Z, La Ciudad Perdida es la última película de James Gray, y en ella pasa de los dramas a los que nos tenía acostumbrados a la aventura clásica, en este caso en busca de El Dorado particular del explorador inglés Percy Fawcett, encarnado por el actor Charlie Hunnam, al que conocemos de sobra por su papel en la serie Hijos de la Anarquía.
Efectivamente Z, La Ciudad Perdida está basada en hechos reales, y nos relata no solo las aventuras del protagonista a principios del siglo XX, sino también una época en la que todavía quedaban cosas que descubrir en un mundo desconocido y a la vez cambiante. La película es un relato épico con más capas de las que parece, o de las que se podría esperar en una simple película de aventuras. Pero también, por eso mismo, es demasiado dispersa. Intenta abarcar demasiados temas y no consigue profundizar en ninguno.
Z, La Ciudad Perdida nos habla de un mundo en crisis a través de los contrastes. Gray enfrenta a la civilizada sociedad británica, clasista, racista y meritocrática con las civilizaciones del amazonas, que se relevan no tan salvajes, o no tan diferentes, como el etnocentrismo europeo presuponía. A la vez esa supuesta supremacía blanca queda en evidencia ante la barbarie en la que queda sumida Europa en la Primera Guerra Mundial.
Pero el director, y también guionista, no se queda ahí y aborda otros temas como las relaciones familiares, tanto intergeneracionales como entre hombres y mujeres, en una época en la que estas últimas comenzaban a tener un papel cada vez más relevante en la sociedad. Por desgracia ninguno de estos elementos se desarrolla con la suficiente profundidad como para que sea algo más que una simple y superficial pincelada que, la verdad, aporta poco a la trama.
Porque, por supuesto, el meollo de Z, La Ciudad Perdida es la obsesión de un hombre por encontrar El Dorado, ese sueño imposible de gloria, más que de tesoros. De cómo Percy Fawcett ponía este objetivo por encima de todo y de todos, fueran cuales fueran las consecuencias. En este punto no puede uno evitar comparar la película con Aguirre, La Cólera de Dios (1972) de Werner Herzog, un relato donde se plasma mucho mejor ese tipo de obsesión y locura, conceptos que en la película de Gray son meras anécdotas.
En cuanto al aspecto técnico hay poco que decir de Z, La Ciudad Perdidad. La fotografía es correcta, pero no acaba de hacerle justicia a los tremendos paisajes de la selva amazónica. Los escenarios son muy limitados, algo que se nota especialmente en las escenas que transcurren en la Primera Guerra Mundial. Es evidente la falta de presupuesto de un proyecto que empezó a lo grande -incluso lo iba a protagonizar Brad Pitt- pero que se fue desinflando poco a poco.
Finalmente el papel protagonista recayó en Charlie Hunnam. A mí se me hizo al principio muy difícil deshacerme de la imagen del motero delincuente de Hijos de la Anarquía, pero finalmente te acostumbras. Aún así su personaje, al igual que el resto, queda algo plano y superficial, y aunque hubiera podido lucirse, el rol tampoco es que lo permitiera demasiado.
Y es que el guion cuenta con algunas salidas de tono en forma de diálogos rimbombantes sin demasiado fuste y conflictos y subtramas que no llevan a ninguna parte. Por no hablar de incoherencias tales como ver en una escena a tres personajes solos en una balsa desnuda y a la siguiente estar acompañados de todo un equipo de nativos y contar incluso con caballos, que uno no sabe de dónde han salido.
Z, La Ciudad Perdida hubiera sido mucho mejor si hubiese intentado abarcar menos y se ciñese al género puro de aventuras, donde el resto de aspectos, muy interesantes y respetables, se aportasen a modo de toques que le dieran color al conjunto. Un metraje menor también habría sido oportuno. La otra opción sería haber hecho una película más épica, más larga y más profunda. Pero no cabe duda que eso estaba a todas luces fuera del presupuesto.
Personajes como Indiana Jones se han basado en las historias reales de hombres como Percy Fawcett, y en ese sentido Z, LA Ciudad Perdida nos trae un relato no solo de su vida, sino de toda una época de aventuras, crisis, violencia y cambios. Más allá de sus defectos, la película de James Gray es una buena recomendación para ver una tarde de domingo.