El Cuento de la Criada, ¿inquietante distopía o tomadura de pelo?

Una de las series que más ha dado que hablar en los últimos meses -se acaba de llevar el premio Emmy a la mejor serie de drama- es la de El Cuento de la Criada (The Handmaid’s Tale). Y no es de extrañar, porque plantea un futuro distópico, pero cercano, de lo más inquietante. Además toca varios temas que están muy de actualidad, como el fundamentalismo religioso, el feminismo y, de alguna manera, la gestación subrogada de la que tanto se habla ahora. (Vale, esto último lo he traído un poco cogido por los pelos, pero algo hay).

Con todos estos ingredientes debería ser un pedazo de serie, pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad. No sé si el libro en el que se basa escrito por Margaret Atwood es igual de malo -que no creo-, pero sea como sea la serie es un fiasco importante.

Y es una pena, porque la premisa de la que parte es estupenda. En un futuro dejan de nacer niños y solo quedan unas pocas mujeres fértiles. Esta situación, de alguna manera, lleva a una guerra donde los ganadores son fundamentalistas católicos que relegan a las mujeres y convierten a las fértiles en criadas para que les den hijos.

Como decía al principio esto permite abordar el tema del fundamentalismo religioso el cual, aunque nos parezca inverosímil que eso pueda pasar ahora en Estados Unidos -aunque con Trump ahí no sé yo-, sí que se da de forma muy similar a como ocurre en la serie en otros países del mundo como Irán, Afganistán o Arabia Saudí, por poner solo unos ejemplos. Y así hacernos una idea de por lo que están pasando las mujeres en esos lugares.

Lo cual nos lleva al tema del feminismo. La situación de todas las mujeres en la serie, criadas y señoras, es exagerada, por supuesto, pero a la vez sirve de reflejo de por lo que han pasado las mujeres a lo largo de la historia, de lo que siguen pasando y de cosas a las que se podría volver si no se sigue luchando por el feminismo.

Todo es muy prometedor y bien intencionado, el problema llega a la hora de concretar y desarrollar la serie, ahí es donde El Cuento de la Criada pincha estrepitosamente. Veamos una cosa, la primera temporada de The Handmaid’s Tale son diez capítulos, es decir, diez horas de metraje en los que no ocurre casi nada. La historia avanza, sí, pero poquísimo. Lo mismo podría haberse contado en cuatro o cinco capítulos.

Es evidente que El Cuento de la Criada está alargado de más no solo para rellenar una temporada, sino para hacer varias más. Un libro de seiscientas páginas podría haberse adaptado a una sola temporada de diez capítulos perfectamente. Pero dudo que dé para estirarlo tanto como la productora parece pretender.

Para conseguir este propósito en The Handmaid’s Tale se alargan los tiempos, se ralentizan las imágenes y se incluyen flashback de los cuales algunos no le importan a nadie. Lo que empieza bien ya a mitad de la temporada va dando signos de debilidad. Especialmente por las incoherencias internas de la trama, que no tienen ni pie ni cabeza. Si se crea un futuro distópico hay que currárselo un poco más. Mientras la veía pensaba: «más vale que esto lo rematen bien, porque de seguir así…«.

Pues bien, el final de la temporada es una absoluta tomadura de pelo. ¿Diez horas de serie para este final? Diez horas para que no pase casi nada y nos dejen con un final abierto de lo más absurdo. Podrían haber cortado la serie dos capítulos antes o dos capítulos después para dividir las temporadas, habría sido igual de irrelevante.

La intención es clara: hacer un cliffhanger para que el espectador se quede con las ganas de ver la segunda temporada. Pero a diferencia de otras series que hacían esto muy bien -como por ejemplo Perdidos-, en El Cuento de la Criada es tan burdo y descarado que cuando llega ya a nadie le importa lo que le pase a la criada. No pienso perder otras diez horas de mi vida en esto para ver una segunda temporada y que luego quizá te dejen igual con intención de hacer una tercera o así.

Tengo que decir que en el aspecto técnico The Handmaid’s Tale está mejor que bien. La fotografía y la escenografía son excelentes. Lo mejor de la serie sin duda. También hay que destacar a Elisabeth Moss, absoluta protagonista en su papel de Defred, que realiza un gran trabajo.

Aún así nada justifica esta serie que roza la tomadura de pelo. Si te interesan las interrogantes y cuestiones políticas, religiosas y morales que plantea este futuro distópico mi recomendación es que te leas el libro y pases de la serie.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.