¿Qué hacéis que no estáis viendo ya American Vandal?
El pasado mes de septiembre Netflix estrenó American Vandal, una miniserie de ocho capítulos en formato documental en la que se sigue el caso de un adolescente que se dedica a pintar dibujos de penes en los coches de los profesores del instituto.
Bien, visto así no parece una de las series más llamativas de la productora. Sin embargo, y para mi sorpresa, se trata de una de las series más originales y frescas que he visto en los últimos tiempos.
American Vandal es un proyecto de Tony Yacenda y Dan Perrault que se basa en hacer una parodia de los documentales sobre crímenes tan de moda ahora. Como por ejemplo Making a Murderer (2015) -también de Netflix-, que ha tenido muy buenas críticas pero que en realidad no es más que una versión alargada de Crímenes Imperfectos (Forensic Files).
American Vandal coge todos los elementos de este tipo de documentales: el crimen, el acusado, las dudas, la entrevistas, la investigación… y lo sitúa en el contexto de un instituto de secundaria de Estados Unidos, lo cual crea las situaciones más surrealistas posibles en el contexto del documental.
Ahora el crimen no es un brutal asesinato, sino una serie de pintadas de dibujos de penes en los coches de los profesores. El acusado no es más que un chaval de quince años, el gamberro de la clase, al que señalan -en principio- solo por su historial previo. Pero, ¿ha sido él?
La investigación la emprenden sus propios compañeros, los cuales realizan el programa de televisión del instituto -eso de hacer una revista era de otras épocas-. Con los medios del programa realizan el documental y una investigación paralela que desvelará secretos de profesores y alumnos y pondrá en duda la versión oficial.
Obviamente American Vandal es un falso documental, pero está tan lleno de detalles que podría pasar por hechos reales si no fuera porque la producción está tan sumamente cuidada que no queda realista que la hayan podido realizar unos chavales de instituto. No porque no pudiera ser o no haya gente con talento a esa edad como para hacerlo, sino porque se nota que los medios con los que cuentan son profesionales y no amateurs.
American Vandal cuida hasta el último detalle y está elaboradísima en cada uno de los elementos que forman el documental, las pistas, los análisis, etc. Tanto es así que podría decir que es uno de los mejores falsos documentales que he visto en mi vida, quizá solo rivalice con This Is Spinal Tap (1984).
Como decía estamos ante una serie fresca y actual y, sobre todo, muy divertida. A pesar del tono general de parodia, los creadores no desperdician la oportunidad y aprovechan también para hacer alguna que otra reflexión que va un poco más allá. Lo cual siempre es de agradecer.
Me parece tan original que no me extrañaría que crease tendencia. En cualquier caso se convertirá seguro en una serie de culto para una generación. De eso no me cabe duda.
Y vosotros, ¿qué hacéis que no la estáis viendo ya?
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