El Diablo a Todas Horas es una adaptación demasiado literaria
El Diablo a Todas Horas es una película de Netflix estrenada este mes de septiembre como una de las propuestas más destacadas de la plataforma de vídeo bajo demanda. Aunque se trata de un film más bien coral, su principal atractivo es que cuenta en su reparto con Tom Holland -conocido por ser el último Spiderman- y por Robert Pattinson -un actor cuyo trabajo lo está llevando a alejarse del papel de vampiro adolescente en Crepúsculo que lo hizo famoso-.
El Diablo a Todas Horas es el típico relato sobre la América rural y profunda que, de una u otra forma, hemos visto ya en multitud de relatos y películas. Es un tema recurrente en la literatura norteamericana que no sé hasta qué punto interesa a los espectadores de otros países.
En esta ocasión la película se basa en la novela del mismo nombre escrita por Donald Roy Pollock. La curiosidad es que el propio Pollock hace de narrador omnisciente a lo largo de todo el metraje. Lo cual genera los primeros problemas.
Por un lado está el hecho de que, por lo general, nunca es necesario en una película tanta voz en off. Resulta redundante sobrexplicar lo que ocurre en pantalla, cuando utilizando bien el lenguaje cinematográfico sería más que suficiente, además de lo adecuado, para expresar lo que sienten o piensan los personajes. En cierta manera, en esta ocasión me recuerda a Dogville (2003) de Lars von Trier, pero sin todo ese cinismo que le aportaba la visión del director danés.
Por otro lado, la figura del narrador le da un toque literario al film que quizá sea acorde al libro en el que se basa, pero que lo lastra como película e impide que llegue a funcionar del todo con un ritmo cinematográfico.
El Diablo a Todas Horas nos narra la historia de una familia y de las gentes de un pueblo a lo largo de varias décadas. Aunque contiene flashbacks, lo hace de forma bastante lineal. Eso implica que la primera parte funciona a modo de una muy extensa introducción para los hechos que se supone son los que forman el núcleo de la trama. Puede que esto funcione muy bien literariamente -de ser así en el libro en el que se basa-, pero desde luego no lo hace en la película, la cual tiene un metraje excesivo por culpa de este tipo de decisiones narrativas.
No cabe duda de que este enfoque lastra a la película, pero no todo es malo en El Diablo a Todas Horas. Se nota que hay una historia que contar que, aunque pueda parecer errática y arbitraria a veces, tiene todo el sentido para el autor que reflexiona sobre la cultura norteamericana, la religión, la guerra y, por supuesto, la violencia.
También el reparto coral es excelente. Además de los mencionados Tom Holland y Robert Pattinson, la película cuenta con la estupenda participación de Mia Wasikowska como Helen y Bill Skarsgård como Willard, este último conocido por haber encarnado al malvado payaso Pennywise en IT (2017). También hace una actuación muy interesante Harry Melling, habitual secundario en películas y series desde que lo conocimos en el papel de Dudley Dursley en la saga de Harry Potter.
El Diablo a Todas Horas es una buena película, interesante, reflexiva y violenta; pero que no llega a despegar porque el director Antonio Campos -conocido por la serie The Sinner– no ha sabido despegarse, valga la redundancia, del referente literario en el que se basa.
Hay una película mejor ahí que podría haber salido a la luz si el director hubiera asumido más riesgos y hubiera apostado por una realización menos rutinaria.
- El reparto
- La voz en off
- La extensa duración