El la gala de los Goya del pasado sábado el premio a la mejor película fue para La Librería de Isabel Coixet, que también se llevó el galardón a la mejor dirección. Coixet no es santo de mi devoción, lo digo desde ya. Pero las buenas críticas a su última película -más que el premio en sí, del que no me fío un pelo-, me han hecho darle una oportunidad.
La Librería trata sobre el amor a los libros. Una mujer viuda se desplaza a un pequeño pueblo costero de la Inglaterra de finales de los años 50 para abrir una pequeña librería. Para su sorpresa se encuentra con cierta oposición vecinal, y un rechazo a la gente de fuera.
Para quienes nos encanta leer y además sentimos cierto apego fetichista por los libros, la película tiene todos los elementos para gustarnos y resultar, como la directora pretende, encantadora y emocionante. Pero nada más lejos de la realidad.
La Librería contiene todos los defectos del cine de Isabel Coixet. Esta película no es una excepción en su trayectoria. Lo peor de todo es la dirección de actores. Contando con un buen grupo de actrices y actores ingleses de calidad, capaces de salvar cualquier película por mediocre que sea, es una pena ver cómo Coixet desperdicia su talento y al final todos los personajes quedan planos, estereotipados y nada creíbles.
Ya desde la primera escena en la que aparece Emily Mortimer pensé «uy, qué mal dirigido«. Pero esperé que fuera una impresión pasajera. Por desgracia la cosa no mejora conforme avanza la película y lo podemos comprobar también con el personaje que encarna Bill Nighy. Todos acaban apareciendo muy sobreactuados.
A esto le sigue un serio problema de ritmo. La Librería se hace larga porque la combinación de guion y montaje no consigue en ningún momento enganchar al público. Se trata de una concatenación de escenas sueltas que no parecen llevar a ninguna parte. Solo al final se precipitan los acontecimientos, pero de una forma bastante absurda. Quiere emocionar, pero no lo consigue. Uno no puede más que permanecer frío y distante ante lo que está viendo.
La Librería se basa en un libro de Penelope Fitzgerald de 1978. No lo he leído, pero no dudo de lo interesante y entrañable que pueda ser. Sin embargo el trabajo de Coixet echa por tierra -o no consigue levantar, según el caso- la historia de la novela original.
Para ser justos se nota el cariño y el empeño que la directora ha puesto en realizar la película. La Librería está cargada de buenas intenciones, aunque finalmente resulte fallida. Cuenta con una buena escenografía y también una buena fotografía -algo relativamente sencillo de conseguir en los paisajes rurales ingleses-. De esto podemos responsabilizar al director de fotografía Jean-Claude Larrieu.
Por último no puedo dejar de mencionar un aspecto que a mí personalmente me pone de los nervios: la voz en off. Ya sé que esto es una cosa muy mía, pero es un recurso que no me gusta nada. Por lo general no suele haber una justificación suficiente para narrar en cine con palabras lo que se puede mostrar con imágenes.
Hace poco hablé de una excepción en The End Of The F***ing World, que la voz en off está bastante bien conseguida y justificada. Pero en la mayoría de los casos, como la también reciente Wonder Wheel de Woody Allen, solo resulta cargante. Es también el caso de La Librería. Que además me recuerda mucho al uso de la voz en off que la propia Isabel Coixet ha hecho antes en otras películas como en la irrisoria La Vida Secreta de las Palabras (2005).
No sé si La Librería se merecía el Goya a la mejor película, pero puede ser. No porque sea buena, que no lo es. Sino en comparación con el resto de candidatas -en este momento me falta ver Handia, en la que tengo más esperanzas-.
De lo que no cabe duda es que Isabel Coixet no se merecía el premio a la mejor dirección ni en broma, porque el ritmo y, en especial, la dirección de actores son pésimos.
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