La segunda temporada de Luke Cage pierde fuerza
A finales del pasado mes de junio Netflix estrenó la segunda temporada de Luke Cage. Como sabéis se trata de una entrega más de la línea de superhéroes de Marvel afincados en Nueva York que produce la cadena de vídeo bajo demanda. Hasta el momento tenemos dos temporadas de Daredevil, dos de Jessica Jones, dos del mencionado Luke Cage, dos de Iron Fist -acaban de estrenar la la segunda, de la que ya hablaré-, una de The Punisher y una de The Defenders, donde se reúnen para formar un supergrupo.
La primera temporada de Luke Cage ya dio muestras de flojear con respecto a lo que hasta aquel momento había presentado Netflix. A saber: las estupendas Daredevil y Jessica Jones. Pero se dejaba ver y tenía su interés, aunque no estaba falta de defectos. Lo peor vendría después con el que sí fue el primer gran pinchazo de la serie: Iron Fist. Luego la cosa remontó con The Punisher y con The Defenders, que mantuvieron un nivel aceptable, lo cual casi nos hizo olvidar los fiascos.
Ahora la segunda temporada de Luke Cage nos vuelve a traer un jarro de agua fría. Voy a intentar explicar por qué, ya que no es tan fácil. Y es que la serie cuenta con todos los elementos para funcionar muy bien. Luke Cage, como superhéroe y como personaje, es interesante. Además me encanta el enfoque que se le da a estos héroes y heroínas, más centrado en sus condición de personas normales que de superhéroes.
Al contrario que la saga cinematográfica de Marvel, aquí se potencia más el desarrollo de los personajes en su vida cotidiana que las escenas de acción sobredimensionadas. Luke Cage sigue en ese sentido la línea de Jessica Jones, lo que sin duda es un acierto. La ambientación en Harlem y la cuidadísima fotografía que tienen todas estas series siguen siendo estupendas.
¿Entonces qué va mal? Pues el guion. Lo cierto es que lo que nos cuenta esta segunda temporada de Luke Cage nos interesa bien poco y, conforme avanza la trama, cada vez menos. Los diálogos, además de a veces muy absurdos, se prolongan demasiado. Los personajes van y vienen en escenas a veces sin mucho sentido e innecesarias. Tanto que al final se acaban desdibujando hasta el punto de que ya no nos interesa lo que les ocurra.
Algo curioso, porque precisamente el objetivo de dedicarle tiempo a construir y desarrollar los personajes debería ser el de que el público los conociera, empatizara con ellos, los amara o los odiara; en definitiva, que acabase sintiendo y experimentando con ellos los hitos de la trama. El efecto aquí es el contrario. Tantas vueltas innecesarias y tanto diálogo sin fuste lo que hace es que perdamos el interés.
Uno de los problemas es que no cuenta con un villano en condiciones. Cornell ‘Cottonmouth’ Stokes interpretado por Mahershala Ali no me convence en absoluto. Tampoco ayuda que la relación entre Mariah Dillard (Alfre Woodard)- y Alvarez (Theo Rossi), que son los otros malos de la serie, resulte tan poco creíble. Incluso el propio Luke Cage (Mike Colter) resulta especialmente insulso en su dilema sobre su propio papel como superhéroe de Harlem. La única que se salva de la quema es Simone Missick en su papel de Misty Knight.
A todo esto no ayuda para nada la excesiva extensión de esta segunda temporada. Al igual que la primera cuenta con 13 episodios -cuando lo normal es que suelen ser 10-. La verdad es que trece horas es demasiado y se hace eterna. Deberían haberla condensado en solo ocho capítulos, al igual que hicieron con The Defenders. Eso les habría obligado a dispersarse menos y a ofrecernos la esencia del relato que sin duda al estar más concentrado habría tenido mejor ritmo.
En definitiva, solo apta para quieres vayamos a seguir todas estas series de superhéroes de Marvel por que sí. Si lo que buscas es pasar un buen rato que te enganche o te entretenga, mejor sáltatela.
- Es un superhéroe interesante
- Demasiados capítulos