A fondo: Spring Breakers, una provocadora gran sorpresa

Como sabréis hace un tiempo la BBC publicó una lista de las 100 mejores películas en lo que llevamos de siglo XXI. La selección es más que cuestionable, pero no por eso deja de ser interesante. Un cinéfilo como yo no podía resistir la tentación de intentar ver las que me faltaban -un par de docenas-, así que poco a poco me puse manos a la obra. Entre las pendientes estaba «Spring Breakers» (2012) dirigida por Harmony Korine, y es de la que me dispongo a hablar en este post. Como imagino que mucha gente no la habrá visto haré la crítica sin spoilers, dejando estos -que son necesarios- en un apartado al final solo para quien quiera verlo.

Lo primero es que me llamó mucho la atención el hecho de que esta película pudiera ser seleccionada por la BBC como una de las mejores del siglo XXI, y os cuento el porqué de mis prejuicios. En primer lugar el argumento. La historia trata de unas chicas que se van de vacaciones a darse el fiestón a la playa en lo que, más que una película, parece un especial de Miami Shore de la MTV. Ya sabéis, este tipo de fiestas en la playa que se pegan los norteamericanos repletas de drogas, alcohol y muy poca ropa.

Y el reparto no ayuda precisamente a mejorar la impresión a priori de «Spring Breakers». Las protagonistas son cuatro chicas jóvenes algunas de ellas conocidas por venir del mundo Disney, como Selena Gomez, Ashley Benson o Vanessa Hudgens -esta última protagonista de la serie de películas High School Musical-. Completa el cuarteto Rachel Korine, casada con el director de la película. El único papel masculino está a cargo de James Franco conocido también, entre otras cosas, por films de Disney como «Oz, Un Mundo de Fantasía» (2013) o hacer de malo en la saga de Spiderman de Sam Raimi.

Además de lo anterior, la película ha conseguido tantas críticas positivas como furibundos ataques negativos. De hecho en la web de cine FilmAffinity -que yo sigo mucho- tiene una puntuación media de 4,9 sobre 10. Es decir, no llega ni al aprobado en los usuarios de dicha página. Si conocéis la web sabréis que para obtener una nota tan baja hace falta un gran número de votos negativos.

Todo esto hace pensar que «Spring Breakes» va a ser la típica peli yanqui para adolescentes tontorrones y salidos. Y el director Harmony Korine, ya desde la primera escena, se encarga de dejar claro que, efectivamente, por ahí van a ir los tiros. La película comienza -no desvelo nada- con un fiestón en la playa: jóvenes en bañador, chicas en bikini enseñando el pecho, moviendo el culo, chupando helados de manera obscena y bebiendo cantidades ingentes de alcohol; y todo al ritmo musical de Skrillex. Sí, esta será la tónica general de «Spring Breakers».

Pinta mal, lo sé. Sin embargo, con estos precedentes y para sorpresa de propios y extraños -o directamente para mi sorpresa-, la cosa tiene mucha más enjundia de lo que parece, y uno se va dando cuenta de eso según avanza la película.

Lo primero que tenemos que saber es que no se trata de una película de serie B para adolescentes facturada rutinariamente por un estudio de Hollywood, sino de cine de autor. Harmony Korine viene del cine independiente en el que ha trabajado como director y guionista. Yo no he visto hasta el momento ninguna otra película suya, pero por lo que he leído tiene fama de ser un enfant terrible y un provocador. Y la verdad, después de ver «Spring Breakers», me lo creo.

Conociendo este aspecto es más fácil comprender las características artísticas y formales de la película. Ya que conforme esta se va desarrollando hay varias cosas que llaman a atención al espectador despistado -como yo- que quizá esperaba otra cosa.

Para empezar el montaje. Desde luego no se trata de una edición convencional, sino que el relato se nos muestra fragmentado e inconexo, con constantes saltos en el tiempo, flashbacks y flashforwards. Es un montaje arriesgado que camina en el filo del ridículo y del peñazo. Para seros sincero, si la película no me hubiera gustado seguramente diría algo así como que «además de mala tiene un montaje absurdo«. Pero como me ha gustado, y al hacer el balance final creo que todo funciona, diré que el montaje no solo es original, sino que es el más acertado para lo que se quiere contar.

El siguiente aspecto que llama la atención es la fotografíaBenoît Debie consigue escenas preciosas dentro del torbellino de sexo, drogas y dubstep -el rock’n’roll es de viejunos-. Ahí es cuando te empiezas a dar cuenta de que estás viendo algo más elaborado que una simple americanada para adolescentes. Realmente hay postales hermosas donde cada cada tono cálido y cada tono frío está donde tiene que estar, como por ejemplo las del opresivo y frío campus universitario o las de las cálidas puestas de Sol a contraluz en la playa.

Pero para mí la clave para descifrar «Spring Breakers» está en la música. La banda sonora está firmada casi a partes iguales por Skrillex y Cliff Martinez. El contraste no puede ser mayor. Por un lado el techno bailable y machacón de Skrillex -llamado dubstep-, y por otro la música atmosférica y envolvente de Cliff Martinez -uno de mis compositores de bandas sonoras favorito-. Y también dice mucho de la película, porque no todo es fiesta aquí. O sí lo es, pero el camino de la fiesta lleva a las protagonistas a un viaje iniciático de autoconocimiento interior, y esto está muy bien ambientado por medio del tema musical apropiado en cada momento.

¿Va de eso «Spring Breakers»? ¿De un viaje iniciático? Y sí y no. A ver, he leído algunas críticas en Internet a la película, tanto buenas como malas, y todas -unas y otras- parecen coincidir en una cosa: no cuenta nada, no tiene mensaje. ¿Hemos visto la misma película? Quien piensa así es que no ha entendido nada, incluso aunque valore «Spring Breakers» muy positivamente.

Harmony Korine nos muestra el retrato de una generación de adolescentes -la actual en Norteamérica-, la generación de la MTV de los reality shows. Una generación que -como todas en algún momento- se encuentra perdida, especialmente en el punto crítico del paso de la niñez a la madurez. Esa juventud que vive en la contradicción constante entre lo que deben hacer -estudiar, labrarse un futuro- y los que les pide el cuerpo y las hormonas: sexo, drogas y dubstep. Entre la inocencia infantil y el despertar sexual.

En «Spring Breakers» se nos relata el viaje de cuatro adolescentes para encontrarse a sí mismas a través del más puro hedonismo nihilista y autodestructivo. No es casual que esté protagonizada por estrellas de Disney que han dejado de ser niñas y ahora son mujeres, con todo lo que eso implica. En la misma línea que la trayectoria de personajes reales como Miley Cyrus o Britney Spears -de Miley Cyrus no se dice nada porque en 2012 aún no había pegado el cambio, pero de Britney Spears se hacen constantes alusiones en la película-.

Todo esto se nos muestra de una forma cruda y explícita, a la misma vez que onírica e irreal. Explícita porque todo este tipo de fiestas son reales, tal cual se muestran en la película -podéis ver cantidad de vídeos en Youtube-. Onírica porque nada aquí es del todo real, se experimenta como en una nube que no te permite poner los pies en el suelo para reflexionar. Es en este aspecto cuando cobra sentido el tipo de montaje de la película.

Si las protagonistas se encuentran a sí mismas o no, o aprenden alguna lección de la vida lo comentaré al final para no desvelar nada a nadie ahora. Pero sí diré que el director y guionista Harmony Korine sí nos transmite un mensaje con la cinta, que no es para nada un desvarío vacío como mucha gente ha malinterpretado. Y lo hace de una forma muy valiente y original, jugando todo el rato con el espectador y sus prejuicios de manera muy inteligente.

Otra cosa que se le ha criticado mucho a «Spring Breakers» es forma de mostrar a las mujeres. De hecho se le ha acusado de machista y de cosificar a la mujer. Más allá de que el tipo de fiestas en las que se basa son exactamente así y por lo tanto es ese aspecto solo se limita a mostrar la realidad, diré que quienes tachan la película de machista no han entendido nada. Es más, en mi opinión es feminista. Sí, una de las películas más feministas que he visto últimamente. (Más detalles sobre esto al final en los spoilers)

En definitiva, «Spring Breakers» es una película original, transgresora, inteligente, valiente y muy elaborada. Con una factura impecable en la dirección, en la fotografía, en el montaje y en la banda sonora. El casting de actrices está hecho con toda la intención y James Franco está tan genial como irreconocible. Además da para reflexionar -para quien esté dispuesto a hacerlo, claro-, incluso desde un punto de vista feminista.

¿Se le puede pedir más a una película? Yo creo que no. «Spring Breakers» impacta y no deja indiferente. Además queda un poso en la memoria varios días después de verla, durante los cuales no paras de darle vueltas. De lo más interesante que he visto últimamente y absolutamente recomendable. Una película de culto.

OJO: a partir de aquí SPOILERS. (Pincha para desplegar)

Harmony Korine contextualiza «Spring Breakers» en la cultura norteamericana adolescente actual de la fiesta desenfrenada. Esto cumple varias funciones: una mostrar una realidad ajena al cine «serio», otra provocar, otra puede ser contrastar el vacío del entorno con la búsqueda de uno mismo a través de él, y otra jugar con el espectador.

Más allá de lo superficial, creo que el mensaje de la película trata de cómo encontrarse a uno mismo: quién eres, qué te gusta, qué quieres en la vida; a través de la realidad que te rodea, la realidad a la que tienes acceso, que es el único medio que se tiene y se conoce para llevar a cabo dicho proceso.

Lo primero que hay que hacer es romper con lo que te encorseta para liberarte y partir a la aventura. Esto sin duda es un proceso traumático y que, en el caso que nos ocupa de adolescentes, suele implicar la ruptura con las figuras paternas. No es casualidad que en la película nunca aparezcan los padres y las familias más allá de figuras lejanas con las que se habla en un monólogo a través del teléfono, y a quienes nunca se escucha. Es un detalle genial más del director y guionista.

El segundo paso es ir cruzando barreras, probar cosas nuevas y transgredir todo aquello prohibido para descubrir si te gusta. En «Spring Breakers» el medio es la fiesta, las drogas y el sexo, las cuales llevan a las protagonistas hasta la mafia, el crimen y el asesinato. Obviamente todo eso es una metáfora. Korine no pretende nunca darle visos de credibilidad a esas situaciones, y el montaje lo evidencia.

El mensaje es que no sabrás si algo te gusta en la vida o no hasta que lo pruebes. Y claro, una vez que lo has probado descubres que muchas cosas no son para todo el mundo. Y eso se escenifica en los «descuelgues» que se van produciendo a lo largo del metraje. El primero el de Selena Gomez que en un primer momento se siente liberada al romper con su educación cristiana, pero para la cual ser detenida por la policía es demasiado para ella: «Dios no permitirá que se os tiente más de lo que podéis resistir» como se dice en la catequesis del principio de la película.

El segundo es el del personaje encarnado por Rachel Korine, quien disfruta de la situación siempre que sea «como un videojuego, como estar en una película«, pero que se ve sobrepasada cuando le disparan y todo se vuelve dolorosamente real –bellísimo el plano de ella en la ducha tomando consciencia de la realidad-. Ambas regresan a casa en el autobús en momentos distintos, pero los planos de ellas que nos muestra Korine son prácticamente iguales: abatidas, vencidas, tristes, añorando lo que dejan atrás. Otro puntazo de la película.

Al final solo quedan Ashley Benson y Vanessa Hudgens, porque ellas sí han encontrado en este viaje iniciático lo que realmente les gusta en la vida: el crimen; algo a lo que ya apuntaban desde el atraco en el restaurante. Insisto en que hay que tomarlo como una metáfora y no literalmente. No se trata de que el sentido de la vida de la juventud sea el crimen, eso es solo una licencia poética del director muy en la línea de lo que nos contaba Charlie Kaufman en «Adaptation» (2002). Si la habéis visto sabréis a qué me refiero: a una película hay que llevarla más allá y darle drama, acción y emoción, porque eso es la vida misma. Harmony Korine ha aprendido muy bien esta lección y con sobresaliente.

Además el director de «Spring Breakers» juega constantemente con los prejuicios del espectador. Fundamentalmente al intentar contar algo serio por medio de imágenes de tetas y culos, y hacerlo sin moralina alguna. El espectador medio -o por lo menos yo- esperaría una moraleja conservadora, porque al fin y al cabo es lo que se estila en Hollywood. Las chicas se irían de fiesta, sin límites ni moral -incluso cometiendo un robo-, pero en algún momento algo malo les ocurría y se darían cuenta de su mal comportamiento, aprenderían la lección y volverían a casa para convertirse en miembros decentes de la sociedad.

Digo que Korine juega con el espectador porque la película sigue este esquema, incluso las detiene la policía cortandoles dramáticamente el rollo. Pero aunque una de ellas sí que encaja en el estereotipo conservador, lo cierto es que el giro de la película no es ese, sino que el resto siguen yendo más allá todavía transgrediendo todos los límites y felices de hacerlo. Esto supone una bofetada en toda regla a quienes su esquema mental les pedía una moralina final para sentirse cómodos. De ahí que «Spring Breakers» haya obtenido tan malas críticas, no tanto de quienes no la han entendido, como de quienes su mensaje les ha ofendido profundamente, aunque sea en el subconsciente.

Hablando de mensajes que ofenden a algunos, como he dicho antes para mí «Spring Breakers» tiene un componente feminista muy importante. Aquí el director también juega con nosotros y nuestros prejuicios al mostrarnos imágenes explícitas de mujeres casi desnudas, de sus pechos y sus culos; a la misma vez que más o menos sutilmente nos transmite un mensaje feminista. Eso choca en nuestra mente, y me da la impresión que en la mayoría de los casos la gente en este aspecto se ha quedado en la superficie, los árboles no les han dejado ver el bosque, y no han entendido nada.

Para empezar «Spring Breakers» va de cuatro chicas que toman sus propias decisiones y hacen lo que les da la gana. La mentalidad moral conservadora hace que el espectador piense: «ahora verás lo que les va a pasar por ir así por la vida«. Una idea que si los protagonistas fueran hombres haciendo exactamente lo mismo igual ni se le pasaba por la cabeza a nadie. Sin embargo no solo no les ocurre nada grave, sino que el director no las juzga en ningún momento y además se salen con la suya. Esa es la forma que tiene Korine de quedarse con nosotros.

Otro detalle: «Spring Breakers» cumpliría con las famosas reglas del test de Bechdel para evaluar el papel de las mujeres en una película, lo cual ya es mucho:

1.En la película salen al menos dos personajes femeninos con nombre propio.

2.Dichos personajes se hablan la una a la otra en algún momento.

3.Dicha conversación tiene que tratar de algo más que no sea un hombre.

El punto de vista feminista de la película se puede apreciar en la relación que tienen las chicas con el rapero y gangster Alien (James Franco). Desde el momento en que las saca de la cárcel los prejuicios llevan al espectador -o por lo menos a mí, ya que es lo habitual en Hollywood- a pensar que él manipulará o utilizará de alguna manera a las pobres niñas tontas indefensas, las cuales se dejarán hacer. Al fin y al cabo son mujeres y no se enteran muy bien de lo que pasa, ¿no?

Esta situación prototípica del rol de la mujer en el cine es la que nos plantea Korine para luego darle la vuelta y mostrarnos que ellas están ahí porque es lo quieren, es lo que les gusta y tienen el control. Para que esto nos quede claro el director monta la escena en la que ellas cogen las pistolas y se las meten en la boca a Alien haciendo que él chupe los cañones como si fueran falos. Momentazo impagable.

Luego está el final. Un espectador despistado podría pensar que es Alien quien las arrastra a la venganza utilizándolas como meras comparsas. Pero son en realidad ellas quienes le incitan a él a hacerlo. Las dos chicas que quedan ya se han encontrado a sí mismas y saben perfectamente lo que quieren. Y de hecho lo llevan a cabo. Es sencillamente magistral, y nada casual, el momento en el que entran por el puente a la casa del otro gangster y nada más llegar Alien cae muerto y ellas siguen adelante sin inmutarse. Ellas están ahí porque quieren y no necesitan ningún hombre que las lidere.

Pero hay otro momento que creo que deja todavía mucho más claro el punto de vista feminista de «Spring Breakers». Las cuatro chicas han estado de fiesta juntas, pero llega un punto en el que una se separa de las demás. Cotty, el personaje encarnado por Rachel Korine, se queda sola de fiesta con un montón de hombres mientras las otras tres están en la piscina. Cotty se emborracha, sola y lejos de sus amigas, con todos esos hombres que le dicen que se la quieren follar.

No es casualidad que el director nos contraponga las imágenes de una en la fiesta con la del resto de amigas tranquilamente en la piscina. Otra vez está jugando con nuestros prejuicios. Recordemos que en este punto de la película el espectador aún está esperando algún giro que les agüe la fiesta a las chicas y les enseñe una lección moral de la vida. Harmony Korine juega con nosotros al plantear la situación contrapuesta fiesta/piscina.

Por un lado en la fiesta Cotty está borracha -y, suponemos, vulnerable-, magreándose, besándose y enseñándoles los pechos a un grupo de hombres que le dicen abiertamente que se la quieren follar. Por el otro en la piscina Faith, encarnada por Selena Gomez, está reflexionando sobre lo bien que se encuentran y que ojalá el tiempo se parase ahí mismo. Obviamente el tiempo no se va a detener, es el momento de que pase algo dramático. Blanco y en botella. Harmony Korine plantea la escena con toda la intención para lo que viene después.

La situación de Cotty en la fiesta tiende a dos posibles resoluciones clásicas. Una que acabe follando con uno o más de los hombres con los que está. Total, está borracha, con su voluntad afectada por el alcohol; y además, como pensaría cualquier machista: «si ha ido provocando y lo ha empezado, lo tiene que terminar«. La otra es que ella se negase a follar con ninguno, como de hecho así lo expresa casi desde el principio, y la acabasen violando. El argumento es el mismo: «les ha enseñado las tetas, se ha besado con ellos, lo iba buscando«. Esta segunda opción además sería perfecta para el previsible giro de los acontecimientos que les enseñaría a las chicas la lección moral de que los actos irreflexivos tienen consecuencias.

¿Pero cómo lo resuelve Harmony Korine? Pues en el siguiente plano están las cuatro amigas comprando cerveza en un local de carretera. Así, sin más. No ha pasado nada. Sin explicaciones ni moralinas. El director ha jugado con nosotros al plantearnos la situación y dejarnos con un palmo de narices. El mensaje es claro: una mujer puede hacer lo que quiera, pegarse la fiesta como quiera y con quien quiera, llegar tan lejos como quiera y parar igualmente cuando quiera. Sin más. ¿Cuándo se ha visto esto en el cine?

Quienes se quedan en la superficie y piensan que la película es machista porque se muestran tetas y culos, pero no se dan cuenta del papel real que juegan las protagonistas, es que no han entendido nada.

Además de todo esto la película nos deja momentos de gran cine. El más claro es el del atraco al restaurante. Un plano secuencia desde la camioneta que va girando por fuera del restaurante y a través de cuyas ventanas vemos lo que está ocurriendo dentro. Chulísimo. Además de cuando le recrean la situación a Selena Gomez más adelante, en una escena cargada de una fuerza y de una violencia que uno nunca asociaría con unas chicas tan «poca cosa».

Otro momento que me parece glorioso, tan cargado de belleza como de fino humor irónico, es cuando cantan alrededor del piano la balada de Britney Spears, con el gangster tocándola con sentimiento y las tres chicas bailando con los pasamontañas rosas y los rifles. Inolvidable.

En definitiva, decir que «Spring Breaks» es buena es quedarse corto. A mí me ha encantado tanto en el fondo como en la forma. Se nota, ¿no?

Spring break forever, bitches!

 

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