Jojo Rabbit es la última película de Taika Waititi y la que ha tenido una mejor acogida entre la crítica, ya que está nominada nada menos que a seis premios Oscars, incluido el de mejor película. El cine de Waititi se caracteriza por revisar viejos temas en clave de humor con irregular fortuna.
Waititi dio la campanada con la simpática Lo Que Hacemos en las Sombras, una parodia sobre vampiros, pero su mayor éxito comercial lo tuvo con Thor: Ragnarok. Esta última también una revisión humorística, en este caso de las películas de Thor, con un resultado lamentable. También ha participado en The Mandalorian dirigiendo el último capítulo de la primera temporada -algo que se nota en el humor del mismo-.
No es de extrañar que en Hollywood haya gustado Jojo Rabbit teniendo en cuenta su temática. Se trata de una comedia sobre el nazismo, protagonizada por un niño que tiene como amigo imaginario al propio Hitler. Un tema y un desarrollo que recuerdan mucho a La Vida es Bella de Roberto Benigni.
Hay buenas ideas en Jojo Rabbit en cuanto nos desprendemos del personaje del Hitler imaginario -interpretado por el propio Taika Waititi-. Existe una trama interesante, que da juego para hacer una bienintencionada comedia dramática para toda la familia y con mensaje incluido. Por desgracia, cada vez que aparece el personaje de Hitler te saca de la historia.
Da la impresión de que pensaron que la trama principal era insuficiente y que necesitaban introducir un elemento cómico llamativo para que la película tuviera más interés para el público. Pero no cabe duda de que resulta impostado. En primer lugar porque no tiene gracia, así de sencillo. Y en segundo lugar porque el propio Waititi conforme avanza la película lo va sacando menos hasta que casi nos olvidamos de él, demostrando que el interés de la cinta, incluso para el director, está en otra parte.
Sobre la polémica de si descafeinar así a Hitler y tratar temas tan serios y dramáticos con esta ligereza, creo que es injustificada. Hasta en las cuestiones más crudas el sentido del humor es una herramienta perfectamente válida para tratar cualquier hecho, e incluso a veces es la mejor para hacerlo desde un punto de vista crítico.
En Jojo Rabbit tenemos a un Hitler infantilizado, pero porque es el reflejo de la imaginación de un niño de diez años. Aunque eso es lo de menos en esta película. Aún teniendo un enfoque para toda la familia, de ser una parodia de los nazis, el mensaje contra el discurso del odio que hay en Jojo Rabbit no debe menospreciarse. Y menos en estos tiempos, donde hay quienes dan su voto a partidos como Vox pensándose que es un juego, una broma o que no tiene importancia apoyar a un partido neofascista como si fuera uno más.
Lo mejor de la película es el niño Roman Griffin Davis, quien es un acierto de casting indiscutible. También lo es su amigo Yorki interpretado por Archie Yates en un papel secundario. El resto de actores y actrices están correctos en sus roles de relleno. Incluida Scarlett Johansson, que cuenta con una inmerecida nominación al Oscar a mejor actriz de reparto por este papel -y este año hace doblete, ya que está nominada a mejor actriz por Historia de Un Matrimonio-.
Jojo Rabbit es una simpática comedia dramática para toda la familia, ideal para ver un sábado por la tarde en el sofá con tu cuñado de Vox y ver cómo le salen sarpullidos por el mensaje contra el odio de la película.
- El discurso contra el odio