Ayer fue un día la mar de divertido. Qué risas nos echamos, ¿verdad? Ver a los militantes del PSOE en la puerta de Ferraz haciéndole un escrache al propio PSOE fue de traca. Los escraches son habituales, pero nunca se había visto a un partido hacerse uno a sí mismo. Y es que el espectáculo dado ayer por el PSOE fue bochornoso por muchos aspectos. Voy a aprovechar para hacer unas reflexiones rápidas al respecto:
1. No me da ninguna pena Pedro Sánchez.
Sánchez nunca ha sido una persona de izquierdas que quiera cambiar las políticas neoliberales del PP. Pedro Sánchez ha estado siempre al servicio del IBEX 35, de la oligarquía, de la banca y de los mercados. Exactamente igual que el PSOE de Susana Díaz y Felipe González. Además ha tenido muchas oportunidades de, como mínimo, explorar seriamente una alternativa a Mariano Rajoy y no lo ha hecho. O por ejemplo de intentar arrebatarle la mayoría al PP en el Senado pactando con Unidos Podemos en las pasadas Generales, tal y como le pedía Ximo Puig, a lo que se negó en redondo y por lo que se ganó la enemistad de este último.
No, el giro de Pedro Sánchez de esta semana hacia el discurso de dar la palabra a las bases e intentar un gobierno alternativo de cambio no obedece a ninguna cuestión ideológica. Se debe sencillamente a que tras los resultados en Galicia y Euskadi se encontraba contra la espada y la pared. Era el momento que sus detractores internos esperaban para ejecutar el golpe de estado que estaban planificando y del que, sin duda, Sánchez tenía perfecta noticia.
Ante eso solo le quedaba hacer algún movimiento a la desesperada, y eso, ni más ni menos, fue el anuncio que hizo el mismo lunes de congreso y primarias en el PSOE. Todo ello acompañado del discurso, tan demagógico como falso, de dar la palabra a las bases y erigirse como el único que en el Partido Socialista que quería intentar el gobierno alternativo contra Rajoy. Muy bonito, aunque un poco tarde para ser creíble. Creo que a nadie se le escapa que de lo que realmente se trata aquí no es más que de una guerra de poder interna en el PSOE.
2. El politiqueo es una cuestión de números.
Mucha gente que no conoce el funcionamiento interno de los partidos -de todos sin excepción, por desgracia- asistió estupefacta al espectáculo del Comité Federal del PSOE ayer. Especialmente cuando este se retrasaba y se retrasaba mientras se dirimían cuestiones técnicas sobre quién vota, si unos tienen derecho y otros no; o cómo se vota, si a mano alzada, en urna, etc.
Y es que el nuevo -y apresurado- discurso de Pedro Sánchez es muy majo de cara a la galería, de cara a esos honestos e ingenuos militantes socialistas que estaban a la puerta de Ferraz con los carteles de «No es No» y «Yo voté PSOE no PP«. Pero de cara al interno del partido el impostado discurso de Sánchez no engaña a nadie. En el Comité Federal todos son perros viejos y, tanto críticos como favorables a Sánchez, ya tenían su postura tomada siendo el margen de movimiento real mínimo, por no decir nulo.
Así que quien esperase del Comité Federal de ayer un alto debate de ideas se iba a llevar un buen chasco. Lo de ayer fue cuestión de fontanería pura y dura: ajustar bien los conductos para que todo fluyera por donde y hacia donde tenía que fluir. Efectivamente, una vez aclarado quién votaba y cómo se votaba la cosa fue rapidísima: pim, pam, pum y adiós Pedro.
3. El PSOE sale roto.
Esto que parece una obviedad tiene su aquel. Que el PSOE estaba dividido era un secreto a voces. Pero eso tampoco es nada grave. O por lo menos no es nada que no haya pasado antes y que una organización como esta no pueda gestionar con cierta normalidad. Es una de las cosas buenas de la política, de hecho sirve para eso: para gestionar con eficiencia y mano izquierda las diferencias, del tipo que sea, que puedan existir. Si un individuo tiene una discusión con un amigo igual se pelean y no se vuelven a hablar en la vida. En política esto no es así. En política se está acostumbrado a la discrepancia a trabajar para limar asperezas y llegar a acuerdos, aunque no siempre se consiga.
No, el problema del PSOE no es la discrepancia, por más enconada que esté. El hecho gravísimo es que buena parte de sus dirigentes se han quitado la careta sin pudor. Hasta ahora, aun siendo gente de derechas, siempre habían mantenido el discurso colectivo de izquierdas. Pero hoy el Comité Federal, la máxima dirección, ha apostado abiertamente por darle el gobierno a Mariano Rajoy ante la estupefacción de sus militantes y sus votantes.
Y ojo, los dirigentes del PSOE son perfectamente conscientes del coste político de darle el gobierno a Rajoy. Sin embargo prefieren hundir su propio partido antes que enfadar a los mercados y al IBEX 35, que son quienes realmente mandan en el PPSOEC’s. Zapatero hizo lo mismo, ¿os acordáis? Realizó la reforma laboral, aplicó todos los recortes e hizo la reforma exprés de la Constitución pactando con el PP. Desde entonces, no desde Pedro Sánchez, el PSOE no levanta cabeza. Pero a los propios del PSOE no les importa siempre que mercados, IBEX 35 y banqueros estén contentos. Quizá ahora entendemos un poco mejor de qué va eso de las puertas giratorias.
El PSOE queda roto. Pero no en dos mitades, ni en dos familias con proyectos distintos, como parece que algunos medios de comunicación intentan plantear. Eso puede ser así en el limitado entorno del Comité Federal, pero la verdadera ruptura está más allá. La verdadera ruptura se ha producido entre quienes mandan realmente en el partido, y sus bases y votantes que no entienden que votar al PSOE para lo que sirva sea para darle el gobierno a Rajoy sin ni siquiera intentar una alternativa que, aunque difícil, siempre ha sido viable.
La falta de credibilidad del PSOE es ahora total y sin remedio. Porque ojo, esto todavía no se ha acabado. Habrá que ver qué medidas toma la gestora, qué fórmula adopta para apoyar a Rajoy, si van hacia primarias internas -y puede que Pedro Sánchez se vuelva a presentar- o si se lían y acabamos en terceras elecciones -algo que yo aún no descarto-. Tenemos culebrón para rato.
4. Unidos Podemos se sitúa como la única alternativa al PP
Pablo Iglesias y Alberto Garzón llevan tiempo planteando la idea de que ante el empeño del PSOE de apoyar a Rajoy la única alternativa al PP es Unidos Podemos. Claro, tontos no son. Ante la división y ruptura del PSOE quieren situarse como la única fuerza de ámbito estatal que se opone abiertamente y sin matices al Partido Popular.
Pero es que es verdad. Y lo vamos a ver en lo que queda de legislatura. Porque, dejando las risas -que no son pocas- a parte, el espectáculo del PSOE de ayer lo que nos trae es más sufrimiento a los españoles al apoyar que Rajoy siga en el gobierno. Es cierto que el PP ya no cuenta con mayoría absoluta y eso va a marcar una diferencia fundamental. Pero también es verdad que el Partido Popular no tendrá ningún problema para sacar sus políticas adelante con el apoyo del Ciudadanos y, por supuesto, del PSOE.
Ahí se les va a ver el plumero a todos. Si Unidos Podemos gestiona bien su posición como única fuerza estatal de alternativa y de cambio puede ser que en las próximas elecciones -estas ya ordinarias- se produzca de una vez el vuelco que necesita este país. Y eso es esperanzador.