La palabra del día, de la semana y del mes es VERGÜENZA. Es lo que sentimos toda la ciudadanía de bien de toda España por lo sucedido ayer en Cataluña. Sin embargo para los responsables, tanto de un lado como de otro solo puede decirse que ha sido un éxito, ya que ambos han conseguido sus objetivos principales.
A un lado del ring tenemos a la burguesía catalana, representada por el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT). Un partido corrupto heredero de la Convergència i Unió (CiU) del 3% y campeones mundiales en lo que a recortes sociales se refiere.
Al otro lado del ring tenemos a la burguesía española, representada por el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy. También son unos especialistas en los recortes sociales y de libertades, pero a lo que nos les gana nadie es a corrupción. Ser el partido más corrupto de Europa es un récord de un mérito indiscutible.
Todo esto que yo he resumido muy sucintamente en un par de raquíticos párrafos da sin duda para llegar portadas y portadas y páginas y páginas de periódicos e informativos. Sin embargo llevamos semanas donde casi no se habla nada de eso y todo lo copa el tema de Cataluña.
Primer objetivo común de ambos conseguido: crear una cortina de humo que desvía el debate de sus corruptelas y recortes para que toda España ande despistada hablando del sexo de los ángeles.
El segundo objetivo común es de índole electoral. Ambos partidos, tanto el PP con el PDeCAT se encuentran actualmente en una situación parlamentaria en minoría, lo que les hace muy incómodo el gobernar día a día. Al igual que la cortina de humo, la solución aquí también es de manual: polarizar y recrudecer el debate, o blanco o negro, enfrentar a la gente, reducir el discurso a la consigna simplista, diluir los matices y los análisis complejos y confiar en que a río revuelto ganancia de pescadores.
Esto que parece sencillo no es para nada algo fácil de conseguir. Para llevarlo a cabo ambos partidos se necesitan mutuamente.
El PDeCAT necesita al PP de Rajoy para crear independentistas a cascoporro que en las próximas elecciones catalanas le den a Puigdemont una mayoría holgada que le permita gobernar con más tranquilidad, o como mínimo no tener que depender de las CUP.
Por el otro lado de la misma moneda Mariano Rajoy necesita del PDeCAT para poder hacer una demostración de fuerza y que el PP, que se encuentra en una situación tan precaria en el parlamento Español, aparente ser un gobierno firme y contundente. De esta forma espera que los votantes de derechas que ha ido perdiendo el PP por la corrupción cierren filas entorno a Rajoy por el enemigo común del independentismo catalán.
Ante el estupor de propios y extraños todo apunta a que ambos se van a salir con la suya. Si se celebraran elecciones anticipadas ahora en España y Cataluña tanto la derecha corrupta española como la derecha corrupta catalana saldrían reforzadas. Es tristísimo, pero otra vez nos la han dado con queso.
Por lo tanto, como decía al principio, el 1-O ha sido un éxito para ambos. Pero entonces, ¿ha quedado en empate? Bueno, para ser rigurosos el combate del 1-O lo ha ganado el independentismo catalán a los puntos.
En la representación teatral de si se vota o no se vota es el PP el que ha quedado en el más absoluto de los ridículos. En la mayoría de los colegios abiertos para votar en Cataluña se ha votado con total normalidad, como nos comentaba ayer de primera mano el periodista Pascual Serrano. La Policía Nacional, la Guardia Civil y Mossos d’Esquadra -sí, también los Mossos- a penas lograron cerrar un pequeño e insignificante porcentaje de los colegios.
Así que más allá de la información tendenciosa que hayáis podido ver en los medios de comunicación, lo cierto es que en Cataluña el 1-O se ha votado en general sin mayor problemas. El objetivo de Rajoy de impedir el «referéndum» ha sido un total fracaso.
Por supuesto el llamado «referéndum» es una cosa -por llamarlo de alguna manera- sin la más mínima garantía. El resultado, sea el que sea, no tiene el más mínimo valor. ¿Pero a quién le importa? Los independentistas ya han conseguido todo lo que necesitaban para ese día: una movilización multitudinaria con trascendencia mundial. ¿Qué importa ahora lo que pueda salir de unas urnas sin garantías si ya tienen lo que quieren?
Y todo gracias a un Mariano Rajoy que ha desplegado toda su vena violenta y franquista al ordenar a la Policía Nacional y a la Guardia Civil un despliegue desproporcionado y brutal. Hemos asistido con estupor y vergüenza a imágenes que van de lo ridículo -policía requisando urnas o colgando de una valla- hasta la violencia fascista más repugnante -policías agrediendo con brutalidad a ciudadanos y ciudadanas pacíficos, señoras sangrando, siendo arrastradas, etc.-. Al final en la pelea entre las burguesías catalana y españolas los palos se los llevan siempre los mismos: el pueblo.
Todo esto no ha pasado desapercibido a nivel internacional. De hecho las portadas de los periódicos son unánimes y las reacciones políticas también -incluso de socios de Rajoy-: ayer en España el gobierno del PP ejecutó una represión violenta, brutal, injustificada y que vulnera los Derechos Humanos más propia de una dictadura fascista que de una democracia.
No le saldrá gratis a Rajoy. La imagen de su gobierno ha quedado tocadísima. Pocos líderes internacionales van a querer ahora hacerse la foto con el represor antidemocrático Mariano Rajoy. Quizá el único aliado que le quede ahora sea el también fascista Donald Trump. Esa es la estampa.
Lo irónico del asunto es que Rajoy no solo no va a dimitir, que sería lo propio; sino que incluso sale reforzado electoralmente en el seno de esa España profunda, rancia, ignorante y -por algún motivo que se me escapa-, también sedienta de sangre. Esa que ayer jaleaba a la policía que le abría la cabeza a palos a señoras pacíficas e indefensas.
El panorama ahora es que seguiremos hablando durante meses o años del tema de Cataluña para no hablar nunca de lo verdaderamente importante, como es el empleo, la economía, los desahucios, el rescate a los bancos y las autovías con dinero público, y un triste y largo etcétera.
La solución llegados a este punto es tan compleja que ni me la imagino. Lo único seguro es que el primer y obligado paso es desalojar a Mariano Rajoy de la Moncloa y quitar el PP, el partido más corrupto de Europa, del Gobieno. Me consta que Unidos Podemos está en eso. Ahora solo queda ver si el PSOE deja de estar de perfil y contribuye al cambio que tanto necesitamos, o sigue de sujeta velas de la relación de amor entre el PP y Ciudadanos.