La semana pasada se externó en Netflix una producción española de lo más ambiciosa en esta plataforma. Estoy hablando de Los Favoritos de Midas, creada y dirigida por Mateo Gil y protagonizada por Luis Tosar y Willy Toledo.
Lo primero es que ha llegado precedida de polémica, precisamente por la participación en la serie de Willy Toledo. La caverna fascista ha puesto el grito en el cielo y, tal y como les ocurrió con Antidisturbios, solo han conseguido provocar un efecto Streisand y que Los Favoritos de Midas sea la serie más vista esta semana en Netflix. La verdad es que da gusto volver a ver actuar a Toledo en un papel protagonista en un país que es una democracia sobre el papel, pero en el que si dices lo que piensas te quedas sin trabajo.
La polémica le ha venido muy bien a Los Favoritos de Midas, pero el problema es que, a diferencia de lo que ocurre con Antidisturbios, en este caso la serie deja mucho que desear. Y es una pena, porque cuenta con una buena producción y buenos actores y actrices. Pero es lo que hay.
La serie se basa en un relato de Jack London llamado The Minions of Midas (1901), que podría traducirse por algo así como «Los esbirros de Midas«. En dicho cuento corto, un grupo anarquista chantajea a un empresario para conseguir sus fines. La intención de London en este relato parece ser criticar al capitalismo y los capitalistas, dadas las inclinaciones socialistas del escritor. Algo de eso hay también en esta versión televisiva titulada Los Favoritos de Midas. Pero aquí todo se complica mucho más porque contiene muchas más subtramas y, al fin y al cabo, el relato de Jack London en el que se basa no da para más.
Víctor Genovés (Luis Tosar) es un empresario que acaba de heredar un gran grupo empresarial. Sus intenciones son buenas, pero pronto empieza a sufrir un extraño chantaje por parte de un siniestro grupo auto denominado «Los favoritos de Midas». El dilema en torno al que gira toda la miniserie de seis capítulos es hasta donde está uno dispuesto a llegar por conseguir sus ambiciones y hasta qué punto merece la pena o no. La moraleja es un ataque directo contra la avaricia capitalista. En ese sentido, Los Favoritos de Midas sí está en cierta medida en la misma línea que el relato de Jack London en el que se basa.
Sin embargo, el guion es un auténtico despropósito. Desde el punto de vista temático quiere dar una de cal y otra de arena, consiguiendo solo confundir al espectador. Por ejemplo, mientras por un lado se hace la crítica al capitalismo mencionada, por otro la periodista Mónica Báez (Marta Belmonte) se pone del lado de los terroristas, fundamentalistas y mercenarios en Siria. El personaje de Báez se presenta en todo momento como una persona íntegra, que siempre quiere hacer «lo correcto», por lo que los creadores de la serie nos presentan su posicionamiento como esencialmente bueno. Es decir, por un lado se critica la falta de escrúpulos del capitalismo, pero a la vez por otro se justifica la agresión a Siria para que el capitalismo internacional haga lo mismo con ella que lo que ya hicieron en Irak y en tantos otros lugares. ¿Qué coherencia tiene esto? La respuesta es sencilla: ninguna. Da la impresión de que Mateo Gil no tiene ni idea de lo que hace ni hacia dónde va.
A las incoherencias temáticas se suma la torpeza general del guion, escrito entre Miguel Barros y el propio Gil. Los diálogos resultan casi todos completamente impostados y las situaciones son burdas, increíbles u obvias. La relación entre Genovés y Báez no tiene fuste, el contexto político es irreal y el funcionamiento interno de la policía y los cuerpos de seguridad del Estado es una parodia.
Mateo Gil hace como director y guionista un trabajo lamentable, muy en la línea de su mediocre filmografía anterior como con la floja película Nadie Conoce a Nadie (1999). Es una pena, porque Los Favoritos de Midas supone desperdiciar una premisa interesante, un presupuesto más que decente y un elenco sobresaliente. Y no están las producciones patrias como desaprovechar estas oportunidades.
Y hablando del elenco, es lo mejor de la miniserie, por supuesto. Luis Tosar hace bien todo lo que hace, aunque aquí queda lastrado por el pésimo guion y no puede salvar la serie. Lo mismo le ocurre a Marta Belmonte, que encarna a un personaje que podría haber dado mucho de sí si no fuera por su comportamiento personal y político resulta ridículo en todo momento.
Una de las mejores cosas de Los Favoritos de Midas es volver a ver a Willy Toledo en un papel protagonista. Y aunque el guion no le deja mucho margen para lucirse, desde luego es la interpretación más interesante de todas. Ojalá esto sirva para que le ofrezcan cada vez más papeles de peso y con mejores guiones que este para que podamos disfrutar de nuevo de este gran actor.
Al final, Los Favoritos de Midas queda en una ocurrencia, bien intencionada en lo político por un lado, mal intencionada en lo político por otro, y muy mal ejecutada se mire por el lado que se mire. Recomendable para pasar un rato sin pretensiones y para ver a Willy Toledo.
- Los diálogos
- El confuso posicionamiento político
- La dirección