Esos son otros López

Especial David Lynch: El Hombre Elefante (1980)

El hombre elefante

El hombre elefante

Siguiendo con el monográfico sobre David Lynch y habiendo ya hablado aquí de su ópera prima Eraserhead, ahora le toca el turno a su segunda película: El Hombre Elefante (1980), la obra que lo consolidó como director de cine ante el mundo entero.

Lynch tenía escrito el guion de Ronnie Rocket, la que pretendía que fuera su segunda película. Pero por más que lo intentó no consiguió la financiación necesaria. Se ve que Eraserhead no era todavía carta de presentación suficiente como para que la industria confiara en él como un director capaz de gestionar una gran inversión y generar beneficios.

Ante el estancamiento del proyecto Lynch se decidió por dirigir un guion ya escrito por otros -algo casi inédito en su carrera y que solo se volvería a repetir en Una Historia Verdadera (1999)-. El elegido fue el de El Hombre Elefante, escrito por Chris de Vore y Eric Bergren.

El productor de la película era el famoso director de comedias Mel Brooks, el cual tras ver Eraserhead quedó tan impresionado que no solo apoyó el proyecto de Lynch, sino que le dio libertad para alterar el guion y añadir elementos surrealistas propios. Brooks decidió que su nombre no apareciera en los créditos de la película para que los espectadores no se confundiesen y pensasen que se trataba de una comedia.

El Hombre Elefante nos cuenta la historia real de Joseph Merrick -en la película llamado John Merrick- un hombre que vivió en Londres en la época victoriana a finales del siglo XIX. Merrick sufría una terrible enfermedad que deformaba la cabeza y todo el cuerpo. Esos tumores fueron los que le ganaron el apodo de «el hombre elefante».

Aunque está basada en hechos reales la película se toma bastantes libertades respecto a los mismos, y al final más que un relato biográfico sobre Merrick se trata de una reflexión sobre la condición humana y su bajeza moral. Ya sea responsabilidad de los guionistas originales o del propio Lynch, la verdad es que es un acierto llevar la película un poco más allá de un mero biopic.

El Hombre Elefante se convierte así en un relato con reminiscencias dickensianas. La ambientación industrial en la época victoriana permite a Lynch crear de nuevo un ambiente oscuro y opresivo que recuerda mucho al que había creado para Eraserhead. El hecho de que esta película también esté rodada en blanco y negro y que el diseño de sonido también esté en manos de Lynch ayudan a crear la atmósfera.

Aunque El Hombre Elefante es un historia lineal perfectamente comprensible -lo opuesto a Eraserhead y a mucha de la filmografía de Lynch-, lo cierto es que podemos notar la mano del director en varios aspectos. Desde el comienzo con la escena de los elefantes y la madre siendo pisoteada por ellos, así como los primeros planos de su rostro -que recuerdan a los de Henry al principio de Eraserhead-; hasta la escena onírica en la que se sumerge John Merrick tras entrar la cámara por el agujero de su capucha -todo marca de la casa-.

David Lynch demuestra varias cosas en El Hombre Elefante. Que es capaz de realizar cine clásico y atemporal, y que a pesar de eso le puede imprimir su toque personal surrealista no solo sin desmerecerlo, sino que engrandeciendo la obra. También que es capaz de crear las escenas más grotescas -eso ya lo había demostrado de sobra en Eraserheadasí como a la vez las más tiernas y emocionantes.

No puedo terminar sin mencionar a los actores. Anthony Hopkins en uno de sus primeros grandes papeles protagonistas, que contribuyó mucho a consolidarlo como actor. Y John Hurt en el papel de John Merrick, que venía de hacer Alien (1979), irreconocible bajo toneladas de maquillaje.

Todo ello hace de El Hombre Elefante una obra maestra. La película fue un éxito de crítica y público -de las pocas veces que Lynch ha conseguido aunar ambas cosas- y lo consolidó como uno de los mejores y más prometedores directores del momento. Teniendo en cuenta que esta fue su primera película en los circuitos comerciales hay que reconocer el mérito que tiene.

OJO: a partir de aquí SPOILERS. (Pincha para desplegar)

Una de las cosas más interesantes de El Hombre Elefante es el paralelismo que los guionistas y el director hacen de la vida de John Merrick en el circo, siempre maltratado y exhibido como un monstruo para el disfrute del público; y la vida en el hospital, donde es tratado mucho mejor, pero igualmente exhibido como un monstruo de feria para el deleite esta vez de la alta sociedad.

Cuando Merrick es llevado por segunda vez al circo, hay un momento en el que Mr. Bytes lo exhibe ante el público y lo obliga a levantarse para que lo vean bien. Después, de vuelta al hospital con el doctor Treves, John Merrick es llevado al teatro a ver una obra, donde al final también se le obliga a levantarse contra su voluntad para ser observado por el público.

Tras esto vuelve a su aposento y decide dormir tumbado, algo que dada su deformidad no puede hacer porque lo mataría. Es decir, se suicida. Merrick ha sido exhibido como una atracción de feria tanto en el mundo del circo como en el de la alta sociedad londiense. En cualquiera de los casos siempre ha habido alguien que le ha dicho lo que tiene que hacer.

A un espectador despistado puede sorprenderle el final de El Hombre Elefante. Justo cuando lo tiene todo y está en su mejor momento, con gente que lo quiere y lo cuida, asistiendo al teatro y codeándose con el alta sociedad decide suicidarse.

Pero la verdad es que si nos fijamos bien ese es el único acto en toda la película que ha hecho por decisión propia.

El hombre elefante
8 Puntuación total
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