David Fincher ha vuelto a las salas y al vídeo bajo demanda con Mank, su primera película en seis años. No es que haya estado ocioso todo ese tiempo, ya que sus proyectos para Netflix como House Of Cards y la estupenda Mindhunter le han mantenido muy ocupado. De hecho, precisamente de esa colaboración con Netflix nos llega esta producción que se ha estrenado de forma casi simultánea en cines y en la propia plataforma de VoD.
Mank es un biopic sobre la figura del guionista de Hollywood Herman Mankiewicz (Gary Oldman), el cual es conocido principalmente por ser el escritor de Ciudadano Kane, aunque en su mejor momento fue uno de los guionistas más solicitados, llegando incluso a participar en la escritura de El Mago de Oz entre otros clásicos.
En concreto, Mank se centra en el periodo durante el que Mankiewicz, convaleciente de un accidente, escribía el guion para Ciudadano Kane. Sin embargo, la verdadera historia, narrada por medio de continuos flashbacks, está en la relación de Mank con la industria del cine del momento y, en especial, con el magnate de la prensa William Randolph Hearst, personaje real del cual el protagonista de Ciudadano Kane es una cruda parodia.
Y aquí es donde la película comienza a hacer aguas. Uno espera que un biopic que gira en torno a Ciudadano Kane trate de todas las vicisitudes que tuvo que pasar la película para ver la luz, sus logros técnicos, la relación de Mank con Orson Welles y, por supuesto, William Randolph Hearst. Y aunque de esto último hay algo, lo cierto es que de lo primero no hay nada y se echa de menos lo más interesante del posible relato.
Porque, por lo que vemos, no es mucho lo que hay que contar sobre Mankiewicz y su guion de Ciudadano Kane. La historia no da más de sí. Los flashbacks son cuadros bastante inconexos que no profundizan en ninguno de los temas que trata, en especial en la relación personal entre Hearst y Mankiewicz.
El verdadero punto flojo de Mank esta en el guion, firmado por Jack Fincher, el padre del director. Si se quería retratar el Hollywood de la época, hay películas que lo hacen mucho más mordazmente y con mucha más imaginación, como por ejemplo Barton Fink (1991) de los hermanos Coen -de la que en Mank encontramos alguna reminiscencia-. Si de lo que se quería hablar era de lo que rodeaba a Ciudadano Kane, incluso telefilmes como RKO 281. La batalla por Ciudadano Kane (1999) resultan mucho más interesantes y aportan más en ese sentido que la película que nos ocupa.
Mank acaba siendo una propuesta a medio camino de todo lo anterior, con algunos buenos momentos, pero en general anodina y sin demasiado interés. Tampoco ayuda colar un poco con calzador el tema de la propaganda política, casi responsabilizando al pobre Mank de haber sido el instigador involuntario de las fake news. No cabe duda de que es cierto que desde muy pronto los estudios de Hollywood fueron conscientes de su potencial propagandístico e hicieron uso de él sin cortapisas. Pero el incluir un tema tan contemporáneo como las fake news -una pulla a Trump, sin duda-, te trae al presente y te saca del contexto histórico de la película. Algo que por otra parte el director se esfuerza tanto en mantener.
Aquí llegamos a la mejor parte de Mank: la producción. David Fincher es uno de los mejores directores de cine del último cuarto de siglo -si no el mejor-, y eso se nota. A pesar del flojo guion de su padre, Fincher sabe ponerte en situación y aprovecha para hacer un homenaje visual al cine de Hollywood de los años 40 y, en concreto, a Ciudadano Kane. Por desgracia, ni todo el buen hacer de Fincher es suficiente como para hacer que Mank resulte interesante más allá de su excelente apartado técnico.
Otro aspecto a destacar es la actuación de Gary Oldman como Herman Mankiewicz. De hecho la única reseñable de toda la película. Lo cual es un desperdicio injustificable en un film que tiene como uno de sus personajes a Orson Welles. Pero volviendo a Oldman, solo se puede decir que hace una interpretación estupenda, candidata sin duda al Oscar a mejor actor. Ya se lo llevó en 2018 por El Instante Más Oscuro (2017), así que dudo que repita, y menos con una producción «para televisión» como esta, que ya sabemos cómo se las gasta la Academia de Hollywood.
No quiero terminar este artículo sin mencionar la banda sonora. Compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, ambos miembros de Nine Inch Nails y colaboradores habituales de David Fincher. Si conocéis su música sabréis que es eminentemente electrónica y oscura. Sin embargo, para esta ocasión han realizado una banda sonora de época, de música orquestal ligera de los años 40 en Estados Unidos que ambienta muy bien la película.
Esto es un hito en la carrera de estos músicos, y seguramente resultó ser para ellos un reto de lo más interesante. Pero para mí es un desperdicio total contar con músicos con esta personalidad, que han realizado otra bandas sonoras con carisma como la de La Red Social (2010) o Perdida (2014) del propio Fincher o, más recientemente, la de la serie Watchmen; para terminar haciendo una banda sonora del montón que podría haber hecho cualquier compositor profesional del montón.
Mank es una excelente producción y supone la vuelta a los cines de David Fincher, lo que siempre es una buena noticia. Pero no cabe duda de que se trata de una obra menor, un capricho para darle salida al guion de su padre, realizada de forma un tanto rutinaria y producida por una plataforma de VoD, algo que se acaba notando en el producto final.
- Gary Oldman