La Gran Apuesta está nominada a cuatro premios Oscars mayores: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto y Mejor Guion Adaptado. Además cuenta con unos cuantos actores de importancia, como Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt y Marisa Tomei. Nada de esto hace presagiar el gran fiasco que realmente es.
Para empezar se trata más bien de un docudrama, es decir, un documental sobre la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos cuyas situaciones reales están dramatizadas por actores. A la complejidad de lo que se cuenta hay que sumarle lo farragoso de la terminología financiera repleta de siglas y acrónimos entre los cuales es inevitable perderse. Resumiendo: a priori la temática de base es un tostón que seguro valdría para un documental, pero desde luego no para las salas de cine comercial.
Adam McKay, director y coguionista, es plenamente consciente de esto e intenta arreglarlo por medio de tres vías. La primera de ellas es el montaje. Un montaje frenético, muy de videoclip, con múltiples efectos y recursos para que el espectador no se duerma entre tanto concepto económico. A mí me resultó cargante, y poco a poco me fui dando cuenta de que tanto esfuerzo formal respondía a una clara carencia de contenido dramático.
La segunda vía para darle vidilla a La Gran Apuesta es el sentido del humor. Es aquí donde está el punto fuerte de la película que, sin ser netamente una comedia, sí que tiene sus golpes. Te ríes. Pero, aunque sea con guasa, el problema viene cuando se pone condescendiente con el espectador en plan «si no entiendes nada de esto no te preocupes, es normal, te lo voy a explicar con muñecos«. Mal.
Por último, para mantener la atención del público, está el plantel de actores que desfilan por la pantalla en esta colección de historias cruzadas. El problema es que la mayoría son poco más que cameos, como en el caso de Brad Pitt o Marisa Tomei. Christian Bale está mejor que en su papel de Batman -cualquier cosa lo está-, pero muy lejos de merecerse un Oscar por poner un par de caras raras, en mi opinión. Sin duda el mejor del reparto es Steve Carell, lo cual tampoco es decir mucho.
Por supuesto La Gran Apuesta no se merece ni remotamente los premios a mejor película ni mejor director. Se hace larga, es densa y aburrida, el final nos lo sabemos y cuando llega es más bien un anticlimax sin demasiado interés. El hecho de que sea prácticamente un documental lastra la película y decepcionará a quienes esperen algún tipo de desarrollo dramático. Han intentado seguir la estela de El Lobo de Wall Street sin éxito y, desde luego, está lejos de otras mucho mejores sobre el tema como las de Oliver Stone: Wall Street y su secuela Wall Street 2: El Dinero Nunca Duerme.
Por otra parte tengo que decir que en cuanto al contenido en sí me parece muy positivo que se traslade al gran público de las salas de cine la corrupción intrínseca del sistema capitalista y de cómo nos vemos afectada la clase trabajadora. Eso es lo mejor de la película. Sin embargo a mí, que ya me sabía los rasgos generales de la historia -leí mucho sobre las subprime y demás en su día cuando estalló la crisis-, no me aportó demasiado.