La Trinchera Infinita, otra gran película de Garaño, Arregi y Goenaga
Una de las películas españolas más interesantes de la temporada -que no suelen ser muchas- es La Trinchera Infinita-, dirigida por el trío formado por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga. A los dos primeros ya los vimos encargarse de la estupenda Handia. Y antes a Garaño y Goenaga en la notable Loreak. Así que estamos hablando de uno de los grupos de directores más solventes del panorama español en la actualidad.
La Trinchera Infinita se trata de una película más sobre la Guerra Civil Española -y van-, y es que hace muy poco pudimos ver en los cines Mientras Dure la Guerra, de Alejandro Amenábar. Aunque en el aso que nos ocupa sería más apropiado decir que se trata de una película sobre la posguerra.
Nos cuenta una historia que conocemos muy bien porque ya la hemos visto antes. Se trata de un relato sobre aquella gente que tras el golpe de estado contra la República y la democracia, y la posterior victoria de los fascistas, permanecieron escondidos en sus casas para que no los detuviesen o, peor, para que no los matasen. En muchos casos el escondite era apenas un agujero, un altillo o una falsa pared, como es el caso de Higinio (Antonio de la Torre) en esta película.
Dicho así parece que el guion no va a dar mucho de sí. Pero el caso es que sí lo hace, y además mantiene el interés de sobra a pesar de su extenso metraje de casi dos horas y media de duración. En La Trinchera Infinita nos encontramos con un relato poliédrico que nos muestra tanto un relato intimista sobre la evolución de una pareja en circunstancias difíciles, como uno político que abarca, nada más y nada menos, que casi toda la dictadura franquista.
La película gana más cuando se adentra en esos otros terrenos, más allá del tema de la reclusión y el aislamiento. Desde los primeros minutos, que son una escalofriante película de acción; hasta la relación con el vecino fascista, que a ratos se convierte en un estupendo thriller de suspense.
Pero como he dicho, es la relación entre Higinio y Rosa (Belén Cuesta), cómo se deteriora a través del paso de los años, lo que sostiene el andamiaje de La Trinchera Infinita. Porque si bien Higinio es quien está recluido, las consecuencias de esa vida de secretos y mentiras quien la sufre es Rosa, y a ella también le pasa una gran factura.
Es muy interesante la forma en la que los directores abordan el enfoque de la actualidad política que ocurre en el transcurso de los años. Todo lo vemos desde dentro de la casa. Al igual que el protagonista, vemos la vida pasar por una ventana a través de los visillos.
Lo más doloroso de La Trinchera Infinita es el relato de la derrota encarnado en el declive de Higinio. Si se pierde se pierde. Con todas las consecuencias. No hay piedad alguna en ese sentido para el protagonista. Es tan triste como verídico. Un punto más a favor de esta estupenda película.
La única pega que le puedo poner es la innecesaria escena final, la cual transmite un mensaje absurdo, irreal y nada coherente con lo que ha sido La Trinchera Infinita hasta ese momento. Sobraba. (Lo explico al final del artículo en la sección de spoilers).
A la elaborada ambientación hay que sumarle la estupenda interpretación de sus dos protagonistas principales. De la Torre está en su línea, o incluso mejor. La caracterización para reflejar el paso del tiempo es excelente. Pero quien más sorprende es Belén Cuesta en uno de los mejores papeles de su carrera. Desde luego tiene más posibilidades como actriz dramática que como actriz cómica.
En definitiva, La Trinchera Infinita es una película más sobre la Guerra Civil y la posguerra. Pero tan bien hecha y tan bien contada, y con un guion excelente, que merece estar entre las mejore del género y entre las mejores películas españolas de este año.
OJO: a partir de aquí SPOILERS. (Pincha para desplegar)Al final de la película Higinio, ya libre, vuelve a su antigua casa. Junto a ella está la casa del vecino fascista que lo ha perseguido. En ese momento la cámara se sitúa dentro de la casa del vecino, el cual se esconde mientra que Higinio está fuera, libre y a la luz del día.
El mensaje de esta escena es claro: se han vuelto las tornas. Quien antes tenía que esconderse está libre y quien era libre y abusaba tiene que esconderse. Pero eso es una tremenda falacia. Ni ocurrió entonces, ni ocurre ahora, que incluso en democracia tenemos que ver cómo los fascistas presumen de serlo abiertamente sin que el estado de derecho haga nada al respecto. Algo impensable en otras democracias con pasado fascista, como por ejemplo Alemania.
De hecho en España la extrema derecha campa a sus anchas sin miedo a las consecuencias, mientras que alguien de izquierdas tiene que tener mucho cuidado con lo que dice porque se puede jugar el puesto de trabajo o incluso que le den una paliza.
Así que que me perdonen los directores, pero la escena final es una chorrada que se podrían haber ahorrado en una película que, por lo demás, es excelente.
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