Woody Allen. 2000-2007. Comedia y drama en terrenos conocidos

Woody Allen ha cumplido 80 años este mes de diciembre y yo lo he aprovechado para hacer un repaso a toda su carrera. Como se me iba de extensión lo he dividido en varias partes, aquí podéis encontrar las anteriores: 1969-1980, 1982-1992 y 1993-1999.

En este post voy a abordar el cambio de siglo el cual, de alguna manera, también supone un punto de inflexión en su carrera.

Cuarta etapa. 2000-2007. Comedia y drama en terrenos conocidos.

A pesar del éxito general de crítica de sus películas, y el indiscutible éxito entre cierto selecto grupo de público, lo cierto es que Woody Allen siempre ha tenido problemas para conseguir financiación. No creo que nunca llegasen a ser realmente tan serios como impedirle rodar, pero desde luego sus films no son taquillazos y eso lo tienen muy claro los productores a la hora de poner el capital necesario.

Seguramente consciente de una situación que cada vez se estaba poniendo más cuesta arriba Allen firmó un acuerdo con Dreamworks -la productora de Steven Spielberg- para la realización de tres películas. Eso garantizaba a Woody la financiación y una buena distribución. La única condición: tenían que ser comedias para el gran público. Nada de dramas o extravagancias.

El resultado son tres películas que, aunque decentes -todo puede empeorar-, sin duda supusieron un bajón de calidad en comparación con lo inmediatamente anterior.

La primera de ellas, «Granujas de medio pelo» (2000), es una comedia ligera que recuerda mucho a otras comedias italianas sobre ladronzuelos -recordemos que Allen siempre tiene algún referente en que basarse-. Por primera vez sus protagonistas no son intelectuales de clase media o alta, sino al contrario, son delincuentes de poca monta, incultos y chavacanos. Esto le permite a Woody Allen -que encarna al «cerebro» de la trama- la realización de una gran cantidad de chistes. La película es muy entretenida y divertida, y poco más. Vais a pasar un buen rato con ella, pero a los fans que buscan un humor más intelectual sin duda les decepcionará.

En la misma línea le sigue «La maldición del escorpión de Jade» (2001). Aquí nos encontramos otra comedia ligera basada en una premisa fantástica y ambientada en los años 40. De las tres que forman esta trilogía esta es sin duda mi favorita. Muy divertida, aunque con las mismas carencias que la anterior. De alguna forma estas películas son una vuelta al humor más sencillo y directo de los años 70, sin llegar a ser tan basado en el gag.

Por último la trilogía se cierra con «Un final made in Hollywood» (2002). Una crítica en clave de comedia, pero despiadada, al mundo de Hollywood que tantos quebraderos de cabeza le da. Es original y divertida, pero peca de un metraje excesivo. El propio Woody Allen ha proclamado más de una vez que no hay ninguna razón para que una película dure más de 90 minutos. Lema que se salta en este caso y que lastra la película. Un poco más corta habría sido perfecta. Sea como sea a mí me ha ido ganando con el tiempo. Esta es, hasta la fecha, la última película en la que el propio Woody Allen asume el papel protagonista.

Al año siguiente presenta «Todo lo demás» (2003), una comedia romántica basada en la historia de una pareja de jóvenes. Allen se reserva para él un papel secundario de viejo excéntrico que solo meterá en problemas al protagonista. Es una película interesante con buenos momentos, pero no demasiado trascendente.

Woody Allen sigue experimentando y en 2004 rueda «Melinda y Melinda«, una tragicomedia con un argumento sin duda tan original como fallido. Para mí esta es la primera gran decepción con su cine. Hasta ahora había tenido altibajos, no siempre acertaba de pleno y no todo eran obras maestras, desde luego. Pero esta es la primera vez que una película suya me pareció sencillamente mala.

Por fortuna este pinchazo se nos olvidó a todos de pronto cuando nos trajo la maravillosa «Match point» (2005). Woody Allen vuelve al drama por la puerta grande y nos trae la película que siempre quiso hacer. Centrándose en su papel de director y guionista, sin estar ya frente a las cámaras, Allen nos demuestra por qué se le considera tan buen director de actores. Sacarle punta a Jonathan Rhys-Meyers tiene mérito y Scarlett Johansson está maravillosa. La mejor prueba es la escena erótica entre los dos protagonistas, que ya ha pasado a los anales del cine. Y eso a pesar de que Woody Allen nunca se ha caracterizado precisamente por rodar ese tipo de escenas, es más, las relaciones entre sus personajes anteriores suelen ser bastante frías.

«Match point» no es perfecta. Allen se basa para hacer su historia, y mucho, en «Un lugar en el Sol» (1951) de George Stevens. A eso ya estamos acostumbrados, pero lo que es peor: se copia a sí mismo, ya que vuelve a darle otra vuelta al tema del crimen y el castigo -basado en Dostoievski- que ya exploró en «Delitos y faltas«. Solo que mientras que aquella era mitad comedia, mitad drama; en «Match point» todo se centra en la parte dramática, lo que dota de mayor coherencia al conjunto. Aquí solo hay un chiste, pero uno genial con el que le toma del todo el pelo al espectador. Quizá esta sea la última gran película del hasta este momento genial Woody Allen.

En 2006 publica «Scoop«, otra comedia ligera en la que vuelve a repetir con Scarlett Johansson y además cuenta con Hugh Jackman. Woody aparece en un papel secundario un poco en la línea del que interpretó en «Todo lo demás«. Entretenida y poco más. Una obra muy menor, que sin llegar a ser mala es fácilmente olvidable. Un interludio entre dos grandes obras.

Porque vamos a terminar esta etapa también en lo alto con otro gran film: «El sueño de Cassandra» (2007). La crítica la acogió con frialdad, cuando no la pusieron directamente verde. Algo que me parece realmente injusto porque estamos ante una de sus mejores películas. Quizá la razón de este tipo de acogida sea que Allen vuelve otra vez -y en muy poco tiempo- al mismo tema del crimen y el castigo, y puede que a la audiencia ya le vaya cansando volver una y otra vez sobre los mismos temas.

Pero dejando eso a un lado, lo cierto es que no hay ningún otro motivo para criticar «El sueño de Cassandra«. El guion y la dirección son estupendos, y Ewan McGregor, Colin Farrell y Tom Wilkinson están perfectos. Incluso la banda sonora está a la altura, que en este caso es original -algo nada habitual en los films de Allen, supongo que por el elevado coste- y es una maravillosa partitura del gran Phillip Glass. Yo a veces la escucho por puro placer.

Recomiendo encarecidamente «El sueño de Cassandra«, y hasta aquí sí que llega lo mejor de Woody Allen. Visto esto nada hacía presagiar el desplome de calidad que se nos venía encima. Y aunque aún hay cosas decentes, son las menos. Pero eso ya lo comentaré en el próximo y último artículo sobre la carrera de Woody Allen.

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