La cuarta temporada de Black Mirror es tan mala como las demás
He terminado de ver completa la cuarta temporada -y última hasta el momento- de Black Mirror estrenada en esta ocasión en Netflix.
Lo primero que tengo que dejar claro antes de entrar a valorar cada uno de los episodios, es que la serie creada por Charlie Brooker siempre me ha parecido una enorme chorrada desde aquel infame primer capítulo sobre el presidente y el cerdo –El himno nacional (2011)-.
Black Mirror se caracteriza ser una serie donde cada capítulo cuenta una historia independiente de las demás. Algo así como el Cuentos Asombrosos (Amazing Stories, 1985) del siglo XXI. Las temáticas son futuristas, distópicas y/o de ciencia ficción.
Otras señas de identidad de la serie son la buena producción, fotografía y efectos especiales; y los pésimos guiones, absurdos y lamentables -a cargo del propio Charlie Brooker-, que hacen que la mayoría de capítulos sean simplemente infumables.
La cuarta temporada no es una excepción y sigue la decepcionante tónica de las anteriores. Hay poco salvable aquí. Aún así voy a hacer una breve reseña de cada capítulo.
4×01. USS Callister
Se trata de un claro homenaje a la serie Star Trek. El comienzo del episodio es de lo más prometedor, con una recreación del USS Enterprise y su tripulación que hará las delicias de los fans más trekkies.
Por desgracia conforme avanza la trama se desploma a los niveles habituales a los que Black Mirror nos tiene acostumbrados. Está bien plantear premisas fantásticas o de ciencia ficción para que los espectadores dispuestos las compren. Lo que no es justificable es tomar por tonto al público -y de eso en Black Mirror saben mucho- presuponiendo que no tenemos ni la más mínima idea de los conceptos más básicos sobre el ADN.
Todo el capítulo se basa en una estupidez sin fuste, que además de desarrolla de forma lamentable. Para olvidar.
4×02. Arkangel
Dirigido por Jodie Foster, es de lo más potable que vamos a encontrar en esta temporada. Que no es decir mucho.
Trata sobre hasta qué extremos pueden llegar los padres sobreprotectores con sus hijos si la tecnología se lo permitiese en un futuro no tan lejano -ahora mismo ya se puede controlar bastante tan solo con el teléfono móvil-. Interesante premisa que hará las delicias de la gente más joven, en especial si tienen unos padres controladores.
Por desgracia ni la dirección de Jodie Foster -que tampoco es que sea una gran directora- hace que este episodio pase de ser una pequeña anécdota que no va a ninguna parte. Lo mejor es la escena en la que se muestra el paso del tiempo y el crecimiento de la niña en un plano fijo en el que camina por la calle de casa al colegio y del colegio a casa.
4×03. Crocodile
Otro capítulo donde la premisa de ciencia ficción hace aguas por todas partes. Dejando eso a un lado, es interesante el dilema moral que plantea y el periplo de la protagonista hacia una espiral de violencia y muerte.
Por desgracia el final está muy mal resuelto en otro giro de los acontecimientos de lo más tontorrón marca Black Mirror. Se deja ver y poco más.
4×04. Hang the DJ
El episodio más sentimental de la temporada, y quizá por eso el más entrañable. Ya se encargan de poner a unos personajes adorables para que empaticemos con ellos desde el principio.
El capítulo se deja ver con cierto interés desde el principio a pesar de resultar en general bastante previsible. El final es como todo en Black Mirror: una ocurrencia convertida en un pretencioso episodio para ser sobrevalorado por los fans más acríticos.
4×05. Metalhead
Dirigido por David Slade (Hard Candy, 2005) es sin duda el mejor capítulo de la temporada. Cuenta con un buen ritmo y una dirección con buen pulso que mantiene la atención del público en todo momento. Su ajustada duración de unos 40 minutos contribuye a que no se disperse ni aburra. Todo un acierto.
La estupenda fotografía en blanco y negro se suma a la buena interpretación de la protagonista Maxine Peake, y hacen que Metalhead sea una de las experiencias más satisfactorias de todo Black Mirror. Lo que, hay que recordar una vez más, no es decir mucho.
Porque el argumento de Metalhead es prácticamente nulo. No tiene casi historia y no cuenta nada ni de su propio contexto. Más bien se trata de un ejercicio de estilo y poco más. Y eso, hablando de Black Mirror donde todo es pretencioso y absurdo, es sin duda algo positivo. Un capítulo que va al grano y no se enreda en premisas rebuscadas y estúpidas es de agradecer.
4×06. Black Museum
El sexto y último episodio de la temporada es el peor de lejos. Se trata de un refrito de ideas que seguramente se descartaron por no tener entidad suficiente para llenar un capítulo entero por sí solas. Aquí se muestran en un pupurrí adaptadas para tener un hilo común que se desvela al final.
Black Museum se hace largo y es tan absurdo como lo peor de Black Mirror. Es en capítulos como este donde más claro queda la baja calidad de esta serie tan inexplicablemente sobrevalorada.
Siempre me había quedado la duda de si verla o no, ya me las has quitado… Creo que mejor nos dedicamos a series algo más ‘valiosas’
HemosVisto!