Esos son otros López

El Hilo Invisible, otra chorrada de Paul Thomas Anderson

El hilo invisible

El hilo invisible

Esta semana se ha estrenado en los cines el último film de Paul Thomas Anderson, y candidata al Oscar a la mejor película, El Hilo Invisible (Phantom Thread). Muy buenas críticas la preceden, pero seamos claros: Anderson es uno de los directores de cine más sobrevalorados que hay, así que es de esperar que todo lo que haga sea bien recibido por la crítica. Aunque sea una basura.

Recuerdo haber visto Pozos de Ambición (There Will Be Blood, 2007) con estupefacción. Era una película muy regulera, tirando a mala, que en el momento de su estreno -y aún ahora- estuvo encumbrada por la crítica. El resto de la filmografía de Anderson no es mejor: Boogie Nights (1997), Embriagado de amor (Punch-Drunk Love, 2002), The Master (2012) o Puro Vicio (Inherent Vice, 2014) a cuál peor. Solo se salva Magnolia (1999), esa sí es una buena película -aunque tampoco para tirar cohetes-.

Hago esta necesaria introducción sobre el director para contextualizar El Hilo Invisible, que para nada es una excepción en la carrera de Paul Thomas Anderson. Se trata de una película pomposa, pretenciosa y absurda en la que se nos cuenta la enfermiza relación entre el modisto Reynolds Woodcock y su pareja Alma. Woodcock es excéntrico, estricto e intransigente; mientras que ella es sumisa e intenta agradarlo de todas las formas posibles, aunque con poco éxito. Y por si fuera poco comparten casa con la hermana de él, una mujer controladora que no da un respiro a la recién llegada Alma.

Esto que bien podrían ser los elementos de partida para un buen drama, una especie de Rebeca de alta costura -si me permitís el juego de palabras-, al final resulta ser una tremenda chorradaEl Hilo Invisible tiene algún que otro buen momento -no lo cuento para no hacer spoilers-, pero el desenlace final lo hecha todo por tierra con un giro de lo más absurdo que a mí me hizo poner los ojos en blanco.

El guion, que también firma Anderson, es como poco flojo. La parte en la que Reynolds y Alma se conocen y se enamoran está contada con precipitación y resulta muy poco creíble. Así como el proceso en el que ella se adapta a la casa y a la rutina de él. Por otra parte la relación con la hermana, que es el conflicto potencialmente más potente de la película, se desperdicia y queda diluida. Como punto positivo tengo que reconocer que la película no se me hizo larga, a pesar de sus 130 minutos de duración. Está contada con un buen ritmo, eso sí.

Lo primero que llama la atención cuando empiezas a ver El Hilo Invisible es la música. Y si a los cinco minutos de estar viendo una película ya te chirría la banda sonora, malo. La música es omnipresente en toda la película y se hace pesada, cargante, agotadora. Anderson hace un uso nefasto de la música: está por todas partes, en vez de utilizarse con gusto en los momentos en que sea necesario resaltar algo en una escena.

La razón de esta sobrecarga musical está en que la partitura la firma Jonny Greenwood -miembro de Radiohead-. Greenwood es colaborador habitual de Paul Thomas Anderson desde Pozos de Ambición, y es más que probable que el director, ya que cuenta con una estrella de primera línea, aproveche para meter su música por todas partes.

Tengo que aclarar que Jonny Greenwood no tiene la culpa. Me he tomado la molestia de escuchar la banda sonora de El Hilo Invisible al margen de la película, y la verdad es que por sí sola está muy bien -merecida nominación este año al Oscar a la mejor banda sonora-. No, la culpa es de Anderson, que simplemente es un mal director.

Y además parece empeñado en demostrarnos ese hecho en cada plano. En El Hilo Invisible la inmensa mayoría de los encuadres son muy cerrados, solo en la fiesta de fin de año podemos encontrar algún plano general. Lo que da a la película una sensación de opresión que no tiene relación en muchos casos con lo que se está contando.

El abuso de los primeros planos es absurdo. Un primer plano se usa para enfatizar emociones, pero aquí están por todas partes, como si cada momento fuera crucial, cuando no es el caso. Anderson pretende dotar de emoción o trascendencia a imágenes y momentos que no la tienen. Al final abusar de los primeros planos consigue el efecto contrario: cuando se quiere emocionar al público este ya está inmunizado contra ese recurso.

Lo mejor de la película -que no es decir mucho- son los actores y actrices. No cabe duda de que Daniel Day-Lewis es un gran actor, aunque aquí no tiene mucho que hacer en el papel de modisto frío y distante que le ha tocado. Lo mismo ocurre con Lesley Manville, que interpreta a su hermana. La mejor es sin duda Vicky Krieps, una actriz a la que habrá que seguirle la pista en el futuro.

Por lo demás técnicamente El Hilo Invisible es una película que está a la altura de lo que se espera de una producción de este presupuesto. Una excelente fotografía y una buena ambientación, aunque un tanto limitada, ya que la mayoría de la acción transcurre dentro de la casa de los Woodcock.

Si eres fan de Paul Thomas Anderson te mereces esta película, y seguramente te gustará. Si no es ese el caso, El Hilo Invisible es exactamente lo que cabría esperar de este director. Se deja ver porque cuenta con un buen ritmo, pero es cargante, pretenciosa y vacía en el resto de aspectos.

No se merece de ninguna de las maneras llevarse el Oscar a la mejor película. Aunque quién sabe, porque visto lo visto -hasta ahora-, este año vienen muy, muy flojos, y cualquier cosa podría ganar la estatuilla.

El Hilo Invisible
4.4 Puntuación total
Pros
- Buen ritmo
- Vicky Krieps
Contras
- Dirección
- Guion
- Primeros planos
- Uso de la música
Dirección
Guion
Arte
Actuaciones
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