Sully es la última película que nos trae el grande de Clint Eastwood. Y podemos decir sin miedo a equivocarnos que es la mejor que ha hecho en los últimos diez años. Lo cual tampoco es decir mucho, la verdad. Vamos a ver qué tiene de bueno y de malo.
Sully nos cuenta la historia del piloto Chesley “Sully” Sullenberger, famoso en su día por haberse visto obligado a tener que hacer un amerizaje forzoso en el río Hudson, en pleno centro de Nueva York, tras haber perdido los dos motores del avión por un impacto con aves.
La historia pública creo que la conoce todo el mundo, puesto que salió en todas las noticias en 2009 y de eso no hace tanto. Pero Eastwood se centra en contarnos lo que vino después entorno a la investigación del suceso. Porque hundir un avión en el Hudson no es ninguna tontería, especialmente si pudiera haber habido otra alternativa. Por no hablar de las 155 vidas que, de ser ese el caso, se habrían puesto en peligro.
Eastwood aprovecha esa situación para transmitirnos la angustia de un hombre que, mientras es considerado por muchos como un héroe, es cuestionado por otros. Y lo peor, las dudas que crecen en su interior sobre sí mismo y si su conducta fue la acertada o no. Este pequeño drama intimista se contrapone a la sombra que planea sobre él de las corporaciones y aseguradoras que buscan culpar al error humano para minimizar sus pérdidas. En este enfrentamiento del hombre-héroe contra el mundo despiadado de los intereses económicos Clint Easwood se siente como pez en el agua.
Pero más allá de esto -bastante evidente, por cierto-, la historia tampoco es que dé mucho más de sí. Entonces, ¿dónde está el acierto en Sully? Pues en el guion y la dirección.
Todd Komarnicki, responsable del texto, hace un gran trabajo adaptando el libro en el que se basa de Chelsey Sullenberg y Jeffrey Zaslow en un formato cinematográfico perfecto, capaz de contar una historia tan pequeña generando el máximo interés en el público. La clave es la estructura que evita ser lineal, y a base de flashbacks vuelve una y otra vez al momento del accidente aéreo desde distintas perspectivas.
Clint Eastwood pone aquí todo su buen saber hacer para conseguir el tono y el ritmo perfectos. Sully nunca decae y mantiene en tensión al espectador hasta la resolución final. La película se hace corta. Todo un acierto el haberla ajustado a hora y media de duración. Si se hubiese estirado más una historia tan limitada se habría convertido sin duda en un peñazo.
El único momento en el que la película flojea es al final, cuando Eastwood se empeña en convertir Sully en una americanada patriótica. Pero bueno, quienes conocéis a Clint ya sabéis que eso va en el pack. Por fortuna estos momentos no son muchos ni muy burdos y se pueden perdonar teniendo el cuenta la calidad del resto del conjunto.
Chesley “Sully” Sullenberger está encarnado, por supuesto, por Tom Hanks. Es un gran actor, sin duda. Pero lejos quedaron los tiempos en los que cambiaba de registro en los papeles -desde Philadelphia a Forrest Gump o Naúfrago-. Para mí en los últimos tiempos siempre hace más o menos el mismo papel. En Sully está más que correcto, ya que su semblante compungido encaja muy bien con el debate interior del personaje. Sin embargo hace mucho que una actuación suya no es para tirar cohetes.
Técnicamente lo más destacable quizá sean las escenas del avión sobrevolando a baja altura Nueva York e incluso impactando en el mismo centro. Komarnicki y Eastwood juegan con fuego aquí con la imagen de un avión estrellándose en la ciudad y removiendo intencionadamente la paranoia del 11-s. Por supuesto eso también juega en favor del comandante Sully. Parecen querernos decir: «si no hubiese sido por el héroe americano esto podría haber sido otro 11-s«.
En definitiva, os recomiendo Sully. Es una película para ver una sola vez, pero la vez que se ve se disfruta, y mucho.