Snowpiercer es una serie que podemos ver en HBO y que recientemente ha finalizado su segunda temporada. Basada en el cómic francés Le Trasperceneige y en la película del mismo nombre del surcoreano Bong Joon-ho nos narra un futuro distópico donde el mundo se ha congelado y lo único que queda de la humanidad viaja en un tren en perpetuo movimiento. Podéis leer la crítica de la primera temporada aquí.
La gracia de la película de Bong Joon-ho está en la alegoría de la lucha de clases que supone la estratificación del tren en clases sociales. En los primeros vagones viajan las clases altas entre todo tipo de lujos, dada la situación. En los vagones de cola viajan hacinados y en condiciones lamentables las clases bajas. La lucha de estos últimos por escapar de esa situación y corregir la injusticia social es el leitmotiv de la historia.
Algo hay de eso en la primera temporada de Snowpiercer. Pero en esta segunda se pierde por completo tanto el elemento social como cierto elemento detectivesco y de misterio que fue incluido para la serie de televisión. Ahora la trama se centra en el conflicto entre nuestros protagonistas y el señor Wilford (Sean Bean).
Si ya la anterior temporada descarrilaba por distintos sitios, ahora el interés se desploma cuesta abajo y sin frenos. Las situaciones son absurdas y las motivaciones de los personajes a veces incomprensibles. Aunque Snowpiercer se deja ver, resulta ser una sucesión de episodios que no llevan a ninguna parte. O por lo menos a ninguna que nos importe.
Buena parte de la culpa de esto la tiene la menos presencia en pantalla de Jennifer Connelly, sin duda el personaje más interesante y la interpretación más potente de la serie. Si esta ya era floja de por sí, sin la presencia de Connelly se vuelve todavía más vulgar. Que el personaje de Andre Layton tenga tampoco sentido y la interpretación de Daveed Diggs sea tan mediocre tampoco ayuda.
Snowpiercer es una distopía con mucho potencial, pero también muy difícil de sostener en el tiempo sin que se desmorone por lo limitado del espacio en el que se desarrolla. Su fuerza radica en la punta que le pueda sacar a su alegoría de los conflictos sociales. Incluso la orientación neonoir de la primera temporada podría resultar interesante si estuviese bien ejecutada.
Pero por desgracia esta segunda temporada confirma nuestras peores expectativas. Snowpiercer se demuestra como una oportunidad perdida de hacer una serie medianamente interesante y con mensaje social, como fue la película de 2013 de Bong Joon-ho.
- Se echa de menos a Jennifer Connelly