A Ghost Story es una de las sorpresas de la temporada que ha pasado casi desapercibida por el circuito de cine comercial, pero que tiene todas las papeletas para convertirse con el tiempo en una cinta de culto.
La película no nos cuenta mucho; suficiente, pero no mucho. C -Casey Affleck- y M -Rooney Mara- son pareja y viven juntos. C tiene un accidente de coche y fallece, pero en vez de pasar al «Más Allá», decide volver a la casa en la que vivía con su mujer, quizá porque algo ha quedado pendiente.
A partir de ahí vemos el mundo pasar desde el punto de vista de C como fantasma impasible que observa la vida desde la distancia de su mundo paralelo. Por cierto, acertadísima la caracterización del fantasma como una figura cubierta con una sábana con dos agujeros para los ojos. Casi lo mejor de la película. Porque esa personalidad que adquiere el fantasma por medio de su caracterización lo llena todo.
La premisa, al igual que los diálogos, es mínima. Pero como he dicho antes también es suficiente. El director y guionista David Lowery consigue que empaticemos y nos conmovamos con la peripecias de este fantasma para quien el tiempo, no tanto el espacio, es relativo.
Y ese es el otro gran acierto de A Ghost Story, conseguir que algo que a priori no parece muy interesante nos tenga enganchados y emocionados a lo largo de toda la duración del metraje. Porque a pesar de los silencios y la lentitud del desarrollo -que no del ritmo, que es perfecto-, A Ghost Story es emocionante.
En cuanto al formato lo primero que destaca es que está filmada en 1.33:1 o 4:3. Es decir, en formato cuadrado, algo muy poco habitual en estos tiempos. Pero es que además se le ha añadido una viñeta de bordes redondeados que recuerda a la forma de las viejas fotografías.
Este es el tipo de cosas pretenciosamente artísticas que perdonamos más que disfrutamos. No he sentido que en A Ghost Story se aproveche la potencialidad que tiene el formato cuadrado, en especial para los planos cortos. Algo que, por ejemplo, sí hizo de forma excelente Xavier Dolan en Mommy (2014) o László Nemes en El Hijo de Saul.
En A Ghost Story también podemos encontrar referencias a varias películas con relación a los fantasmas. Una de las más evidentes es el Viaje de Chihiro (2001) en cuanto a la presencia del fantasma. Otra es Poltergeist (1982), de la cual saca alguna escena casi literal, pero esta vez desde el punto de vista del fantasma.
Los actores están bien en sus respectivos roles, a pesar de que no tienen muchas líneas de diálogo ni mucha presencia en pantalla a lo largo de la película. Suponemos que Casey Affleck está todo el rato debajo de la sábana, pero si no lo estuviera la verdad es que daría igual. Y hay un plano secuencia de Rooney Mara comiéndose una tarta que es sencillamente espectacular.
A Ghost Story es una pequeña película -en muchos sentidos-, pero también grande en cuanto a lo mucho que se puede transmitir con muy poco. Es por cosas como esta por las que nos gusta el cine. Una de las películas del año que irá creciendo con el tiempo.