La semana pasada se estrenó una de las películas que, personalmente, más ganas tenía de ver de la temporada. Me refiero a El Hoyo de Galder Gaztelu-Urrutia. Precedida por haber ganado el premio del público en Toronto y llevarse el galardón a mejor película en Sitges había que verla.
En El Hoyo estamos en un futuro distópico del que no sabemos nada. Solo que nos encontramos en una especie de hoyo donde hay un número indefinido de niveles. En cada nivel dos personas. Una plataforma baja la comida de los niveles superiores a los inferiores. Los de abajo se tienen que conforman con las sobras de los de arriba. Cuanto más abajo, por supuesto, peor.
Con esta premisa no hay que ser una eminencia para captar la metáfora sobre clases sociales que subyace en la película. Obviamente se trata de una crítica social al abuso de los más privilegiados sobre quienes no lo son tanto. Y de cómo quienes están en niveles intermedios -la clase media- acepta la situación como algo normal y se convierten ellos también en abusadores. Lo cierto es que la película tiene algunas reflexiones muy afortunadas al respecto.
Pero más allá de esta crítica social que se hace evidente enseguida, El Hoyo es en realidad un thriller de ciencia ficción, incluso terror, más bien típico. Sí que el hoyo es un entorno original, pero a mí no deja de recordarme a Cube (1997), aquella película canadiense en la que los protagonistas despertaban en una sala con forma de cubo e iban pasando por trampillas de un cubo a otro.
El desarrollo de El Hoyo empieza muy bien ayudado por la intriga de no saber qué es lo que está pasando exactamente. Pero conforme avanza la trama esta se va volviendo más truculenta y escabrosa, llegando a rozar el gore.
La verdad es que funciona, pero llegado a un punto no se sabe muy bien hacia donde va y eso lastra a la película.
El tramo final, cuando ya comprendemos que El Hoyo no va a ir mucho más allá, va perdiendo interés en progresión geométrica. La premisa de todo, tan original como absurda, no ayuda a otra cosa. El final, un tanto abrupto, salva de alguna manera la situación.
Lo mejor de El Hoyo es su protagonista Iván Massagué, un actor español que siempre me ha caído en gracia por su versatilidad para encarnar papeles de todo tipo. También destacar a Zorion Eguileor como Trimagasi, su primer compañero de nivel; y a Antonia San Juan como Imoguiri.
El Hoyo es una buena cinta de ciencia ficción, un poco en la línea de Cube, pero con crítica social. Demuestra que se puede hacer buen cine de género en España sin caer en las comedias chabacanas o en el cine sobre la Guerra Civil. Aún así no es perfecta. Es una buena idea que no han sabido rematar del todo.