Este verano se ha estrenado en HBO la primera temporada de la serie Snowpiercer (Rompenieves) creada por Graeme Manson. Se trata de una adaptación para televisión de la película de 2013 dirigida por el surcoreano Bong Joon-ho (quien también aparece acreditado como escritor y productor de la serie). La cual, a su vez, era la adaptación de la novela gráfica francesa Le Trasperceneige, creada por Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb.
La premisa es la misma en todos los casos: una catástrofe ha congelado el planeta y los únicos supervivientes de la humanidad van a bordo del Snowpiercer, un tren de 1001 vagones. Este debe estar en constante movimiento para mantener las condiciones de vida de sus pasajeros. Por otra parte, y aquí es donde está la cuestión, los vagones están fuertemente divididos en clases sociales. En esta estratificación social, los primeros vagones están reservados para la primera clase, que vive con todo tipo de lujos; mientras que en los últimos van las clases más bajas, hacinados y en unas condiciones de vida lamentables.
No he leído el cómic, así que solo puedo hablar de los antecedentes que representa la película de Bong Joon-ho. Este es un film de acción, pero en él Bong Joon-ho sabe explotar muy bien la metáfora de las diferencias de clase, algo muy propio de su cine -si habéis visto Parásitos (2019) sabréis a lo que me refiero-.
Entrando ya en materia, la serie de la HBO, es una versión adaptada al formato serie de todo esto -y por lo tanto alargada-. Pero los creadores de Snowpiercer (la serie) no saben aprovechar tan bien los conflictos de clase como ocurría en Snowpiercer (la película). En esta ocasión se trata más de una trama detectivesca con algún que otro giro de guion.
El problema es que se queda a medio camino de muchas cosas. Ni es una aguda crítica de la lucha entre clases sociales, ni tampoco es un neonoir en un escenario imposible como es el tren de mil vagones en movimiento perpetuo. Sencillamente transcurren los episodios prometiendo al principio más de lo que al final son capaces de dar.
Por otra parte Snowpiercer es una buena producción, como cabría esperar por parte de la HBO. Sin embargo, el tren en sí está desaprovechado. Se pierde la dimensión de este, y da la impresión de que la acción bien podría transcurrir en cualquier otro escenario. Todo lo contrario a lo que ocurría en la película.
Tampoco destacan los actores y actrices. Daveed Diggs como Andre Layton no me convenció para nada como protagonista. Está claro que en cuanto al reparto se refiere, lo mejor con diferencia es la presencia de Jennifer Connelly como Melanie. Siempre es un gusto ver a esta fantástica actriz, aunque tenga un papel un tanto desperdiciado, si bien muy importante.
La serie de Snowpiercer se ve con interés, pero al final deja un poso de oportunidad perdida. Carece de la garra de la película de la que es adaptación y desaprovecha el potencial político y social de su premisa. Todo ello hace que mucha gente se esté preguntando si era necesaria. Aún así, resulta ser un entretenimiento aceptable y de buena factura, y bien merecerá la pena darle una oportunidad a su segunda temporada.
- Una buena producción
- No tiene la garra de la película