La tercera entrega de la saga de Thor dentro del Universo Marvel llega precedida de buenas críticas debidas principalmente a un enfoque más cómico que las anteriores. Thor: Ragnarok, que así se titula en referencia a lo que para los nórdicos sería lo que para nosotros el Apocalipsis, se plantea como la más épica y a la vez la más divertida de la saga.
Pues bien, nada de eso. Thor: Ragnarok es la peor de las tres, que ya es decir. No era nada difícil hacer una película que mejorase algo la saga Thor, de lejos la más floja de todas en el Universo Marvel. Sin embargo aquí rizan el rizo y consiguen un resultado todavía más esperpéntico.
Está claro que han intentado darle una vuelta al personaje de Thor, ya bastante ridículo en sí mismo, para hacerlo más entretenido. Para ello han optado por hacer un batiburrillo de elementos que ya han funcionado en otras películas de la franquicia. A saber: reunir varios superhéroes, introducir un sentido del humor que haga que no se tome en serio a sí misma -todo muy a lo Vengadores– y añadirle un puñado de personajes pintorescos -a lo Guardianes de la Galaxia-.
Bien intencionado, pero no funciona. Todo es un quiero y no puedo. Los chistes son burdos, repetitivos y demasiados. Han puesto tanto empeño en que Thor: Ragnarok sea una comedia que no han medido el equilibro entre las partes humorísticas y las partes de acción y aventura, quedando completamente descompensada. Al final no tiene casi gracia, que es lo que importa.
En cuanto a la trama principal es un completo disparate a efectos de guion. Se supone que está por venir el Ragnarok, el fin del mundo para el pueblo de Thor. Sin embargo la mayoría de la película transcurre en otro planeta haciendo chistes y peleítas cual Gladiator. Todo eso en la práctica relega todo el tema del Ragnarok a una trama secundaria que cuando llega ya no tiene mayor relevancia para el espectador.
Los actores y actrices están correctos en medio de todo este disparate. No así sus personajes. Thor –Chris Hemsworth– y Loki –Tom Hiddleston– no pueden ser más ridículos, la presencia de Hulk –Mark Ruffalo– carece de sentido y Cate Blanchett en su papel de Hela está totalmente desperdiciada. Y de Anthony Hopkins como Odín ni hablemos. El único que tiene algo de gracia es el Grandmaster interpretado por el gran Jeff Goldblum.
Mención aparte merece la música a cargo de Mark Mothersbaugh que es especialmente irritante. Mezcla de homenaje ochentero -tan de moda ahora- y música para videojuegos -también de los 80-, solo consigue que el conjunto parezca más ridículo aún y las escenas de acción de lomás tontas.
Thor: Ragnarok parece una parodia de sí misma en el peor sentido de la palabra. Han pretendido hacer remontar la peor de todas las sagas de Marvel y se han pasado de rosca creando un producto esperpéntico, absurdo y aburrido. No la veáis.