La nueva entrega de la serie de superhéroes de Marvel, y creo que ya van por la 14, es Doctor Strange -o Doctor Estraño- encarnado por Benedict Cumberbatch. Yo no soy un seguidor de los cómics, ni de este en concreto ni de la mayoría, así que me enfrento a las películas con la mirada limpia, libre de prejuicios al respecto de si la adaptación cinematográfica será más o menos fiel al original.
Bien, con Doctor Strange lo que nos encontramos es una película que sigue más o menos el mismo es quema de las anteriores de Marvel, en este caso introduciendo un nuevo superhéroe más místico que el resto de sus compañeros. La aparición de la magia en el universo Marvel -hasta ahora principalmente tecnológico- servirá sin duda como nexo de unión entre el mundo terrenal y científico de Iron Man, Capitán América, Spiderman, Ant Man, etc.; con el mundo digamos divino del universo de Thor.
Visualmente estamos ante la que quizá sea la más llamativa y espectacular de los Marvel Studios, sí, pero el problema es que nada de lo que vemos es original. Todo es muy bonito y llamativo, a la vez que todo nos suena de haberlo visto antes.
Una sensación que se refuerza con un guion y un estilo visual que es básicamente un refrito de películas de Christopher Nolan. En concreto el viaje iniciático del protagonista en la primera parte de la película es calcado al que realizaba Christian Bale en Batman Begins (2005). Y en cuanto a las partes visuales más espectaculares no son más que una recreación de lo que ya vimos en Origen (2010).
No voy a pedirle peras al olmo de Marvel y sus superhéroes en cuanto al guion, este tipo de películas son lo que son y así están bien. Pero en este caso la historia que sustenta la película es bastante simplona y en algún momento cogida con pinzas. Quizá la parte que más flojea sea la que se refiere al antagonista Kaecilius, un personaje esquemático sin interés. Un villano debe ser un personaje carismático y complejo para ensalzar al héroe. Todos sabemos que las mejores historias son las que tiene un gran villano. No es el caso de Doctor Strange.
Lo que sí me gustó de la película fue su sentido del humor. Seamos sinceros, tanto superhéroe, tanta explosión y tanto mamporro contra el malo de turno no sería ni mínimamente soportable si las historias no introdujesen toques de humor y no se tomasen muy en serio a ellas mismas. Afortunadamente esto parece que lo tienen muy claro en Marvel y lo ponen en práctica. Quizá donde mejor les quedó fue en la primera de Los Vengadores, que es divertidísima.
El otro aspecto positivo de Doctor Strange es Benedict Cumberbatch. No es este su mejor papel, de eso no cabe duda. Pero sin un actor con una presencia en pantalla como la suya una película con tanto artificio como esta se habría venido abajo sin remedio.
Dicho todo esto no quiero que me malinterpretéis, aunque la película de Doctor Strange no es ni mucho menos perfecta, lo cierto es que se deja ver con bastante gusto. Es curioso que diga esto después de haberle sacado los defectos, pero es así. Si os gustan las películas de superhéroes de Marvel no dudéis en ir a verla, porque la vais a disfrutar.