(Des)encanto por lo menos acierta con el título
Matt Groening es Dios desde que creó Los Simpson allá por finales de los años 80. Eso es así. Y también fue años después el responsable de la estupenda y divertidísima Futurama. Ahora, adaptándose a las nuevas tendencias televisivas del Vídeo Bajo Demanda -y en concreto a Netflix-, vuelve con otra propuesta muy de su estilo: (Des)encanto (Disenchantment).
La serie de animación se estrenó en este canal el pasado mes de agosto acompañada de una gran campaña publicitaria por parte de la cadena. Pero, ¿estará a la altura de lo que se espera?
No me voy a andar con rodeos, porque no los merece. La respuesta a dicha pregunta es un rotundo NO. (Des)encanto ha resultado ser una completa decepción. Y eso a pesar de una premisa que podría resultar muy interesante y, en especial, muy divertida.
(Des)encanto es una animación que se sitúa en esta ocasión en un contexto de fantasía medieval, pero con el fin de darle la vuelta a todos los tópicos sobre reinos, reyes, reinas, príncipes y princesas. Al igual que hizo Groening para ironizar sobre la sociedad norteamericana con Los Simpson primero, y con Futurama después; aquí nos presenta una antiheroína como medio para realizar la parodia.
La princesa del reino Dreamland -traducido aquí como Utopía- no es el estereotipo de princesa dulce y grácil de los cuentos, sino más bien todo lo contrario: es rebelde, alcohólica y contestataria. Y además se hace acompañar por un elfo exiliado de su país y un demonio al que todo el mundo confunde con un gato.
Aquí tenemos todos los ingredientes para la perfecta comedia paródica de animación, para partirnos de risa con las andanzas de la princesa Bean en un mundo de fantasía donde todo vale, y en el que por lo tanto -y de manera similar a Futurama-, las posibilidades para el disparate son infinitas.
Sin embargo nada más lejos de la realidad. Todo suena a rancio, simplón y previsible. Como si no hubieran pasado los años desde el estreno de Los Simpson. Aquella serie no solo marcó una época, sino que influyó en toda la animación televisiva posterior para adultos. Algunas los copiaron abiertamente como Padre de Familia o American Dad. Pero hasta en aquellas que, a primera vista, son menos parecidas se nota la influencia de Los Simpsons.
Pero el caso es que esas series herederas del camino abierto por Matt Groening fueron más lejos, llevando el humor a cotas más incisivas, cáusticas y, en algunos casos, bestias. Hoy en día en la cima de todo eso está la estupenda Rick and Morty -a la que le debo un post urgentemente-.
Por desgracia lo que nos demuestra (Des)encanto es que el humor de Groening, antes tan innovador como incisivo, hoy está completamente desfasado. Su nueva serie para Netflix no hace gracia. Ni pizca. Y eso es imperdonable.
Otro de los grandes problemas que lastran a (Des)encanto es una brutal falta de ritmo. Como hacía tiempo que no veía en una producción. Las escenas se suceden sin dinamismo, e incluso dentro de cada escena la acción transcurre con una lentitud y unas pausas injustificables que hacen que resulte una serie muy pesada de ver. La larga duración de algunos capítulos tampoco ayuda a mejorar esta cuestión.
En el apartado gráfico nos encontramos con los típicos dibujos marca de la casa de Groening. Aunque se hace evidente que para esta serie de Netflix no se ha tirado la casa por la ventana con el presupuesto. Los dibujos son más bien normalitos, tirando a cutres. Da la sensación de ser una serie hecha deprisa y con poco dinero. Y esto vale tanto para el apartado gráfico como para todo lo demás.
En definitiva, no la recomiendo en absoluto. No perdáis el tiempo. Si os gustan las series de animación divertidas, locas y con mala baba ved Rick And Morty.
- Ausencia total de ritmo