Esos son otros López

¿Es «Yo No Soy Madame Bovary» una película redonda?

Yo no soy Madame Bovary

Yo no soy Madame Bovary

Por fin pude ver Yo No Soy Madame Bovary, la película ganadora del Festival de San Sebastián en 2016, del director chino Feng Xiaogang. Lo más llamativo de la misma es el formato en el que está rodada el cual, en vez de ser el habitual panorámico rectangular, es circular en la mayor parte del metraje. ¿Es realmente necesario este formato para contar la historia o se trata solo de una extravagancia para llama la atención?

Yo No Soy Madame Bovary nos relata la lucha de Li Xuelian, una mujer que ha organizado un falso divorcio con su marido para conseguir una serie de beneficios. El problema surge cuando su ahora exesposo se toma el divorcio en serio y se vuelve a casar con otra mujer. Li Xuelian acude a los tribunales para solicitar justicia, y con lo que se topa es con una extensa red burocrática.

Ya desde el principio una voz en off nos va poniendo en situación y relatando las peripecias de Li Xuelian. Este narrador comienza por relatarnos la historia de Pan Jinlian, un relato de ficción del folclore chino sobre una mujer que engaña a su marido y lo envenena para fugarse con su amante. Finalmente ella es asesinada por su cuñado cuando este descubre la verdad.

Esta introducción sitúa los elementos clave de Yo No Soy Madame Bovary tanto en lo que se refiere al fondo como a la forma. Por un lado seguimos las peripecias de Li Xuelian para limpiar su nombre y que no la llamen Pan Jinlian -lo que entiendo que en china es un apelativo despectivo similar a «puta»-. Pero por otro nos plantea la justificación de la forma estableciendo un paralelismo entre la película y el relato medieval típico chino con grabados circulares y un narrador que nos cuenta la historia -de ahí que me parezca bien la voz en off, porque tiene sentido, encaja y, además, nunca es excesiva-.

¿Es suficiente esta excusa para justificar más de dos otras de metraje en formato circular desperdiciando dos tercios de la pantalla de cine? En mi opinión no. La verdad es que no deja de ser una ocurrencia para llamar la atención en los círculos cinéfilos. Hoy día si tu película no va de superhéroes es difícil que te comas una rosca en las salas a menos que te inventes algo con lo que atraer la atención del público y la crítica.

Dicho esto hay que destacar la estupenda fotografía de Yo No Soy Madame Bovary, lo que unido al formato circular da en algunos momentos estampas preciosas, como los clásicos grabados chinos a los que hace referencia. Especialmente en los encuadres en los que la actriz Fan Bingbing -que encarna a Li Xuelian- aparece sola en planos medios. Ya sabemos que los formatos más cerrados, tipo cuadrados o 4:3, acentúan la fuerza de los planos cortos.

Sin embargo estos momentos realmente hermosos son solo unas cuantas excepciones en el total del metraje. En el resto de la película el juego con el formato -o los formatos, porque hay más de uno- es superfluo e innecesario. Te acostumbras, pero no deja de ser una excentricidad que a la postre lastra la película y distrae al espectador de lo que debería ser lo importante: la historia que se cuenta. De hecho en la tertulia posterior a la proyección entre el grupo que fuimos a verla, al final era inevitable que acabásemos hablando más de la forma que del fondo.

Lo cual es una pena, porque Yo No Soy Madame Bovary es una estupenda película. Se trata de una comedia dramática, una sátira que no deja títere con cabeza de la sociedad china. Li Xuelian, una mujer en un mundo de hombres, emprende su cruzada contra el sistema y la burocracia cual Josef K. en una odisea kafkiana mezcla de El Proceso y El Castillo.

La crítica no es solo contra la burocracia, sino también contra el clasismo de los funcionarios del estado con los campesinos, y contra el machismo, donde una mujer no tiene cabida ni posibilidades en un mundo de hombres sin ser tachada de «Pan Jinlian»; y en general contra la hipocresía de la sociedad china.

Y, sin olvidar que se trata de un drama, todo esto impregnado con un excelente sentido del humor que consigue arrancarte más de una risa, a pesar de las diferencias culturales entre la sociedad china y el público occidental.

En definitiva, Yo No Soy Madame Bovary es una película redonda que no es redonda, pero en cualquier caso es excelente si consigues que los árboles de la forma no te impidan ver el bosque.

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