Ayer me quedé viendo la 90 gala de los premios Oscars. Algo que seguro tiene que ver con algún tipo de masoquismo. Porque resultó tan anodina y previsible como cabría esperar.
En lo que a mí respecta estoy razonablemente satisfecho ya que acerté nueve de las trece apuestas que hice en mi porra. La triunfadora, como ya se sabe, fue La Forma del Agua con el Oscar a la mejor película y mejor director para Guillermo del Toro.
También acerté el de mejor actor principal para Gary Oldman -estaba cantado-, mejor actor y actriz de reparto –Sam Rockwell y Allison Janney respectivamente-, mejor película de animación –Coco-, mejor guion adaptado –Call Me By Your Name-, mejor montaje –Lee Smith por Dunkerque– y mejor fotografía –Roger Deakins por Blade Runner 2046-.
Solo pinché en las categorías en las que arriesgué sabiendo quiénes eran los favoritos. Y es que pensé que la gala sería previsible, pero no hasta este punto, y en mi ingenuidad creí que podría haber alguna grata sorpresa.
El premio a la mejor banda sonora a Alexandre Desplat por La Forma del Agua es el que me resulta más inexplicable de todos. La mejor era claramente la de Jonny Greenwood por El Hilo Invisible. A la de Desplat no le veo nada de interés.
El mejor guion original fue para Jordan Peele por Déjame Salir. La verdad es que cuando hice mi porra me negué a apostar por darle ninguna estatuilla a esa película, que está bien, pero no es ninguna maravilla.
Pero este año los Oscars, además de flojos, venían repartidos. Así que este fue el premio de consolación a Déjame Salir, por darle algo a cada uno que y todos salieran contentos. Es una pena porque el guion de Martin McDonagh para Tres Anuncios en las Afueras es mucho mejor.
Esta última fue la gran derrotada de la noche, si es que podemos hablar en términos tan grandilocuentes en esta lluvia de pedreas de premios. Tan solo se lleva dos Oscars a la pareja protagonista formada por Frances McDormand y Sam Rockwell. Y esto es una decepción teniendo en cuenta que optaba con fuerza al premio a la mejor película.
A pesar de ser la favorita yo no aposté por McDormand como mejor actriz. Sally Hawkins hubiera sido una mucho mejor opción y pensé que la Academia aportaría algo de frescura en este caso. Pero no, no se salieron del guion lo más mínimo.
Tampoco aposté por Una Mujer Fantástica como mejor película de habla no inglesa -a pesar de ir de favorita-, pero me alegro de que se lo llevase. Cualquiera de las que optaban en esa candidatura podría habérselo merecido. Lo mejor de este año estaba ahí.
En cuanto a la ganadora La Forma del Agua, qué voy a contar que no haya dicho ya. Inmerecidísimo. Había películas mejores entre las otras candidatas y por comparación debería haber ganado Tres Anuncios en las Afueras.
En cuanto a la gala en sí resultó tan anodina como siempre. Presentada por segunda vez por el cómico Jimmy Kimmel, los chistes tampoco tuvieron mucha gracia, la verdad.
Hubo algo de reivindicación feminista con el Time’s UP y, en especial, el discurso de Frances McDormand al recoger su premio, que puso a las mujeres en pie; pero tampoco mucho más, que esto son los Oscars. Si bien es cierto que hasta hace pocos años estaba totalmente prohibida cualquier exhibición política. Así que algo es algo.
En cuanto a las actuaciones lo más interesante fue Sufjan Stevens acompañado de St. Vincent -de la que ya hablé aquí de su último disco- cantando el tema «Mystery of Love» de Call Me By Your Name. La actuación duró nada y menos y St. Vincent solo aparecía al fondo como mujer florero. Esto son los Oscars, amigos.
También pudimos ver a Eddie Vedder cantando un tema acústico mientras pasaban el vídeo de In Memoriam. Que digo yo, dado el momento que era, ¿no hubiera sido mejor que Vedder hubiese interpretado la canción de Coco «Remember me» que venía mucho más a cuento? Ese tema, que ganó el Oscar a mejor canción, fue interpretado al principio de la gala por, entre otros, Gael García Bernal, que desafinaba cosa fina.
Por último vimos cómo repitieron presentando el premio a mejor película Faye Dunaway y Warren Beatty, una forma de compensarles por el lío del año pasado. El presentador bromeó con eso, ellos bromearon con eso y hasta Guillermo del Toro miró la tarjeta para comprobar que todo estaba correcto.
Lo más simpático que una gala que no pasará a la historia. Como casi ninguna de las principales películas nominadas.