Love: otra serie que se lo debe todo a Woody Allen
Hoy en Series-Que-Se-Lo-Deben-Todo-A-Woody-Allen vamos a hablar de Love. Una serie original de Netflix que ya va por su segunda temporada. Se trata de otra más que sumar a este tipo de sitcoms como Girls (2012-2017) o Master Of None (2015) -de la que ya os hablé aquí-.
Las similitudes entre ellas son muchas. Para empezar Love está producida por Judd Apatow, famoso productor de comedias románticas, entre las que se encuentra la propia Girls. Pero quizá encuentro más parecido con Master Of None.
Todas estas series comparten que están creadas, interpretadas y dirigidas por una o un humorista que da el salto a la televisión. Love no es diferente y se trata del proyecto de Paul Rust, un cómico cuyo aspecto -en especial por las gafas oscuras de pasta- recuerda mucho al propio Woody Allen.
La sinopsis de Love no tiene más vuelta de hoja: relaciones sentimentales, laborales y de amistad alrededor de la pareja protagonista. Ellos son Gus -interpretado por el propio Paul Rust- y Mickey –Gillian Jacobs-, quienes empiezan una turbulenta relación en Los Ángeles. Y quizá esta sea la única diferencia con el resto de series de este tipo: que no se desarrolla en Nueva York.
El mayor acierto de Love es el personaje de Mickey. Ella es una chica un tanto autodestructiva, adicta, compleja y contradictoria. Sin duda es lo que más puntos aporta a Love para hacerla interesante.
Por otro lado el problema está en el personaje de Gus. A Paul Rust le gusta demasiado su personaje de buenazo y, aunque también tiene sus contradicciones, en general es siempre demasiado bueno y empalagoso. Lo mismo le ocurría a Aziz Ansari en Master Of None.
Dejando estas cuestiones aparte, que seguro son cosa mía -los personajes demasiado buenos me acaban resultando muy empalagosos-; la cuestión es que Love cumple la mar de bien como comedia romántica. He de reconocer que la primera temporada empieza bien y termina aún mejor. Buen ritmo y muy divertida.
Por desgracia no puedo decir lo mismo de la segunda, en la cual el ritmo decae, los chistes cada vez son menos y de calidad inferior y la situaciones son intrascendentes. Aunque lo peor es cuando la serie caen en el melodrama, con momentos exagerados y sobreactuados que ni emocionan ni hacen reir. Curiosamente la segunda temporada, menos creativa y con claros síntomas de agotamiento de la idea original, tiene dos capítulos más que la primera. ¿Qué necesidad había de alargar algo que no termina de cuajar?
A pesar de esto creo que se trata de una buena serie que hará las delicias del público fan de las comedias románticas sin demasiada mala leche. Yo os la recomiendo.
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