El Hijo de Saúl es una película húngara que ya mencioné en el post en el que hablaba sobre las películas más interesantes para el pasado otoño, aunque finalmente en España se ha estrenado este mes de enero. Es, además, una de las favoritas para ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Y la verdad es que tiene todas las papeletas, y os voy a contar por qué.
En primer lugar se trata de una película sobre el Holocausto nazi, algo que gusta mucho en Hollywood. Pero desde una perspectiva desde luego de lo más original. Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que nunca se ha hecho una película sobre el Holocausto como esta.
Dicho lo cual tengo que decir que la premisa argumental a mí no me ha enganchado especialmente. No acabo de empatizar con el protagonista y su odisea, que al final no solo no me conmueve sino que incluso me distancia. Mucho más interesante es lo que no se muestra, lo que se insinúa en el contexto, que para mí es donde está realmente el interés argumental de la película.
Sin embargo El Hijo de Saúl si por algo destaca claramente es por el formato en el que está rodada. Para empezar es en formato 4:3, es decir, más cuadrado que panorámico como es habitual ahora. La elección de este formato responde a la decisión de hacer planos muy cerrados, los ciuales siguen constantemente al protagonista y generan una sensación bastante claustrofóbica, algo que en un formato más panorámico habría sido imposible de hacer. Sin duda uno de los referentes claves de esta película es La Pasión de Juana de Arco (1929) de Carl Theodor Dreyer.
Aunque el mérito artístico último es del director László Nemes, que firma también el guion junto a Clara Royer; para mí el auténtico héroe es el director de fotografía Mátyás Erdély, que hace un trabajo sencillamente espléndido jugando con unos encuadres imposibles, una profundidad de campo mínima y manteniendo siempre el enfoque donde tiene que estar.
Realmente impresiona la fotografía de la película, especialmente el estupendo plano secuencia inicial. Pero conforme va a avanzando el recurso pierde su fuerza y acaba resultando un tanto agotador. Lo que teniendo en cuenta que el principal atractivo de la película es el formal, hace que el espectador -por lo menos en mi caso- acabe distanciándose.
Excelente trabajo también el del absoluto protagonista de la cinta Géza Röhrig en el papel de Saúl. Toda la película se sustenta en su actuación que, aunque buena, no es menos cierto que es de un solo registro, es decir, muy limitada.
Sin haber visto aún todas las candidatas a la categoría de Mejor película de habla no inglesa en los Oscars, no me cabe duda de que El Hijo de Saúl, tanto por la temática que aborda como por la originalidad de la propuesta en cuanto al formato, es quizá la favorita. Yo apostaría por ella. Pero también digo que estos ejercicios de estilo, una vez pasada la sorpresa inicial, acaban resultando más cansinos que interesantes.
En cualquier caso yo recomiendo ir a verla, siempre que se tenga en cuenta qué tipo de cine se va a ver.