Vista la cuarta temporada de Peaky Blinders, que terminó de emitirse en diciembre del año pasado, creo que ya va tocando hacer la pertinente crítica. La serie británica de la BBC -distribuida por Netflix- ha renovado para una quinta que, según han anunciado, llegará ya en 2019. Cada temporada consta de unos regulares seis episodios, lo cual es de agradecer por aquello del menos es más y lo bueno si breve, dos veces bueno.
Peaky Blinders está ambientada en la Inglaterra de principios del siglo XX, en concreto en Birmingham. Y nos relata las peripecias de una familia de gánsters y sus fechorías. Los hermanos Shelby, tras regresar de la Primera Guerra Mundial, se dedican a las apuestas ilegales, a proporcionar protección «obligatoria» a cambio de dinero y a cuantas acciones ilegales les vayan surgiendo y les den beneficio. Lo típico.
De hecho los Peaky Blinders existieron de verdad en Birmingham como banda de crimen organizado. Coinciden con la serie las actividades a las que se dedicaban y la vestimenta tan cuidada, así como sus gorras características. El resto no tiene nada que ver. Para empezar porque los originales eran de finales del siglo XIX, mientras que en la producción de la BBC estamos ya en los años veinte del siglo XX.
Es interesante el contexto histórico, porque se aprovecha en la serie para hablar de la Gran Guerra y sus consecuencias, de la situación política en Inglaterra -haciendo referencia a Winston Churchill a menudo-, o de la Revolución Rusa, por mencionar solo unos cuanto ejemplos.
Todos estos detalles contribuyen a mejorar una ambientación que es excelente y una de las mejores en el panorama de series de la actualidad. De hecho es también lo mejor de Peaky Blinders. La escenografía, el vestuario y la fotografía son de una calidad técnica incuestionable. Solo por eso merece la pena verla. La única crítica que le hago en este aspecto es el abuso de la cámara lenta para las entradas en escena de los Peaky Blinders. Demasiado para mí.
En cuanto al argumento no puedo evitar que me recuerde mucho a Hijos de la Anarquía. En esta los mafiosos eran una familia de moteros, mientras que en Peaky Blinders son una familia de gitanos. Pero ambas series tienen muchas similitudes -incluso momentos calcados, como lo del hijo-. El líder intenta dejar los negocios sucios para pasarse a los legales, para lo cual solo tiene que hacer una trabajo más y después todo se arreglará. Pero al contrario de lo que él espera, todo se tuerce, y cuanto más intenta arreglar las cosas más empeoran.
Y así una y otra vez. Porque la gran pega de Peaky Blinders es lo repetitiva que resulta. Sí que de una temporada a otra la trama avanza, los personajes se suceden y las localizaciones cambian. Pero en el fondo la trama y la estructura es casi la misma, y eso hace que inevitablemente pierda interés.
En Hijos de la Anarquía sucedía algo similar, aunque en ese caso la serie estaba tan bien hecha que era imposible no estar enganchado. Peaky Blinders es la hermana menor de Sons Of Anarchy. Tiene la misma intención, pero le falta el riesgo y la garra de aquella.
La serie está protagonizada por Cillian Murphy, actor británico que conocemos por haberlo visto en muchos papeles secundarios. Por ejemplo protagonizó El Viento que Agita la Cebada (2006) de Ken Loach o lo vimos recientemente en Dunkerque, aunque quizá lo recordaréis por haber encarnado a Espantapájaros en las películas de Batman, también de Christopher Nolan.
Su personaje de Thomas Shelby, el hermano que lleva las riendas de la familia, es el centro de los Peaky Blinders, y todo gira a su alrededor. Aunque el personaje no es siempre del todo coherente con sigo mismo -lo cual es culpa de los guionistas-, la interpretación de Murphy es más que correcta demostrando su valía como actor.
Destaca también la banda sonora repleta de temazos de PJ Harvey, Radiohead, Nick Cave, Tom Waits y un largo etcétera. Las canciones son anacrónicas con respecto de época en la que transcurre la trama -y no pegan ni con cola-, pero, como digo, son temazos de grandes artistas y no puede más que gustarnos.
Peaky Blinders es una buena serie que os gustará si sois fan de Hijos de la Anarquía -aunque no esperéis el mismo nivel-. Se ve con interés, aunque las temporadas van de más a menos, puesto que lo repetitivo de las situaciones hace que las últimas sean menos interesantes.
Creo que deberían acabarla en la próxima quinta temporada con un final apoteósico y no alargarla más de la cuenta.
- Fotografía
- Cámara lenta