¿Está Titane, de Julia Ducournau, a la altura de Crudo?
A principios de octubre se estrenó en cines Titane, la segunda película de la francesa Julia Ducournau. Viene precedida de polémica por su estructura y sus impactantes imágenes, pero también por un éxito en festivales, como ha sido el caso de Cannes, donde obtuvo la Palma de Oro de este año.
Ducournau venía de triunfar incuestionablemente con su maravillosa ópera prima Crudo, así que la cuestión ahora es si su siguiente obra está o no a la altura.
Alexia (Agathe Rousselle) es una joven inadaptada que tras haber sufrido un accidente de automóvil de pequeña desarrolla cierta obsesión con los coches y bastante agresividad con el mundo que la rodea. Esta, más o menos, es la premisa de la inclasificable Titane, porque el desarrollo posterior es del todo impredecible.
De alguna manera Julia Ducournau vuelve sobre el mismo tema que trató en Crudo, pero de una forma más directa y a la vez más enrevesada. Hablo de la relación entre padres e hijos, y cómo estos últimos buscan su propia identidad más allá de las expectativas de sus progenitores. Tangencialmente, Titane también toca temas como la identidad de género y los roles marcados por el heteropatriarcado.
Al final, el relato resulta excesivamente barroco y retorcido. Está hecho más para impactar en el espectador que para contar algo con sentido. Y desde luego que consigue lo primero, pero eso no es suficiente a la larga como para que quede en el espectador un poso duradero. Al contrario que Crudo, donde sí se trataban diversos temas de forma muy interesante -incluso genial-, aquí apenas queda poco más que un ejercicio de provocación.
Aún así, la maestría de Ducournau para plasmar en la pantalla imágenes espectaculares sigue intacta. Hay en Titane escenas memorables y que confirman a la directora y guionista como uno de los talentos cinematográficos más potentes del momento.
Titante también cuenta con unas excelentes interpretaciones. Por un lado Agathe Rousselle como absoluta protagonista. Su trasformación a lo largo de la película es impresionante, y su interpretación para trasmitir una enorme variedad de registros, desde la fuerza y la violencia hasta la sensualidad y la debilidad, es espectacular. Además, también hace un pequeño papel Garance Marillier, la estupenda actriz que protagonizó Crudo.
Pero para mí la mejor actuación en Titane es la de Vincent Lindon, como el padre adoptivo. Tan extraña como contenida, la interpretación de Lindon es, en última instancia, lo que salva la película. Sin su convincente actuación el disparatado relato se habría venido abajo. Es cuando él entra en escena cuando realmente Titane despega de verdad.
Para terminar, y resolviendo a la cuestión que nos planteábamos al principio de si Titane estaría a la altura de Crudo, la respuesta es clara: no lo está. Y es que Crudo era una obra maestra e iba a ser muy difícil repetirla. Ducournau, quizá consciente de eso, ha optado por una vuelta de tuerca más en lo retorcido y lo truculento apostando más por la provocación que por el contenido.
Sea como sea, Titane es una película interesante que supone un soplo de aire fresco en el panorama independiente y del género entre el thriller y el terror surrealista. Si te gustó Crudo no dudes en verla. Si Crudo te resultó desagradable, ni lo intentes con Titane.
- La provocadora propuesta de la directora