Por fin he conseguido tener un hueco para hacer la crítica de Marte (The Martian) de Ridley Scott, que tenía pendiente, así que allá voy.
En primer lugar tengo que dejar claro que Ridley Scott es un pésimo director de cine cuyas películas se dividen entre las mediocres y las que directamente son basura. Con dos excepciones -ambas hace más de 30 años-: Alien, una obra maestra y la mejor película de terror de todos los tiempos; y Blade Runner, cinta de culto indiscutible. The Martian entra en el saco de las mediocres lo que, después de ver Prometheus, ya es en sí todo un logro.
La trama nos cuenta las peripecias de Mark Watney (Matt Damon), un astronauta que es abandonado en Marte por accidente y que tiene que sobrevivir solo en el planeta rojo sin tener los recursos suficientes para hacerlo. Se trata, obviamente, de ciencia ficción; y como tal lo primero es aceptar la premisa que se nos plantea, a saber: que la humanidad ha avanzado tecnológicamente lo suficiente como para llegar a mandar una expedición a Marte. A partir de ahí cualquier disparate científico -que los hay a puñados- no debería impedirnos disfrutar de la película.
La verdad no le vi a The Martian mayores problemas con los aspectos científicos. La cinta es muy disparatada sí, pero no está del todo mal llevado en cuanto al relato -mérito del guion y de Scott-. Personalmente me sentí mucho más «ofendido» con películas como Interestellar o con la propia Prometheus, cuyos múltiples disparates no eran solo de carácter científico -que también, y mucho-, sino de coherencia interna del guion y del sentido narrativo.
No, el problema de The Martian es otro: la total ausencia de drama. No puedes contar la historia de alguien que se queda solo en todo un planeta como si fuera una excursión campestre. Los potenciales aspectos psicológicos, físicos y naturales son un filón completamente desperdiciado, y eso es lo que más llama la atención.
Matt Damon es el protagonista absoluto, pero tanto su personaje como el resto de secundarios son planos, casi sin conflicto ni externo ni interno, y por lo tanto sin interés. La situaciones tanto en la NASA como en el resto de la expedición son absurdas, la típica americanada sin sentido que solo consigue distanciarte más del relato.
En cuanto a los efectos especiales hay que reconocer que son excelentes, la película está muy bien hecha -salvo el doble de Matt Damon, que es un cantazo-. Pero yo no puedo abstraerme de la sensación de todo está rodado sobre fondo azul, lo cual le quita verosimilitud y me distancia más si cabe de lo que me están contando. Esto no es solo problema de The Martian, es más bien una sensación que tengo con casi todas las superproducciones actuales y que cada vez me desagrada más.
Prácticamente el único acierto de la cinta es el sentido del humor. Lo que de hecho es una decisión creativa que la convierte de facto en otro tipo de película al que debería haber sido. Y sí, es que The Martian es cine familiar, para que la vean los niños con los padres y los abuelos en la tele un sábado por la tarde. El sentido del humor junto a la ausencia de conflicto y drama hacen que la cinta se deje ver con bastante agrado y hasta sea a ratos entretenida, a ratos graciosa.
Creo que la mayoría de las críticas que le han caído a The Martian son por el hecho de esperar una cinta de gran cine con un angustioso drama en Marte y, sin embargo, encontrarse con una película familiar para todos los públicos. Dejando eso a un lado, y también todos los disparates científicos, lo cierto es que The Martian es una mediocre pero entretenida cinta para pasar un buen rato de palomitas y sofá.