Spirits in the Forest, el documental de Anton Corbijn sobre Depeche Mode

El pasado 21 de noviembre se estrenó a nivel mundial y a la misma hora el documental de Anton Corbijn sobre Depeche Mode titulado Spirits in the Forest. Se trata de la enésima colaboración entre el director y la banda. Corbijn, que además es fotógrafo y diseñador, se ha encargado durante la mayor parte de la trayectoria de Depeche Mode de su imagen, sus fotografías, sus videoclips y sus directos.

En esta ocasión se trata de un documental sobre el concierto en el Waldbühne de Berlín el 25 de julio de 2018 con el que cerraban su última gira hasta la fecha titulada Global Spirit Tour. Es decir, es mitad concierto, mitad documental. La particularidad es que la parte documental no va sobre la banda en sí, sino sobre un grupo de fans seleccionados para la ocasión.

Repartidos por casi todos los continentes, los fans que aparecen en el documental nos relatan sus historias personales y el cómo les ha influido la música de Depeche Mode. La verdad es que resulta emocionante para un fan ver que personas provenientes de culturas y épocas tan diferentes comparten la misma emoción por la música, en concreto por la música del grupo inglés.

Sin embargo, la elección de los protagonistas y sus historias resulta un tanto tramposa. Todas y todos ellos tienen algún drama en su vida: por ejemplo un divorcio o una dura enfermedad. El mensaje es que la música de Depeche Mode les ha ayudado de una forma u otra a superar o llevar sus situaciones personales.

Esto me parece muy melodramático y forzado para un documental sobre música. No dudo que estas historias existan. Seguro que hay muchas más, más duras o más emocionantes. Lo que sí dudo es que tengan auténtico interés para el público, incluidos los fans más recalcitrantes.

Y ese es el principal problema de Spirits in the Forest: a la gente lo que más le interesa de un documental musical sobre una banda es la banda en sí y su música. Lo demás puede tener más o menos interés, pero es en general accesorio y, cuando se convierte en el tema principal, es en particular directamente sobrante.

En cierta manera el documental de Corbijn me recuerda el que realizó el recientemente fallecido D.A. Pennebaker sobre su gira norteamericana de 1988: el mítico 101. En él un grupo de fans que habían ganado un concurso se dirigían al concierto y el documental dejaba constancia de su viaje en autobús.

En su día tenía la lógica de presentar a Depeche Mode al público norteamericano como un grupo de música electrónica que era capaz de dar grandes conciertos y tener seguidores como cualquier grupo de rock. Recordemos que era 1988. Pero pasado el tiempo lo que quedó es un documental irregular en el que preferiríamos que hubiese habido más música y menos fans que no nos importan en absoluto.

Con Spirits in the Forest ocurre algo similar -casi parece un homenaje a aquel-. El mensaje de Corbijn es señalar que Depeche Mode es una banda de culto al contar con tantos éxitos y una trayectoria tan extensa, que influye y deja una profunda huella entre sus fans. Estamos de acuerdo.

Pero al final el documental en sí queda cojo, porque me interesan infinitamente más los momentos en los que aparece la banda que las historias particulares de completos desconocidos.

Por fortuna Anton Corbijn es consciente de eso y Spirits in the Forest está estructurado para ir de menos a más. Al principio comienza presentando a los fans, sin rastro de Depeche Mode y poco a poco va introduciendo breves extractos del directo. Estos hacia el final se van haciendo más frecuentes y son cada vez más largos hasta llegar a mostrarnos canciones casi completas.

Corbijn intenta de forma bastante torpe enlazar sutilmente los relatos de los fans protagonistas con la temática de la canción que viene a continuación. A veces menos es más y de donde no hay no se puede sacar. Eso se lo podría haber ahorrado porque queda muy impostado.

En definitiva, Spirits in the Forest es un documental única y exclusivamente para fans acérrimos. Y quizá ni siquiera para todos. Corbijn ha intentado innovar para no hacer lo mismo de siempre pero no ha acabado de cuajar.