El pasado mes de diciembre se estrenó en cines y en HBO Max Wonder Woman 1984. Una estrategia, la de emitir los estrenos a la vez en las plataformas de VoD, no exenta de polémica. Por un lado está la necesidad de que las películas lleguen al máximo de público posible en una época en la que muy poca gente va al cine debido a la pandemia. Por otro lado, la emisión en digital tendrá un efecto directo muy negativo en la recaudación de taquilla. Si esto se generaliza y ocurre con otras superproducciones, como ya denunció Denis Villeneuve a propósito de Dune, puede suponer el fin de este tipo de cine si no se recauda lo suficiente como para cubrir lo que cuesta producir una película de este tipo.
Sea como sea, lo cierto es que Wonder Woman 1984 no ha conseguido atraer al público a los cines como se esperaba. Los motivos de esto pueden ser múltiples. Ya sea porque la gente no va al cine por la pandemia del coronavirus, ya sea porque han visto la película por otras vías digitales -yo creo que en España, los menos-, o ya sea porque se ha corrido la voz de la baja calidad de la cinta. Esto último es lo más probable.
Esta secuela de Wonder Woman (2017) también está dirigida por Patty Jenkins y, por supuesto, protagonizada por Gal Gadot. En esta ocasión nos trasladamos, como su título indica, a 1984. Esta contextualización temporal no aporta nada a la trama y solo sirve de excusa para desplegar cierta nostalgia ochentera tan de moda en este momento.
En ese sentido la película queda bastante resultona. No tanto en el aspecto visual, que por supuesto: en la fotografía, el color, escenografía, vestuario y ciertos efectos de imagen que imitan a las imágenes de las televisiones analógicas; como en la estructura de una película de aventuras ochentera. El segundo inicio -porque tiene dos si contamos el prólogo- de Wonder Woman 1984 es la típica introducción de superhéroe de los 80, muy de las películas de Superman de Richard Donner; y la persecución con el convoy de camiones es un claro homenaje a Indiana Jones.
Sin embargo el problema de Wonder Woman 1984 está en el guion, que más flojo no puede ser. Si algo tuvo de rompedor o feminista la primera película de Wonder Woman, por poco que fuera, en esta ocasión se ha perdido por completo. Una de las primeras cosas con las que nos encontramos es con una conversación de las dos mujeres protagonistas -junto a Kristen Wiig-, ambas unas eminencias, para acabar hablado, ¿de qué? Pues de hombres, cómo no. Es una pena que una de las pocas películas de superhéroes, dirigida por una mujer y protagonizada por otra, no pase el test de Bechdel.
Más allá de eso el desarrollo de la historia resulta insulso y tedioso en su parte central. Con historias sin mucho sentido, como la del villano con su hijo. A Pedro Pascal -que nunca resulta convincente como malvado-, lo conocemos de Narcos y, recientemente, de encarnar a Mando en The Mandalorian.
Al igual que en su predecesora, lo mejor de Wonder Woman 1984 son las escenas de acción, cuyos máximos exponentes son -además de la ya mencionada persecución de camiones-, el prólogo, tan espectacular como excesivamente largo -un pegote que pinta poco en la película-, y el final.
En definitiva, Wonder Woman 1984 es un cascaron de acción y aventura, con toques de nostalgia ochentera no muy bien conseguidos, que está vacío por dentro, que no aporta nada y que desperdicia la oportunidad de ser rompedora, feminista o mínimamente empoderadora. Es decir, desaprovecha todo el potencial de una heroína como Wonder Woman para hacer una película del montón, tan aburrida y floja como todas las de DC.
- El guion es muy flojo