¿Estás pensando ver «The OA»? Te interesa leer esta crítica antes

A mediados de diciembre de 2016 Netflix lanzó The OA, su nueva apuesta en cuanto a series propias. Ocho capítulos que han dado mucho que hablar. Hay a quienes les ha parecido una maravilla -incluso la han comparado con Perdidos- y a quienes les ha parecido un experimento fallido. ¿Un acierto o un pinchazo de Netflix? Veamos.

No me voy a andar con rodeos. Seguro que os preguntaréis qué significa un título tan raro como «The OA». Pues bien, os lo voy a explicar. «OA» es la onomatopeya del bostezo. Es imposible ver esta serie sin bostezar de vez en cuando. En mi caso me dormí en cuatro de los ocho episodios, hasta el punto de que tuve que volvérmelos a poder para seguir el hilo.

The OA nos cuenta la historia de Prairie Johnson, una joven que vuelve a casa por sorpresa tras haber estado desaparecida durante años. ¿Qué le ha pasado? No lo sabemos. Es más, ella tampoco parece querer hablar del tema. El misterio se incrementa cuando descubrimos que en el momento de su desaparición era ciega, mientras que ahora a su vuelta ha recuperado la vista.

Con esta premisa la verdad es que la cosa promete. Sin embargo una vez pasado el planteamiento de la situación en el capítulo piloto, lo cierto es que se desinfla rápidamente para ya no remontar. A partir del segundo episodio toda la estructura de la serie consiste básicamente en el relato de Prairie a modo de flashbacks de lo que le ha sucedido durante su desaparición. Esta historia se alarga demasiado, resulta poco interesante y bastante tediosa. Recuerdo haber pensado: «¿va a ser toda la serie así? Ufff«.

Buena parte del relato y de las situaciones resultan bastante tontas e incluso ridículas -por ejemplo «los movimientos»-. Pero el principal problema de The OA no es ese, sino la ausencia de credibilidad del contexto y los personajes. Especialmente irritante es el rol de la protagonista. Si el personaje principal le acaba resultando insoportable al espectador, si es imposible empatizar con él, mal vamos para engancharnos.

Los elementos fantásticos, por más disparatados que sean, son aceptables siempre que el relato mantenga una cierta coherencia interna. Pero nada es creíble aquí, lo que lleva al espectador a distanciarse de la historia hasta el punto de que no le importa demasiado qué es lo que realmente está ocurriendo.

La producción de The OA es buena, hay un intento de hacer una serie de calidad con misterio, fondo y sus necesarios giros de guion. Pero fracasa porque todo es demasiado burdo, los personajes y las situaciones son ridículas y, lo peor, el ritmo es soporífero.

Señores de Netflix, ya os pasó un poco con Stranger Things, ¿por qué os empeñáis en estirar algo que es evidente que no da ni para ocho capítulos? La moda de las series también tiene su punto negativo cuando historias que podrían valer para una película o una miniserie son alargadas de más para cubrir la demanda actual de este formato audiovisual.

No recomiendo The OA porque, aunque pueda tener puntos de interés, no compensa el sopor que lleva consigo. Con la cantidad de series que hay actualmente, de hecho más de las que podemos asimilar, recomiendo dedicarle el tiempo a otras de mejor calidad, que hay muchas.

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