Hoy voy a hablar de Moonlight, una de las candidatas más fuertes al premio Oscar a mejor película de este año. Viene precedida de estupendas críticas, aunque su estreno en España a la vez que la basura esa de 50 Sombras más Oscuras ha hecho que pase casi desapercibida por las salas.
Moonlight nos relata la historia de Chiron, un niño negro y de pocas palabras en un barrio difícil, violento y rodeado de pobreza y drogas. La película nos habla de su crecimiento como persona por medio de tres episodios de su vida, todo centrado prácticamente en exclusiva en el descubrimiento de su identidad sexual.
Moonlight es original e interesante, pero no carente de problemas, lo que la sitúa lejos de ser la obra maestra de la que algunos hablan. Vamos a ver algunos de los pros y de los contras.
El punto de partida de la historia está muy bien planteado, así como su desarrollo. Se trata de una trama que, sin contar mucho -todo sea dicho-, sí que sabe mantener el tono adecuado para lo que se quiere relatar y nunca pierde el interés. Sin embargo para mí la estructura episódica hace que me acabe distanciando de las vicisitudes del protagonista y me cueste empatizar.
Esto es por varias razones. Una por caer en clichés tan de manual. Porque el segundo episodio es un puro cliché. Pero otra, quizá la principal, es que toda la construcción del personaje de Chiron se basa en «el mito del callado«. Sabéis a lo que me refiero. Alguien que habla poco o nada aparenta ser una persona más interesante o con más vida interior que los demás. Aunque en la mayoría de los caso en cuanto abrae la boca…, en fin.
A mí el personaje de Chiron no me resulta tan interesante como, sin duda, el director y guionista Barry Jenkins pretende que lo sea. Sin embargo, dicho todo esto, el desarrollo de la trama está muy bien llevado. Especialmente en el primer y el tercer episodio.
Lo mejor de Moonlight es cómo está resuelta. Lo cual, en buena medida, compensa sus defectos y sus altibajos en el ritmo que hacen en por momentos se te haga un poco lenta, a pesar de no llegar ni a las dos horas de metraje.
Quizá Barry Jenkins tenga algunos problemas con el ritmo, pero con la cámara en Moonlight da lecciones de maestría. Desde el primer plano secuencia de la película, pasando por todos y cada uno de los encuadres y movimientos de cámara, se nota que está todo trabajadísimo. En ese aspecto estamos ante una pequeña obra de arte.
Moonlight es una buena película sin duda y absolutamente recomendable. Aunque no es para tanto como algunos la ponen. Si los Oscars no vinieran tan flojos este año a lo mejor ni destacaría. Pero tal y como está el panorama, de entre las nominadas, quizá sea la mejor en reñida pugna con Comanchería.