última hora a cancelar su programa. Para mí este hecho es el equivalente del siglo XXI al famoso corte de Televisión Española en la huelga general de 1988, cuando la única cadena del país -entonces no había privadas- se fue a negro. Pues lo más parecido que puede haber hoy día es que alguien como Ana Rosa cancele su programa. Eso no lo ha conseguido ninguna otra huelga laboral. Para que os hagáis una idea de hasta qué punto ha sido un éxito.
Y si cupiera alguna duda sobre esto solo hay que echarle un vistazo a la prensa internacional. Ayer 8 de marzo hubieron movilizaciones por todo el mundo, pero solo una huelga general: la de España. Todos los medios internacionales hablan hoy de lo sucedido aquí. Somos un ejemplo para el resto de países. Esperemos que cunda.
Los sindicatos
Pero hasta antes de ayer no estaba la cosa tan clara. Una huelga feminista, solo de mujeres, dejaba descolocado a más de uno -así, en masculino-. Estamos acostumbrados a las huelgas laborales clásicas, donde las trabajadoras y los trabajadores paran en conjunto, con el apoyo de los sindicatos y por una reivindicación concreta.
Pero ahora lo que se planteaba es que unas pararan y otros no. Y las reivindicaciones no eran contra una ley o un recorte concreto, sino por una cuestión global de derechos fundamentales. Derechos que se vulneran sistemáticamente día sí y día también y que, hasta ayer, parecía que no importaba a casi nadie.
Los sindicatos mayoritarios se resistieron a convocar la huelga para dar cobertura legal a quienes estuvieran dispuestas a hacerla. Demostrando una vez más que no están a la altura de los tiempos, algo similar a lo que les ocurrió el 15M. Solo la CGT, la CNT y La Intersindical convocaron un paro de 24 horas para que la huelga pudiera hacerse.
Recordemos que si una huelga no es convocada por un sindicato -el que sea- esta no cuenta como tal, y quien la hiciera tendría problemas en el trabajo. Finalmente CCOO y UGT se sumaron convocando un tibio paro de dos horas que, como hemos visto, era por completo insuficiente y se ha visto enormemente desbordado por la realidad.
Los partidos políticos
Otro tanto ha ocurrido con algunos de los principales partidos políticos. Mientas Podemos e Izquierda Unida -y en general todos los grupos que forman Unidos Podemos- ha apoyado incondicionalmente la convocatoria desde el minuto cero, otros partidos han quedado retratados como lo que son.
Por un lado tenemos al Partido Popular desmarcándose de la Huelga Feminista en casi cada una de las declaraciones de sus líderes. Desde la ministra de Igualdad Dolors Montserrat renegando del feminismo -que tiene narices-, hasta Cristina Cifuentes diciendo que iba a hacer «huelga a la japonesa». Todo tan ridículo que hasta el propio Mariano Rajoy tuvo que desmarcarse y declarar públicamente que él «no se veía reflejado» en esas declaraciones de sus compañeras de partido.
Y esto no es casual. Cuando Rajoy cambió el posicionamiento de su partido -y todas y todos empezaron a darle un giro de 180 grados a sus discursos- no fue porque él y el PP fueran más feministas ayer que hoy. Sino porque habían comprobado que lo de la huelga iba en serio, que las mujeres se estaban movilizando y que muchas de esas mujeres eran también votantes del PP.
Pero el partido que peor imagen ha dado y más tocado ha quedado es sin duda Ciudadanos. Haciendo gala de una torpeza tremenda, el partido de Albert Rivera desde el principio se puso de lado. Algo que se evidenció en aquella entrevista que le hicieron a Inés Arrimadas en la que preguntaban sobre cuáles eran las reivindicaciones de igualdad de las mujeres con las que no estaba de acuerdo y no sabía qué contestar.
Ya sabemos quiénes son el PP y Ciudadanos, pero ahora han quedado en evidencia y queda más claro para mucha gente, en especial para muchas mujeres, que van a tener a partir de ahora mucho más difícil verse representadas por partidos políticos que las consideran ciudadanas de segunda y que no van a dedicar más esfuerzos por defender sus derechos que los que estimen electoralmente rentables. Porque en el fondo de todo está el hecho de que no se creen el feminismo.
La clave es el feminismo
Y la cuestión del feminismo es la fundamental, y sobre la cual ayer hubo un antes y un después. Yo a lo largo de mi vida me he encontrado con muchas mujeres -y muchos más hombres, por supuesto- que no se consideraban feministas. Sí, algo así como los obreros de derechas.
Durante los últimos años, y en paralelo con el 15M y el auge de las redes sociales, ha habido un repunte de la causa feminista. Pero aún así el machismo, los micromachismos, la violencia, los asesinatos y la discriminación social y laboral han seguido ahí. Todavía nos encontramos -hasta ayer mismo- con comentarios de cuñao como los de Melendi cuando dijo que «Lucho para que la mujer sea igual al hombre, no por el feminismo«. Que es como decir: «lucho por la igualdad, no por la igualdad«. Ese es el nivel.
Esa creo que es la mayor victoria del día de ayer. Reivindicar el término «feminismo» como algo positivo y mayoritario en la sociedad tanto para las mujeres como para los hombres. Y es que durante demasiado tiempo entre la gente menos informada -y también entre la más machista y manipuladora- se ha contrapuesto el término «feminismo» al de «machismo» como si fueran lo mismo, pero en extremos opuestos.
Pues no. El feminismo es la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres, y nadie que no sea un o una machista recalcitrante puede estar en contra de eso. El antes y el después de la enorme jornada de reivindicación que se vivió este 8 de Marzo para mí consiste en la conquista de la superestructura por parte del feminismo. A partir de ahora va a estar mucho mejor visto ser feminista y mucho peor no serlo o ponerse de lado como han hecho Ciudadanos y PP.
Lo cual por supuesto contribuirá, o debe contribuir, a convertir las reivindicaciones en realidad. Es decir, a legislar, que al final es lo que cuenta.
Siempre he dicho que el 8 de Marzo no es un día para felicitar a las mujeres por el solo hecho de serlo, sino para reivindicar y para luchar contra la discriminación, la violencia y las injusticias que sufren a diario. Pero en este caso para finalizar este artículo solo puedo felicitar a todas las mujeres que ayer hicieron posible este día histórico que cambiará el futuro de la lucha feminista en este país. Felicidades y enhorabuena por vuestra lucha, por vuestra constancia y por vuestro empeño.
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